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Mio Cid


Enviado por   •  2 de Febrero de 2013  •  Tesis  •  612 Palabras (3 Páginas)  •  1.805 Visitas

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No se conoce con certeza el nombre del autor, aunque Me¬néndez Pidal lo atribuye a dos juglares, uno de San Esteban de Gormaz y otro de Medinaceli, pueblos ambos de la actual provincia de Soria. Se supone que fue compuesto hacia el año 1140. Otros investigadores opinan, en cambio, que se compuso a principios del XIII (1207), e incluso algunos sostie¬nen que su autor pudo ser el propio Per Abatt.

La métrica del poema es irregular, y se compone de series o tiradas de versos sin medida fija, divididos en dos hemisti¬quios irregulares y con una misma rima asonante. La medida de los versos oscila entre las 10 Y 20 sílabas, aunque predo¬minan los de 14, 15 Y 16.

El poema relata la historia de un caballero castellano, Ro¬drigo Díaz, nacido en Vivar hacia 1040 Y muerto en 1099, que había adquirido fama por su valor en la guerra y por sus victorias contra los musulmanes. Había caído en desgracia ante el rey de Castilla y León, Alfonso VI, que por dos veces lo había desterrado y con el que sin embargo acabó recon¬ciliándose. El poema empieza con el segundo destierro del héroe, ignorando todo su pasado, se cambian algunos deta¬lles de la historia (nombre de los personajes, fechas...) y se introducen algunos elementos de ficción, como la aparición del arcángel San Gabriel o el enfrentamiento con un león. En el poema se distinguen tres partes o cantares:

• Cantar del destierro (hasta el verso 1084). El Cid es des¬terrado de Castilla por el rey Alfonso VI. Después de atrave¬sar Burgos, ciudad en la que nadie se atreve a hospedarle por miedo al rey, se separa de su mujer, doña Jimena, y de sus hijas, a las que deja en el monasterio de San Pedro de Cardeña con la promesa de volver a buscarlas. Con unos pocos seguidores leales se dirige a tierra de musulmanes, donde consigue sus primeros éxitos militares.

• Cantar de las bodas. El Cid conquista Valencia a los mu¬sulmanes y se la ofrece al rey, como gesto de reconcilia¬ción. Alfonso VI le corresponde autorizando el casamiento de las hijas del Cid, doña Elvira y doña Sol, con dos nobles castellanos, los infantes de Carrión. Al Cid no le gusta de¬masiado este matrimonio, pero lo acepta para no desairar al rey.

• Cantar de la afrenta de Corpes. Los infantes de Ca¬rrión, que son objeto de burla en la corte del Cid debido a su cobardía, deciden regresar a Castilla. Por el camino, y para vengarse del ridículo sufrido en Valencia, maltratan y abandonan a sus esposas en el robledal de Corpes (en la provincia de Soria). El Cid, tras pedir justicia al rey, se venga posteriormente de ellos y vuelve a casar a sus hijas con los infantes de Navarra y Aragón. Al final, se informa de la muerte del Cid. El Cantar termina de esta manera con la recuperación de la honra, tanto pública como personal, por parte del Cid. La pri¬mera la recupera con las victorias militares y con el perdón del rey, y el honor personal se restituye con las nuevas

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