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Nuestro sistema económico está basado en las relaciones y los negocios, en la complicidad entre presidentes y magnates.


Enviado por   •  12 de Enero de 2017  •  Ensayos  •  731 Palabras (3 Páginas)  •  170 Visitas

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Es posible engañar a algunas personas todo el tiempo y a todas las personas parte del tiempo pero no es posible engañar a todas las personas todo el tiempo. Un sistema económico construido sobre privilegios, concesiones y decisiones discrecionales que han producido monopolios en sectores cruciales para el desarrollo de cualquier país como lo son las telecomunicaciones, el transporte, la energía, la educación, etc.

Nuestro sistema económico está basado en las relaciones y los negocios, en la complicidad entre presidentes y magnates.

Un modelo económico que concentra la riqueza y distribuye mal la que hay.

El Estado no crea condiciones para los mercados abiertos, competitivos, innovadores y capaces de producir productos mejores y más baratos. El rentismo acentúa la desigualdad, produce costos sociales, dilata el desarrollo y disminuye la productividad. No beneficia al consumidor sino a quien lo explota.

Consumidores obligados a pagar precios abusivos por bienes y servicios básicos.

Una red que opera con base en favores y concesiones que el gobierno ofrece y miembros de empresas exigen como condiciones para invertir. Los grupos privilegiados obtienen permisos que los enriquecen, amparos que los exoneran y regulaciones que los protegen. Carlos Slim es el síntoma más obvio de un sistema económico que en aras del nacionalismo mal entendido, ha generado mercados distorsionados. Sus empresas representan una tercera parte del valor de la Bolsa Mexicana de Valores y su fortuna equivale al ocho por ciento del PIB producido anualmente.

A Slim se le aplaude demasiado y no se le escruta lo suficiente. Se le vitorea mucho y se le regula muy poco. Porque es poderoso. Porque controla al 40 por ciento del mercado de la publicidad privada. Telmex puede decir lo que dice y actuar como lo hace porque el gobierno con demasiada frecuencia ha claudicado ante un poder que debía acotar.

A veces parece que en México no gobiernan los representantes de la población sino los dueños de la televisión. Los lazos entre la televisión y la política son densos y estrechos. El 90 por ciento de la población obtiene información política a través de la televisión. Los políticos necesitan más a los medios que los medios a ellos. Después de años de conductas cuestionables y comportamientos controversiales el gobierno no ha podido o no ha querido ponerle un alto. Señalarlo. Acusarlo de ocultar la verdad. Prometió una cosa e hizo otra, ofreció una cosa y entregó otra.  La meta no es la modernización del sector empresarial sino llegar a un acuerdo mutuamente benéfico. Quien controla la pantalla de la televisión puede controlar el proceso político y legislativo.

En México el gobierno demuestra que es el protector de intereses particulares. Permite el diseño de leyes que no buscan beneficiar al país sino a quienes buscan gobernarlo. La concentración de la riqueza convierte al gobierno en mayordomo de las personas más poderosas del país. Ante la debilidad presidencial, prevalece la ley del más fuerte. Donde el Estado es débil, los intereses privados se imponen día tras día.

Es necesario desarrollar un entendimiento claro y compartido sobre la frontera apropiada entre el capitalismo y la democracia.

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