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Las Epidemias En El Renacimiento


Enviado por   •  1 de Octubre de 2014  •  687 Palabras (3 Páginas)  •  1.123 Visitas

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Las enfermedades epidémicas

Entre los siglos XVI y XIX las epidemias siguieron causando estragos en Europa. Hubo brotes devastadores de tifus y peste bubónica. Las epidemias de esta primera pare de la edad moderna obligaron a los médicos a adoptar una visión realista de la medicina.

Las condiciones de salud no eran ni mejores ni peores que habían sido en siglos anteriores. Pero el estilo de vida urbano facilitaba el desencadenamiento de las enfermedades: la higiene era deficiente, había una carencia de instalaciones sanitarias, la depuración de aguas residuales era inadecuada, las ciudades estaban sucias, no existían leyes de salud pública, las fuentes de agua estaban contaminadas y la suciedad y la aglomeración humanas trajeron irremediablemente plagas de ratas, piojos y chinches, que eran portadores de infecciones.

Las epidemias de tifus se extendieron por todos los países europeos a través del comercio con el exterior. Las habitaciones oscuras contribuían a aumentar los índices de tuberculosis. Pues no se entendía el valor del aire fresco, las puertas y ventanas se cerraban cuando alguien estaba enfermo. Se bloqueaban o enladrillaban las ventanas de los hospitales y casa por razones económicas.

Una tercera parte de la población de Londres falleció durante las epidemias. La viruela fue la responsable del fallecimiento o la desfiguración de una de cada diez personas en Europa. Los emigrantes transmitieron la viruela a los nativos. Las epidemias de cólera eran frecuentes y más graves en los suburbios.

El hogar de quien contraía la peste era precintado y los miembros sanos de la familia quedaban prisioneros de la casa y de la enfermedad. El encierro solía durar como mínimo un mes. Los médicos que atendían a los apestados llevaban una extraña indumentaria: una larga bata de cuero roja o negra, guantes de cuero, una máscara con aberturas de vidrio para los ojos y un largo espolón lleno de fumigantes y antisépticos. También llevaban un recipiente con especias de olor dulce en un absurdo intento de paliar la fetidez del aire. En las calles se encendían hogueras para ayudar a purificar el aire.

La propagación de la sífilis llegó a ser tan extensa que podría catalogarse como una de las grandes plagas. Se creía que se propagaba de la misma forma (proximidad con la persona contagiada). Se desconocía la naturaleza sexual de esta enfermedad, por lo que no causaba ningún tipo de estigma social. Las actitudes sociales cambiaron rápidamente cuando la gente empezó a comprender que la sífilis se transmitía a través de las relaciones sexuales. Los cirujanos barberos trataban las úlceras sifilíticas con ungüentos que contenían mercurio; esta terapéutica resultaba extremadamente dolorosa.

Los hospitales y los reformadores

La Reforma trajo consigo un amplio movimiento, dirigido por Martin

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