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Leyendas De Tabasco


Enviado por   •  7 de Junio de 2013  •  781 Palabras (4 Páginas)  •  620 Visitas

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Leyendas de Tabasco: Leyenda de Xtabay

lunes, 20 de junio de 2011. Publicado por Sr. C en 16:33

Aquí un nuevo relato que pertenece a una de las tantas leyendas de Tabasco, estado Mexicano que aunque sin proponérselo o tal vez sí, nos da una moraleja conocida espero sea de su agrado.

Vivían en un pueblo dos mujeres, a una los vecinos apodaban Xkeban, es decir “pecadora”, y a la otra llamaban Utz-Colel, es decir, buena mujer. La Xkeban era muy hermosa, pero continuamente pecaba por amor y deseo. Por tanto, las gentes de moral recta e intachable la despreciaban y se alejaban de ella como cosa de peste. En más de una ocasión tuvieron la intención de lanzarla fuera del pueblo, pero al final prefirieron tenerla a la mano para despreciarla. La Utz-Colel era virtuosa, recta y austera, así como hermosa. Nunca había hecho un desliz de amor y recibía la estima de todo el vecindario.

No obstante sus pecados, Xkeban era muy compasiva y bondadosa ayudaba a los mendigos que se cruzaban con ella, cuidaba a los enfermos abandonados, salvaguardaba a los animales, era humilde de corazón y sufría resignada los insultos de la gente. Aunque físicamente virtuosa, Utz-Colel era rígida y dura de carácter, despreciaba a los humildes por considerarlos inferior a ella y los enfermos le causaban repugnancia.

Su vida era recta como un palo, pero su corazón era de serpiente. Un día, los vecinos no vieron salir de su casa a la Xkeban, pasó otro día y la misma cosa y otra y otra. Se pensó que Xkeban había muerto, en la soledad, con los animales cuidando su cuerpo, lamiendo sus manos y espantando a las moscas. El perfume que emanaba de su cuerpo se percibió por todo el pueblo. Cuando la noticia llegó a oídos de la Utz-Colel, se rió con desdén.

Es imposible que el cuerpo de una gran pecadora, libere este perfume, dijo. En lugar hederá a carne podrida. Pero curiosa como toda mujer quiso percatarse por sí misma sobre este rumor. Fue al lugar y sintió el aroma perfumado, dijo al fin con sarcasmo “Debe de ser cosa del diablo para engañar a los hombres”, y añadió “Si el cuerpo de esta mujer pecadora huele tan aromáticamente, mi cadáver olerá mejor en su momento”. Al entierro de la Xkeban sólo asistieron los humildes que había ayudado y los enfermos a quien había curado, pero por donde cruzó el cortejo quedo impregnado el perfume, al día siguiente amaneció la tumba cubierta de flores silvestres.

Poco después la Utz-Colel falleció, había muerto virgen y probablemente según la gente el cielo se abriría inmediatamente para recibir su alma. Pero ¡OH SORPRESA! contra lo que ella en su momento pensó al igual que todos, su cuerpo comenzó a desprender un hedor insoportable, como carne podrida de varios días. El vecindario lo atribuyó a malas artes del demonio, y acudieron a su entierro

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