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La Ileada De Homero


Enviado por   •  8 de Octubre de 2012  •  4.705 Palabras (19 Páginas)  •  440 Visitas

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LA ILIADA DE HOMERO

CANTO I Se pide desde el principio a la musa que mande el canto de las desgracias alcanzadas por la ira de Aquiles Llega a la asamblea de los argivos, Crises, sacerdote de Apolo para rescatar a su hija, hecha cautiva hacía poco en la guerra y por honor entregada a Agamenón Apolo mandó sobre el ejército una terrible epidemia por haber sido rechazado ignominiosamente su sacerdote Aquiles hace una asamblea, para aplacar al dios, en la que el adivino Calcas pregona que ellos debían liberar a su hija Briseida de tan terrible disputa y no rehusa entregarle su hija ciertamente a Crises, pero le arrebata a Aquiles a Briseida a quien había sido concedida como premio a su valorEntonces se hace retirar a Crises a su casa junto con las víctimas propiciatorias, por quienes es expiado el crimen siendo sacrificadas puesto que se había presentado Tetis en el Olimpo ocultamente, favoreció con la victoria a los troyanos, mientras los aqueos no dieran una satisfacción a Aquiles.

CANTO II Zeus-quien habría de vengar la injuria inferida a Aquiles-, le envió un sueño a Agamenón para incitarlo a realizar la batalla con la esperanza de la victoria. Al amanecer, Agamenón manifestó lo comunicado en el sueño y su propia decisión a los jefes de los argivos; reunió al poco una asamblea de todos. Le agradaba para probar la fe del pueblo, del que desconfiaba, fingir la determinación de retornar a la patria: habiendo oído esto la multitud comenzó enseguida, cansada ya por la guerra, a sublevarse y a preparar la navegación Odiseo reprimió la rendición de común acuerdo y por consejo de Atenea se valió de súplicas, amenazas y oprobios para que volvieran de este modo a la asamblea. A Tersites, aquel hombre torpe y malhablado que no cesaba de urgir la retirada, lo castigó con mayor severidad para escarmiento de los demás.

CANTO III Al primer encuentro del combate, Paris o Alejandro provoca con suma fiereza a cada uno de los aqueos para el combate; pero en cuanto ve a Menelao saltando de su carro, huye atemorizado .Poco después él mismo, impulsado por los gritos de Héctor se ofrece en singular desafío con Menelao, comenzando lo más importante de la batalla; aceptada la condición pide Menelao que vaya por medio una promesa, consagrándola ante la presencia de Príamo. Así pues los ejércitos dejan las armas y se preparan sacrificios de ambas partes, mientras tanto Helena llama desde la torre a Príamo y a los ancianos de Troya, a los jefes argivos que están en el campo inferior. Siendo llamado, se presenta Príamo en compañía de Antenor y se hace un pacto según el antiguo rito y bajo estas condiciones, de que si uno de los dos venciese al otro, obtendría a Helena y sus riquezas; pero los troyanos inferiores a los aqueos pagarían una fuerte multa. Después de la partida de Príamo, toman las armas Menelao y Paris y marchan al espacio convenido para la pelea; pero Paris, superado, es sutraído por Hera ocultamente y se lo lleva incólume a su propia morada. Al mismo lugar lleva a Helena, quien resistiendo primero al nuevo marido le echa en cara su cobardía; sin embargo poco después se reconcilia con él.

CANTO IV Debiendo ser devuelta Helena a los aqueos según el pacto y dirimidas las diferencias en la línea de combate en la que fue separado Paris; Hera indignada en la asamblea de los dioses, no pudo contener ya su odio contra los troyanos e insiste ante Zeus a fin de que conceda que los aqueos den muerte a Paris. Atenea, enemiga también de los troyanos, enviada a la tierra por la exhortación de Zeus, persuade a Píndaro Licio para que lanzada una flecha contra Menelao, rompa el pacto e introduzca una nueva causa para combatir. Llamado el médico Macaón, cura a Menelao de su herida no mortal. Mientras tanto, armados nuevamente vuelven a combatir los troyanos, mientras Agamenón va y viene entre la multitud de aqueos, alabando el valor de algunos como Idomeneo, Áyax y Néstor, que ya estaban situados en el campo de batalla y reprendiendo la tardanza de los otros como Menesteo, Odiseo, Diomedes que aún no se llenaban del nuevo ardor para combatir. Se reanuda la lucha, en la que Ares por una parte y Apolo, Atenea y otras divinidades por la otra, ayudan respectivamente a los troyanos y a los aqueos.

CANTO V Los aqueos continúan despedazando a los troyanos; delante de todos, el insigne Diomedes lleno de ferocidad por la protección de Palas retira a Ares de la batalla. Pero él mismo herido por Pándaro, ataca con mayor vehemencia a los enemigos; mata a Pándaro, estando de pie, y después peleando desde el carro de Eneas; hiere a Eneas que cubría el cuerpo de su amigo; hiere a Afrodita en la mano, pero Iris la saca del combate. Afrodita librada por su hija en el carro de Ares, la lleva al Olimpo, en donde su madre Dione la cobija en su seno. Los otros dioses se ríen sin que lo note. Apolo libra a Eneas, apartado por Atenea del furor de Diomedes y lo cura recreándolo en la fortaleza troyana y llama nuevamente a Ares a las filas. Ares exhorta a los troyanos para que peleen con fortaleza; enseguida se presenta ante ellos Eneas, ya curado. Tampoco los aqueos combaten con cobardía y caen muchos de una y otra parte, entre éstos Tlepolemo contra Sarpedón; finalmente se alejan poco a poco los aqueos . Hera y Atenea vienen desde el Olimpo en auxilio de éstos que luchaban . Por estas palabras de Hera se enardece nuevamente la masa; pero Diomedes aconsejado y conducido por Atenea, hiere al mismo Ares quien regresa enseguida al Olimpo desde el campo de batalla y ahí sana, siguiéndolo también las diosas.

CANTO VI El adivino Héleno, cuando decaía en huida el ejército troyano exhorta a Héctor para que haga un sacrificio público a Atenea en la fortaleza . Así pues él, habiéndose reanudado la lucha rápidamente, marcha a la ciudad; en este combate, Diomedes y Glauco, jefe de los licios, encaminándose al lugar de la lucha, antes de llegar a las manos, habiendo recordado la hospitalidad de sus padres, hecho el cambio de las armas, unen sus diestras . Hécuba y las demás matronas, por consejo de Héctor y de los próceres troyanos, llevan el manto al templo de Atenea y expresan sus votos por la salvación de la patria. Mientras tanto Héctor, en su casa, hace volver a Paris reprendiéndolo en el campo de batalla a su esposa Andrómaca, la buscó en vano en sus habitaciones y salió finalmente de la ciudad por la puerta Escea; la encuentra con su hijo Astianacte y les habla por última vez. Armado, Paris alcanza a su hermano en el camino .

CANTO VII Héctor y Paris impulsan a los aqueos para que vuelvan a la batalla, combatiendo ya sea con armas iguales o mejores; lo cual, para que sea terminado finalmente, de acuerdo con el designio de Atenea y de Apolo, y la persuasión de Héleno sea provocado cada uno con la mayor fuerza posible por parte de Héctor para un combate cuerpo a cuerpo. Agamenón disuade a Menelao que se muestra alegre y confiado mientras los demás vacilan; al poco instigados por Néstor salen a combatir nueve héroes de cuyas suertes señala el suceso Áyax Telamonio. Se reúnen Héctor y Áyax y pelean duramente, mientras bajo la noche apartan a éstos, iguales en fuerzas, habiéndoles dado a su vez regalos. En los banquetes públicos Néstor hace el recuento de los cuerpos de los caídos que deben sepultarse y los campamentos que deben fortificarse.

CANTO VIII Zeus pide a los dioses llamados a asamblea que no se presenten en la batalla contra ninguno de los dos pueblos, y es llevado en su carroza al monte Ida. Desde ahí contempla durante la mañana a los ejércitos que combaten en dudosa victoria; después habiendo pesado cuidadosamente sus suertes en la balanza del destino, y lanzando sus terribles rayos, pronostica la muerte a los aqueos . Hera en vano pide a su aliado Poseidón que le sean apartadas a aquellos toda clase de ayudas; después vuelve Agamenón, levantando los ánimos y señala que Zeus se le ha mostrado propicio. Ya los aqueos, algún tanto superiores, repelen a los troyanos en un nuevo encuentro, y Teucro hiere a muchos de aquéllos con sus flechas y a su vez es herido por Héctor. Una vez más, se lanzan a la huida los aqueos cuando Hera y Atenea se preparan a marchar a Troya para llevar auxilio; pero Zeus habiéndolas visto desde el monte, las rechaza inmediatamente por medio de Iris .

CANTO IX NARONAYEntre los aqueos, una vez pasado el peligro, aterrorizados y rechazados de momento, convoca Agamenón ocultamente a los jefes a quienes el rey les señala la determinación de huir y dirigir la navegación durante la noche. Diomedes y Néstor lo desaconsejan de este torpe intento. Se colocan fogatas en las trincheras de los campamentos, se prepara una cena en la tienda de Agamenón y después de la cena se trata a toda costa de hacer las paces con Aquiles y atraerlo al ejército. El propio Agamenón mandó decir que si cedía en su enojo ante la pública necesidad, le prometía devolverle intacta a Briseida y magníficos regalos. Néstor envió con estas condiciones a varios escogidos, como Fénix a quien el padre de Aquiles lo había hecho mentor en su juventud, Áyax el mayor, Odiseo y dos embajadores de paz..

CANTO XElectos los vigías, Agamenón en unión con su hermano Menelao llama a Néstor y a los demás jefes y hacen guardia con ellos ante el foso. Toman determinaciones ahí mismo donde habían sufrido las calamidades y envían como observadores a Diomedes y a Odiseo. Habiendo avanzado éstos algún tanto, un ave de raudo vuelo ofreció próspero augurio. Al mismo tiempo había salido cierto troyano, Dolón, que había sabido las determinaciones de los aqueos, e incitado por las promesas de Héctor, fue aprehendido por los que se habían adelantado más hacia la base naval. Implorando éste por su vida, denunció todos los sitios de los campamentos y a dónde se dirigía Reso, el rey de los tracios, pero sorprendido por Diomedes fue asesinado.

CANTO XIArmado Agamenón con espléndidas armas conduce por la mañana a sus tropas a las filas de combate; lo mismo hacen Héctor y los otros príncipes de Troya. Ante el insólito valor de Agamenón que enardece a la turba desconocida, se excitan los troyanos y se inicia una gran batalla. El mismo Héctor apartado por mandato de Zeus hasta las murallas de la ciudad, evita el coraje del enardecido adversario, mientras aquél se marcha del combate mal herido. Realizado esto, Héctor vuelve a pelear e infunde a los suyos un nuevo valor. Diomedes, Odiseo y Áyax vuelven a la decaída batalla; pero Diomedes herido por Paris se regresa violentamente hacia las naves ; asimismo Odiseo herido por Soco y muerto aquél, viéndose rodeado por los troyanos, se libra del combate ayudado por Menelao y Áyax.

CANTO XII Rechazados los aqueos contra las murallas (hecho abominable a los dioses; a ellos mismos los rechazan detrás de la misma ciudad), ven que los troyanos se dirigen a las naves y que están a punto de atravesar ya el fos. Desconcertados al principio por lo difícil del momento bajan de los carros por consejo de Polidamante y corren divididos en cuatro grupos. Asio se atrevió a atacar una de las puertas desde su carro y fue rechazado por los dos Lapitas con gran matanza de los suyos . Polidamante interpretó augurios

adversos que no intimidaron a Héctor en perseguir a los enemigos. Éstos aunque molestados por un viento tempestuoso, defienden sus trincheras con suma fortaleza, estando en los primeros lugares los dos Áyax.

CANTO XIII Pasando el muro los troyanos, por diversas partes, matan a los aqueos, cuando Poseidón conmovido por la calamidad en su interior por Zeus, se acerca a los que defendían las naves. Oculto bajo forma humana para animar a los que se detenían, exhorta primero a los dos Áyax y después a los demás capitane. Así los Áyax y otros, rechazan a Héctor de la matanza de las naves en plena fila de combate; al poco, Idomeneo, movido por Poseidón a combatir, habiéndose unido con Merión, socorre por la izquierda a los afligidos aqueos. Después se traba un feroz combate en el que Zeus favorece a los troyanos y Poseidón a los aqueos. Sobresale entre éstos, el valor de Idomeneo. Éste, da muerte a Otrioneo, Asio y Alcátoo y asimismo, en compañía de Merión, Antíloco y Menelao lucha con superioridad contra Eneas, Deífobo, Héleno y Paris.

CANTO XIV

Néstor, atemorizado por el clamorío del combate, sale de su tienda en la que aún se curaba Macaón, para explorar los hechos en el lugar en que se realizaban. Agamenón, Odiseo y Diomedes, doliéndose aún por las heridas, le salen al encuentro cambiándose de lugar por la misma causa; el primero de los cuales angustiado por el éxito de la guerra y viendo ahora abierta la muralla, reflexiona sobre la huida. Odiseo reprueba esta determinación, y así Diomedes persuade a todos a que vuelvan a la batalla y que con su presencia ayuden a todos, dándoles certidumbre y consejos; al mismo tiempo Poseidón conforta a Agamenón que ya se iba y da fortaleza al ejército. Mientras tanto Hera, para elevar la moral de los aqueos, se arregla en su persona y se prepara delante de Zeus en el monte lda para atraerlo con todos los halagos de una esposa; para lo cual se coloca el cíngulo de Afrodita y hace venir desde Lemnos al dios Sueño, quien lo entretiene en el estado de descanso.

CANTO XV Despertando de su letargo Zeus, ve a Poseidón dando ayuda a los troyanos contra los aqueos. Enseguida, reprende ásperamente a Hera y manda llamar del Olimpo a Iris y Apolo; se sirve de ellos como de sus ministros para restituir sus fuerzas a los troyanos y simultáneamente predice toda la serie de designios hasta la destrucción de la ciudad. Habiendo regresado Hera a la morada de los dioses, Ares sabe por ella lo referente a la muerte de su hijo Ascálafo y se apresta para la venganza; Atenea reprime su cólera . Apolo e Iris se presentan ante Zeus y por mandato de éste obliga a Poseidón bajo amenazas a que abandone la guerra. Éste a pesar de estar lleno de temor aún se atreve a resistirse. Apolo alienta a Héctor, ya sanado y retirado del combate por esa causa, y renueva la suerte de los troyanos. Héctor acomete a los fortísimos aqueos que dejando de combatir se retiraban a las naves; mata a una parte de ellos; a otros los hace huir, yendo delante el dios, quien agitando su égida estremeció de temor a los aqueos y fortaleció a los troyanos, pues derribando el muro, preparó el camino para destruir al ejército.

CANTO XVI Aquiles le presta a su amigo Patroclo que le suplicaba y pedía ayuda, sus propias armas y tropas para salir a combatir bajo la condición de que se contentase con rechazar a los troyanos de las naves y no se expusiese a mayores peligros. Debilitado ya el mismo Ayax, no pudo impedir que se pusiese fuego a la nave. Visto lo cual Aquiles, llama a su amigo a las armas, prepara las filas de los suyos, les habla y hechas las libaciones y las preces los despide. De pronto, habiendo visto el jefe de los mirmidones, aterrorizados a los enemigos, el engaño de la figura de Aquiles, libra del ataque a la nave y apaga el incendio. Comienza de nuevo la batalla y a los que huian cegados por el pavor, los persigue sobre la trinchera y aun a campo abierto. Enseguida, Glauco mata a Sarpedón, hijo de Zeus, habiendo quedado asi vengadas las matanzas. Éste juntamente con Héctor y otros de los en terrible combate con los aqueos que arrastraban los despojos, les quita el cuerpo de Sarpedón. Apolo ve esto y por mandato de Zeus es lavado el cuerpo y ungido y llevado a Licia por sus amigos.

CANTO XVII Muerto Patroclo, Menelao mata a Euforbo y lo despoja de sus armas. Héctor por consejo de Apolo dejando de perseguir a Automedonte le quita los despojos y regresa, mientras Menelao hace venir a Áyax el mayor, para que cuide el cadáver. Héctor se retira ante Áyax, pero incitado por la reprensión de Glauco vuelve nuevamente, luciendo soberbiamente las armas de Aquiles, a fin de arrebatar el cuerpo y lleno de fortaleza anima a cada uno de los suyos en el mismo campo de batalla; simultáneamente llamados por Menelao acuden con presteza los más valientes aqueos . Así en un mismo lugar se origina un terrible combate entre Menelao y Héctor con cada una de sus tropas y pelean uno y otro con distinta suerte. Ellos para defender el cuerpo de Patroclo y éstos para que lo arrastren y sea causa de ludibrio. Zeus vuelve el vigor a los caballos de Aquiles que se dolían por la muerte de Patroclo y Automedonte los regresa al combate en unión con Alcimedonte.

CANTO XVIIIRecibida la noticia de la muerte de Patroclo, Aquiles se entrega a la desesperación y a los lamentos . Ante estas lamentaciones despertada Tetis, llega desde el mar con su cohorte de Nereidas para consolar a su hijo; a quien cuando ve lleno de ambición de vengarse de Héctor, aunque aquello habría de ser decidido por el destino, difiere su deseo para el último día, pero le promete que le llevará armas nuevas fabricadas por Hefesto

CANTO XIX A la salida del sol, Tetis le da a Aquiles las armas que había hecho Hefesto y lo excita nuevamente a la alianza para la guerra; pues el cuerpo de Patroclo derrama divinos olores a fin de que dure incorrupto para la sepultura. Aquiles, reuniendo una samblea, olvida su ira, y pide continuar la guerra cuanto antes. Por su parte Agamenón confiesa su error y una vez reconciliado, ofrece los dones prometidos por medio de su legado Odiseo; pero olvidándolos él, tal vez con intención de vengarse, apremia a comenzar la batalla. Finalmente cede ante Odiseo y espera hasta hallarse presente al que lo aconsejaba mientras las tropas tomaban el desayuno y recibe ante la asamblea los dones y a la hija de Brises, causa de la discordia a la que Agamenón juró devolverla intacta mediante un sacrificio expiatorio..

CANTO XX Preparados ambos ejércitos y llamados los dioses a la asamblea, Zeus les permite que cada uno socorra a cualquiera de los dos que desee a fin de que no madure la matanza para los troyanos por la crueldad de Aquiles. Así marchan a la guerra, Hera, Atenea, Poseidón, Hermes, Hefesto, para ayudar a los aqueos; y Ares, Febo, Artemisa, Latona, Janto y Afrodita, a los troyanos. Las tierras celebran con estremecimiento y temor la entrada de los dioses. Antes del comienzo de la batalla, Febo excita a Eneas contra Aquiles que amenazaba a Héctor. Mientras tanto los dioses por convencimiento de Poseidón se sitúan alejados del combate. A varias provocaciones sigue el combate de Aquiles con Eneas a quien Poseidón libra por medio de una nube, pues según los oráculos le tenía destinado un reino entre los troyanos ; Héctor, que está por agredir a Aquiles, es rechazado por Febo.

CANTO XXI Aquiles acosa a los troyanos, parte hacia la ciudad y parte hacia el Janto (el Escamandro) y habiendo despedazado a muchos en el río, conserva a doce jóvenes vencidos, para las exequias de Patroclo. Ahí mismo mata a Licaón, hijo de Príamo a pesar de sus súplicas ; después a Asteropeo, jefe de los peonios junto con otros de aquel pueblo, habiéndose librado del enfurecido río desigual en fuerza. Continuaba la matanza hasta que Janto, obstruido por el número de cadáveres, compadeciéndose, mandó que su cauce se desbordara contra él. Apenas se escapaba Aquiles cuando de nuevo tenía que saltar; pero el río enfurecido lo sumergía en sus ondas y perseguía al que volvía a escapar. Ya le faltaban las fuerzas al que luchaba entre las olas, pero Poseidón y Atenea se las aumentaban; entonces Janto que estaba demasiado irritado, llamó en su ayuda a Simóis, pero Hera llamó a Hefesto que quemó el campo y al río y ni las llamas lo detenían si no las hubiese aumentado la misma diosa. Se iniciaron después combates personales entre los demás dioses: Ares, Atenea, Afrodita, Febo, Poseidón; Hera, Artemisa; Hermes, Latona.

CANTO XXII Ambos ejércitos se habían puesto en lugar seguro en el campo, cuando Héctor, estando él solo, permanece frente a Aquiles que volvía de perseguir a Febo. Desde el muro querían detener a Héctor sus parientes que lloraban desolados. Vanamente, porque a éste el pudor y a aquél el afecto les impedía retirarse del lugar; sin embargo, apareciéndosele un dios bajo aspecto de hombre, hizo huir a Héctor atemorizado. Lo persiguió fieramente Aquiles y dio tres vueltas alrededor de la muralla. Entre tanto Zeus, compadeciéndose de Héctor, pesó su destino en la balanza y decretó su muerte. Febo lo abandonó al instante y Atenea lo incitó a combatir bajo la apariencia de su hermano Deífobo. De esta manera los héroes se unen en singular combate en el que estando presente Atenea, ayuda a Aquiles y se burla de Héctor con terrible engaño. Finalmente, Aquiles, en lo más álgido del combate lo atraviesa con su lanza, lo despoja de sus armas e insultándolo y manchándose de ignominia, insulta a los suyos y atado a su carro lo arrastra hacia la base naval . Toda la ciudad llora la muerte de su querido Héctor y gritan amargamente sus parientes desde la muralla y Andrómaca es llevada a su casa.

CANTO XXIII Los mirmidones dejan sus armas alrededor del féretro de Patroclo, yendo delante Aquiles quien poco después les prepara el banquete fúnebre. Él mismo cena ante Agamenón y anuncia las exequias para el próximo día. A la siguiente noche se le presenta durante el sueño la imagen de Patroclo que le pide justos funerales. Por mandato de Agamenón se llevan leños por la mañana, se presenta el cuerpo y se dispersan las caballerias de Aquiles y de los demás; sacrificadas ante él muchas víctimas y los doce jóvenes troyanos, se hace la hoguera, se enciende y arde con el soplo del Bóreas y del Céfiro, mientras el cuerpo de Héctor es preparado por Afrodita y por Febo. Al día siguiente se recogen y llevan a la urna los huesos de Patroclo para que estén algún dia, según promesa hecha, junto con los de Aquiles; se levanta también un túmulo improvisado. Aquiles añade en honor del difunto, certámenes de varias clases en los que se llevan premios y regalos los principales jefes aqueos. En equitación: Diomedes, Antíloco, Menelao, Merión, Eumelo y Néstor en pugilato: Epeo y Eurialo; en lucha: Áyax Telamonio y Odiseo; en carreras: Odiseo y Áyax el menor, así como Antiloco; en competencia de armas: Diomedes y Áyax Telamonio ; en disco: Polipetes ; en flechas: Meriones y Teucro; y lanzando dardos: Agamenón y Meriones.

CANTO XXIV Terminados los juegos, los aqueos se entregan a la cena y al sueño; Aquiles permanece insomne y durante la mañana arrebata el cadáver de Héctor atado al carro cerca del túmulo de Patroclo, repetida esta profanación ante los dioses durante varios días, parte se duelen de ello, parte se alegran; compadecido Febo, que guardaba aun íntegro el cuerpo, se queja ante todos gravemente , y por esto Zeus, llamando a Iris por medio de Tetis, manda a Aquiles que desista de tanta crueldad y que no rehúse devolver el cuerpo a los que quieren redimirlo; al mismo tiempo y por su mandato, Iris exhorta a Príamo a que, pagado el rescate de redención, reciba a su hijo. Se llevan a cabo estas gestiones doce días después de la muerte de Héctor. Príamo, durante la noche, al igual que Hécuba y todos los demás troyanos, reúnen preciosos dones y cargan con ellos un carro conducido por el pregonero Ideo y manda que se prepare otro. Entonces hechas las libaciones y aceptado el augurio directo, comienzan a recorrer el camino. Hermes llega ante Príamo por mandato de Zeus, y lo lleva a la tienda, sirviéndole de vigía durante el tiempo dedicado al sueño. Aquiles, vencido fácilmente por las súplicas del rey, recibe el precio de la redención, le devuelve el cuerpo lavado, envuelto en túnicas y concede once días de tregua para la sepultura y of reciéndole honrosa cena lo manda a descansar. Al amanecer del dia siguiente, conduciéndolos Hermes, Príamo lleva el cuerpo a la ciudad a cuya vista salieron todos los troyanos con grandes lamentos; colocado poco después en palacio, después de haberse presentado los cantores, lloran Andrómaca, Hécuba y Helena. Hecha después la pira, se celebra el funeral y el banquete.

OPINION SOBRE EL RESUMEN DE LA ILEADA

En lac novela el Canto I se menciona cuando Hefaisto consuela a su madre por la negativa de Zeus a declarar cual era su voluntad respecto a la Guerra de Troya ya que la madre de Hefestos intuía que Zeus iba a favorecer a Tetis permitiendo la derrota de los aqueos. Le dieron como esposa a Afrodita, quien constantemente lo engañaba con otros dioses y mortales, pero sobretodo con el dios Ares, quien con su presencia opacaba al dios herrero, que aparte de cojo era deforme. En la Iliada aparece como parcial de los aqueos (Canto XX) cuando por pedido de su madre, ayuda a Aquiles a luchar contra el río Janto, que pretendía matar al héroe griego para defender a los troyanos. Hefaisto activó todos sus hornos al mismo tiempo y empezó a quemar la llanura haciendo que el Janto desistiera de su propósito.

la Iliada aparece como partidario de los troyanos, siendo el héroe Héctor, el de tremolante casco, su protegido predilecto. Atenea ayudó a Diomedes en el Canto V a luchar contra él, quitándole la niebla que como todo mortal tenía delante de los ojos y que evitaba que pueda ver a los dioses

Canto XVIII, se relata que al nacer su aspecto esmirriado y poco agraciado disgustó a su madre Hera, quien lo arrojó del Olimpo al mar donde fue rescatado por Tetis y en cuya gruta submarina creció, instalando su primera fragua en ese mismo lugar. Esta es la razón de su condescendencia hacia Tetis al preparar la nueva armadura de su hijo Aquiles. Al enterarse de que su madre lo había despreciado, decidió, primero asegurarse de esa información y luego vengarse de ella. En la fragua que se le concedió en el Olimpo forjó un trono de oro que regaló a Hera. Al sentarse en él, Hera quedó aprisionada por un mecanismo especial y su hijo no la soltó hasta que confesó y le pidió perdón por haberlo arrojado del Olimpo por ser feo. Luego se reconcilió con ella, a tal punto que reclamó airadamente a Zeus el haberla colgado de las muñecas con yunques en cada pie por la revuelta que la diosa había organizado. Ante esto, Zeus lo lanzó por segunda vez del Olimpo, cayendo en la isla de Lemmos. Si bien sanó con ayuda de los habitantes de la isla, con el impacto se quebró las dos piernas y quedó cojo para siempre: sólo pudo movilizarse en muletas cuando Zeus lo perdonó y volvió a ocupar su lugar en el Olimpo.

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