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Las Creencias Religiosas En Bizancio Durante El Mandato De Heraclio


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2012  •  582 Palabras (3 Páginas)  •  520 Visitas

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Las creencias religiosas en Bizancio durante el mandato de Heraclio:

Exposición de la fe ortodoxa, hecha por el piísimo señor nuestro que Dios nos lo conserve, el gran príncipe Heraclio, en ocasión del altercado promovido por algunos, al requerimiento de proceder de acuerdo en todo con los cinco concilios santos y universales, la cual con mucha satisfacción y con la gracia (divina) formularon los prelados de las sedes patriarcales, y de buen grado consintieron en ella, con objeto de llevar la paz a las santas Iglesias de Dios.

Creemos en el Padre y en el Hijo y el Espíritu Santo, trinidad consustancial, una deidad o naturaleza y esencia, y fuerza y potestad en tres subsistencias, la unidad en la trinidad y la trinidad en la unidad; unidad ciertamente, en razón de la esencia de su divinidad; trinidad, asimismo, según subsistencias o personas. Y ni por confesar que son uno según la esencia, suprimimos la diferencia de personas, ni por confesar la trinidad de personas, negamos la única deidad. Un Dios Padre, un Dios Hijo y un Dios Espíritu Santo, un sólo Dios en estos tres, por razón de su misma e inmutable deidad. (...) La deidad es uno en tres, pues, como dice el gran Gregorio en su teología, y tres en uno en los cuales está la deidad, o sea que verdaderamente cabe decir que es la divinidad. Confesamos pues, en la Santa Trinidad un hijo de Dios unigénito, verbo de Dios, engendrado por el Padre antes de todos los siglos, luz de luz, esplendor de gloria, hecho de la misma sustancia que el Padre (...)

Al cristo compuesto, pues, glorificamos, siguiendo la doctrina de los santos padres. Por el misterio que en Cristo hay, la unión por la composición elimina la confusión y la división. Y conserva la propiedad de ambas naturalezas, con una sola sustancia, y muestra una persona del Verbo Divino con su carne animada intelectualmente; y no hemos introducido nosotros una cuaternidad en vez de santa trinidad; carezca, pues, la santa trinidad del aditamento de una cuarta persona, y reciba el nombre de Verbo de Dios el de ella (la Virgen María) encarnado.

De ahí que reconocemos un sólo hijo señor nuestro Jesu Cristo (que procede) del Padre sin tener principio, y de madre intacta, constituído antes de los siglos y en los últimos tiempos, impasible y pasible, visible e invisible, de quien predicamos milagros y padecimientos.

Estos dogmas de piedad nos trasmitieron quienes desde los inicios (de la Iglesia) los vieron presencialmente y fueron hechos ministros de la palabra, y sus discípulos y sucesores; y, a continuación, los doctores de la Iglesia inspirados por Dios, y también los cinco santos sínodos universales: el de Nicea, el de esta regia ciudad (de Constantinopla), el primero de Efeso, el de Calcedonia, y de nuevo el de Constantinopla que fue el quinto de los concilios (ecuménicos) celebrados. Y siguiendo en todo a estos concilios, y aceptando

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