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Las Cyborgs. Ciberfeminismo


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2012  •  2.071 Palabras (9 Páginas)  •  416 Visitas

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Las cyborgs

Ciberfeminismo

¿Por qué hay tan sólo unas pocas mujeres en posiciones visibles de liderazgo en el mundo electrónico? ¿Por qué las mujeres programadoras y las hackers son sólo una pequeña minoría, frecuentemente considerada como una anomalía?

Ser grrrl significa ser una chica muy cool con tenacidad para “surfear” la Red, trabajar on-line con otras jóvenes y expandir la presencia de las chicas en las nuevas tecnologías de la información.

Una alianza entre mujeres, maquinaria y nuevas tecnologías esta surcando con graciosos gestos el ciberespacio. Aunque todavía las féminas que forman parte de este movimiento, prefieren evitar las definiciones, hay algunas cuestiones básicas sobre las cuales se asienta el Ciberfeminismo. Una de ellas es la idea de que, en conjunción con la tecnología, es posible construir la identidad, la sexualidad, e inclusive el propio género como a cada quien le plazca. Puerta de entrada conceptual para la rotura de muchos de los estereotipos genéricos que todavía existen.

En plena convulsión revolucionaria, a fines del S. XVIII, cuando en Francia la monarquía caía y los ciudadanos se planteaban nuevos derechos y nuevas formas de organización política, Mary Wollstonecraft (1759-1797) escribía en Inglaterra “A vindication of the Rights Women” (1792), 300 páginas en donde por primera vez las ideas de la Iluminación eran aplicadas a la situación de las mujeres. Aparte de convertirse en un best-seller rápidamente, esta obra fue la piedra fundacional del feminismo moderno. Mary consideraba esencial para la liberación femenina del yugo patriarcal la educación de las mujeres, ya que en esa época era poco común que una dama estudiara y ganara su propio dinero trabajando. Fue así que en 1783, cuando por fin consigue ahorrar el dinero necesario, funda una escuela para mujeres en Newington Green, un suburbio al norte de Londres.

Sin duda, en estas dos centurias transcurridas desde que esta activista británica lanzara su vindicación en pos de un trato igualitario entre hombres y mujeres, las cosas han cambiado algo en el ámbito de las desigualdades de género, y estos cambios están íntimamente relacionados con el universo tecno-científico en que transcurre nuestra contemporaneidad.

¿ Por qué hay tan sólo unas pocas mujeres en posiciones visibles de liderazgo en el mundo electrónico? ¿ Por qué las mujeres programadoras y las hackers son sólo una pequeña minoría, frecuentemente considerada como una anomalía?

Aunque las mujeres han hecho algunas de las mayores contribuciones para las invención de las computadoras y la programación de las computadoras, siguen siendo aún una minoría a la retaguardia. Estas son algunas de las preguntas que se hacen las mujeres enroladas en el movimiento de límites brumosos llamado ciberfeminismo.

Una de las guías intelectuales de las mujeres cibernéticas es Donna Haraway, una reconocida catedrática que dicta clases de Historia de la Conciencia en la Universidad de California, Santa Cruz (EE.UU). Sus ideas han desencadenado una explosión de debates en áreas tan diversas como la primatología, la filosofía y la biología evolucionista.

Ella fue quien en 1985 lanzara el polémico ensayo (quintaesencia del ciberfeminismo) "The Cyborg Manifesto” (que forma parte del libro Simians, Cybors and Women. The Reinvention of Nature, D. Haraway 1991), incorporado actualmente en la currícula de numerosas universidades estadounidenses. Uno de los planteos que allí realiza, es el de trocar el concepto de cyborg (cybernetic organism), invento surgido de la carrera armamentista desarrollada durante la Guerra Fría, en una herramienta para la lucha feminista.

El cyborg es un producto de la ciencia y la tecnología. Un autómata con autonomía incorporada. En una de sus declaraciones más provocativas Haraway (quien no se reconoce como ciberfeminista) dice: “somos todas/os cyborgs”.

La propuesta es comenzar a pensarse como nodos de un sistema de redes que se retroalimentan constantemente, de manera que esta nueva entidad ontológica viene a desbrozar muchas de las grandes dicotomías del pensamiento occidental: naturaleza/cultura, ego/mundo, máquina/humano, etc.

Pero no se trata solamente de la libertad para construir la propia individualidad, sino también de la posibilidad de estar en Red. Por eso los módems (por ahora) están en el centro de la política cyborg.

No es una motherboard

En septiembre del año pasado se desarrolló el Documenta X, una de las más grandes muestras de arte contemporáneo del mundo (que comenzó a realizarse en los años ´50), que se realiza cada cinco años en Kassel (Alemania). En el marco de este mega evento, tuvo lugar el 1º Encuentro Internacional Ciberfeminista (EIC).

Alla Mitrofanova, filósofa rusa y crítica de arte (de San Petesburgo), participó en este primer encuentro. En su lectura frente a las otras 36 mujeres que participaron del evento, lanzó una sugestiva afirmación de cómo ella consideraba a este movimiento de mujeres conectadas: "(Cyber)Feminism is a browser through which to see life". Frase arriesgada, si se considerada que las ciberfeministas son reacias a definirse.

En aquella ocasión, las chicas (provenientes de Europa, EE.UU, Australia y Rusia) rehusaron plantearse límites claros y, haciendo gala de su estilo paródico, en este primer encuentro formularon las “100 Anti-tesis” que definen lo que el ciberfeminismo no es. Algunas de estas irónicas definiciones por la negativa son las siguientes: “el ciberfeminismo no es una fragancia, no es una institución, no es una estructura, no es sin conectividad, no es natural, no es triste, no es una motherboard, no es un trauma, no es romántico, no es posmoderno, no es lacaniano, no es un espacio vacío...”, y la lista continua alegremente hasta llegar a las 100 negaciones constitutivas.

Las edades de las mujeres que pasaron esa semana reunidas, reflexionando y realizando diversas experiencias munidas de sus computadoras y conectadas a la Red, iban desde los 18 a los 55 años.

En esta ocasión se hizo imposible no nombrar las diferencias que hay entre estas feministas telemáticas y aquellas de antaño (que no utilizaban las computadoras como herramienta política). En general, en el EIC se vislumbró un cierto repudio al estilo “setentista” del feminismo, por su carácter anti-tecnológico, lo que lo convertiría en irrelevante para la actualidad de las mujeres que hoy interactuan con las nuevas tecnologías. Sin embargo, Las ciberfeministas más críticas consideran que este repudio al feminismo histórico es problemático porque tira por la

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