Las batallas en el desierto

Las batallas en el desierto

Se describe como era antes, entonces no había televisión, solo la radio con programas como Tarzán, El llanero solitario, La Dra. Corazón desde su clínica de Almas. El gobierno estaba mal, los periódicos ya hablaban de que el mundo pasaba por un momento muy angustioso. Las cosas iban mal y raras gracias Miguel Alemán Valdés, México comenzaba a influenciarse por cosas distintas, nos modernizábamos incorporando a nuestra habla términos en inglés y empezábamos a comer hot dogs, pays, hamburguesas, la Coca Cola, que dejó a un lado las aguas frescas. Los profesores como castigo ponían a escribir una y otra vez una frase creyendo que así se comportarían.

Enseñaban geografía: los ríos cuando aún quedaban ríos, y se veían las montañas, todos se quejaban de la delincuencia, el ruido, el tráfico, la corrupción y miseria de todos, comenzaban a salir autos producidos después de la guerra.

En los recreos comían tortas de nata que no se volverían a ver jamás.

Jugaban en dos bandos: árabes y judíos. Acababa de establecerse Israel y había

guerra contra la Liga Árabe. Los niños que de verdad eran árabes y judíos sólo se

hablaban para insultarse y pelear. Bernardo Mondragón, era un profesor, decía:

Ustedes nacieron aquí, son tan mexicanos como sus compañeros. No hereden el odio. Después de cuanto acaba de pasar, el mundo de mañana, el

mundo en el que ustedes serán hombres, debe ser un sitio de paz, un lugar sin

crímenes y sin infamias.

Era extraño que si el padre de Jim tenía un puesto tan importante en el gobierno y una influencia decisiva en los negocios, Jim estudiara en un colegio de mediopelo, propio para quienes vivían en la colonia Roma, no para el hijo del poderosísimo amigo íntimo y compañero de banca de Miguel Alemán, aún más indescifrable resultaba que Jim viviera con su madre no en una casa de Las Lomas, o cuando menos Polanco, sino en un departamento en un tercer piso cerca de la escuela.

Un día en el receso Carlitos le mostraba uno de sus libros a Jim, cuando Rosales, quien nunca se había metido con él le grito groserías a ambos, entonces Carlitos se le fue encima a golpes, el profesor los separó. Carlitos con un labio roto, y Rosales con sangre de la nariz que le manchaba la camisa. El pleito convenció a Jim que Carlitos era su mejor amigo, y ese día lo invito a merendar, el departamento olía a perfume, estaba ordenado y muy limpio, muebles flamantes y muchas fotos de su mama, de Jim y de su papa con el presidente.

Al instante de que Carlitos vio a la madre de Jim, se enamoró de ella, el no creía que su madre fuera tan joven, al llegar

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