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Porfirio Diaz


Enviado por   •  11 de Junio de 2013  •  1.461 Palabras (6 Páginas)  •  400 Visitas

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Introducción

Porfirio Díaz gobernó México por tres décadas. Cuando el festejo del primer Centenario de la Independencia, en septiembre de 1910, el presidente estaba cumpliendo los 80 años de edad. Para entonces, el “gallinero” estaba más que alborotado y el desgaste del establishment era obvio. A pesar de que en el periodo efectivamente se había logrado la pacificación interna, se había alcanzado un inusitado superávit en las finanzas nacionales, proliferaban las obras públicas en todo el país y se daban pasos importantes hacia el progreso, la desigualdad económica y social se acrecentaba. Para esa primera década del siglo, el descontento tenía como válvula de escape un tema de interés cada vez más común en la sociedad en distintos puntos de la República: la ansiedad por el cambio y el camino de la democraci Si bien Díaz se percataba de esa ansiedad, es posible que su soberbia le impidiera visualizar su dimensión real, así como las consecuencias de tantos años de poder concentrado en su persona. Hacía algunas concesiones, o pretendía hacerlas, y soltaba un poco de máiz por aquí y por allá con la pretensión de mantener el control sobre los posibles levantiscos. Sus seguidores no dejaban de adularlo y, al parecer, sus informantes oficiales o espías le daban noticias falsas o sumamente manipuladas. ¿Temían no decir lo que el presidente quería escuchar, o simplemente era un reflejo de la corrupción alcanzada por el sistema en todos sus niveles? Las fiestas del Centenario se llevaron a cabo con todo esplendor: el mandatario estaba orgulloso de su obra y creía firmemente que el pueblo, su pueblo, le quería y agradecía.

Desarrollo

El 25 de mayo de 1911, después de más de 30 años de tener el poder del país, el general Porfirio Díaz Mori presentó por escrito su renuncia a la Presidencia de México. Este suceso significó un parteaguas en la historia política nacional.

Díaz tenía 80 años de edad, había sufrido una severa infección en las encías, tenía sordera y dolor de rodillas al caminar. Pero más allá de las dolencias físicas, su mayor padecimiento era social, pues cada año crecía la ansiedad por el cambio y la democracia, convirtiéndose en una válvula de escape. Es cierto que en su régimen se había logrado pacificar al país y sanear las finanzas nacionales, pero también se vivía marcada desigualdad económica y social.

Al iniciar su sexto periodo de gobierno (1900-04), Porfirio Díaz manifestó su apoyo al secretario de Hacienda, José Ives Limantour, para sucederlo en la Presidencia, al mismo tiempo que alentaba las aspiraciones del secretario de Guerra, Bernardo Reyes, con la misma finalidad. Sin embargo, la rivalidad que se generó entre ambos candidatos fue tan escandalosa y el desprestigio tan grave, que sus ambiciones políticas cayeron por su propio peso.

Ante la falta de un digno sucesor del dictador, los diferentes grupos políticos se conciliaron con el fin de preparar una nueva reelección y propusieron la creación de la vicepresidencia y la ampliación del periodo de gobierno a seis años, de tal suerte que, en las elecciones de 1904 triunfó la formula Porfirio Díaz, Ramón Corral para dirigir al país en el sexenio 1904-10.

En este periodo se intensificaron los conflictos políticos a causa de la obstinada permanencia de Díaz en el poder personalista de su gobierno. También ocurrieron lo más graves conflictos sociales debido al alto costo que el régimen tenía que pagar el haber sacrificado al alto costo que el régimen tenía que pagar al haber sacrificado la justicia social en aras del progreso material.

Tras varios años de persecuciones, encarcelamientos y clausuras, los colaboradores del diario Regeneración constituyeron en 1905 el Partido Liberal Mexicano presidido por Ricardo Flores Magón, cuyo objetivo central era combatir la dictadura de Díaz. En junio de 1906, al mes siguiente, el partido dio a conocer su programa en el cual, entre otras cosas, demandaba para los trabajadores jornada laboral de ocho horas, salario mínimo, higiene en fábricas y talleres, descanso dominical, indemnización por accidentes, pensión por retiro y prohibición del trabajo infantil, entre otros.

También en 1906, grupos floresmagonistas se levantaron en armas en Coahuila, Veracruz y Chihuahua, pero fueron reprimidos con crueldad por el ejercito porfirista, al igual que quienes participaron en la huelga de Río Blanco. A principios de 1907. Lo mismo ocurrió con las incontables rebeliones de campesinos mexicanos que siempre protestaron por el despojo de sus tierras.

El hecho de que en febrero de 1908 Díaz haya declarado al periodista estadounidense James Creelman que ya no deseaba continuar en el poder y que vería con gusto

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