NIÑOS HEROES

Hoy nos convocamos en la Explanada del Palacio Municipal para rememorar, para honrar a los cadetes, soldados e ilustres paladines.

En el libro de la historia de México se hallan escritas las acciones realizadas por un pueblo orgulloso de su búsqueda por alcanzar y mantener sus anhelos de independencia, soberanía e integridad como Nación y Estado.

Estas aspiraciones a la postre se constituirían en los ideales que alienten permanentemente la vida de los mexicanos.

En las páginas de ese libro podemos conmovernos al advertir las vicisitudes que nuestros antepasados debieron vivir en el camino elegido para hacer realidad sus sueños, episodios de paz y violencia, con triunfos y derrotas, con satisfacciones y pesares, todos ellos habrían de transformarse en una rica enseñanza basada en la experiencia, la cual hoy seguimos recibiendo como generosa herencia que engrandece a las nuevas generaciones de mexicanos.

De los anales históricos destaca, sin lugar a duda, la gloriosa gesta del 13 de septiembre de 1847, acaecida en el histórico Castillo de Chapultepec, en aquel entonces, hogar de nuestro Heroico Colegio Militar; aquel día los cadetes que ahí se preparaban en el arte de la guerra atendieron con madurez, firmeza y decisión, el llamado que nuestra Patria les hizo, y tornaron en realidad el sublime juramento de defender a la Patria con la vida misma.

En la lucha armada que tuvo lugar en ese alcázar, seis jóvenes cadetes, propiamente unos niños, ofrendaron su existencia después de una defensa valerosa y sin cuartel.

Juan de la Barrera, Agustín Melgar, Juan Escutia, Vicente Suárez, Fernando Montes de Oca y Francisco Márquez. Los seis Niños Héroes de Chapultepec cuyo ejemplo se transformaría para los mexicanos en un legado no sólo de los que son capaces de hacer, aquéllos que aman a su país, sino también de quienes saben honrar los anhelos y las metas de sus antecesores.

Patriotismo, lealtad, honor y bravura, entre otros, son los valores éticos que sustentaron la educación de los cadetes en 1847 y que sirvieron de estímulo para que aquellos jóvenes cumplieran con presteza, gallardía e incondicionalidad, el compromiso contraído con México.

Los Niños Héroes de Chapultepec ofrendaron su vida por la defensa de nuestro suelo, conscientes no sólo de que él mismo era una herencia otorgada por sus descendientes, sino también porque en él vive una raza que, orgullosa de su origen y tradiciones, está mirando siempre hacia el futuro buscando para sus hijos estadios de bienestar superior.

El sacrificio de aquellos seis valientes cadetes se inmortalizó al transformarse en una fuente de la cual debemos todos los días los mexicanos que amamos profundamente a nuestra Patria.

Han pasado ya 165 años desde aquel 13 de septiembre de 1847. Si bien, cada año recordamos esta fecha con solemnidad

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