Melchor Muzquiz

Melchor Múzquiz

Fue un presidente interino. Su periodo de presidencia fue del 14 de agosto al 24 de diciembre de 1832.

Nació en Santa Rosa, hoy Múzquiz, Coahuila, el 5 de enero de 1790. A finales de 1811 dejo sus estudios en el Colegio de san Ildefonso para unirse a las fuerzas del insurgente Ignacio López Rayón en Zinacantepec. Ascendido a coronel, combatió a las órdenes del general Guadalupe Victoria. Consumada la independencia, Múzquiz fue gobernador del Estado de México en 1824, comandante militar de Puebla en 1829 y luego general de división. En 1832 fue declarado presidente interino. Durante su gobierno se ordenó la acuñación de la moneda de cobre. Miembro del Supremo poder conservador en 1836. Estuvo casada con la viuda del coronel José Campillo, Josefina Bezares. Múzquiz murió, en condiciones precarias, el 14 de diciembre de 1844 en la ciudad de México. Fue sepultado en el desaparecido panteón del hospital de San Andrés.

Cuando tomo posesión de la presidencia para suplir a Anastasio Bustamante, que salía a combatir a Santa Anna, Melchor Múzquiz advirtió al Congreso la insuficiencia y mala situación en que se hallaba el gobierno, pero había aceptado porque recordaba “que soy mexicano y que debo hacer a mi patria todo el bien que estuviere a mi alcance”. Lo que no le alcanzo fue el tiempo: gobernó apenas cuatro meses.

Ya había sido gobernador del Estado de México y comandante militar de Puebla cuando se le ofreció la presidencia interina. Tenía el aprecio de todo el mundo debido a que era un hombre honrado, además, se reconocía la firmeza de sus propósitos, la sencillez y la humildad en el trato con los demás. Pero, lo más destacado de su conducta era la tendencia a atesorar en las cajas nacionales.

Era un hombre que aborrecía profundamente la corrupción y el robo de los caudales públicos, y exageraba tanto sus previsiones, que le gustaba concentrar el producto de los impuestos en una habitación que hubo que apuntalar para que no se derrumbara por el peso de las monedas. No gastaba ni un solo peso, entregaba siempre cuentas perfectas. Múzquiz fue en México el primero que cobro impuestos por puertas y ventanas.

Pero tanto cuidado en la administración fue inútil, ya que Múzquiz tomo muy en serio su papel de presidente y comenzó a gobernar apoyado en un ministerio formado por hombres de bien. Lucas Alemán era el consejero secreto de Múzquiz.

Su amigo Bustamante lo desairó al negociar con Santa Anna la paz sin tomarlo en cuenta y lo dejo en ridículo. Así que Múzquiz presento al Congreso su renuncia pero le pidieron que siguiera gobernando. Pero Bustamante, Santa Anna y Gómez Pedraza se pusieron de acuerdo para que Gómez Pedraza ocupara la presidencia. Múzquiz se enteró de que ya no era presidente y salió del Palacio nacional y se fue a su casa diciendo: “Conozco la insuficiencia en que me hallo, pero me sobrepongo a todo cuando recuerdo que soy mexicano”.

Días después, Múzquiz reprendió públicamente Gómez de Pedraza, a quien amonesto por la forma en que se introdujo al país y por usurpar una presidencia que legalmente no le correspondía. En venganza, Gómez Pedraza dio de baja del ejército a Múzquiz. Sin embargo, el patriotismo de Múzquiz fue reconocido. Le rehabilitaron su grado de general de división, y luego fue electo presidente del Supremo poder conservador.

La honradez y el honor lo llevaron a la ruina; siempre vivió del sueldo de general. Una vez se encontró con el general Santa Anna y lo regaño públicamente por el mal estado de su uniforme, indigno de un general de división que, además, había sido presidente de la república. Múzquiz respondió que no tenía dinero ni para mandarlo remendar.

Sin más medio de vida que su carrera, a su muerte dejo a su familia en la indigencia, y su viuda se vio en la necesidad de abrir una escuela.

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