Segunda Guerra Mundial

Gallo Rojo, Gallo Negro es una revisión de la historia de la Guerra Civil española, que analiza minuciosamente el entramado de intereses que posibilitó que el líder de los Rebeldes, Francisco Franco, ganara la contienda y gobernara desde 1939 hasta 1975. Según Muchnik, el financiamiento y las pérdidas de los bandos enfrentados, no fueron iguales ya que los fascistas tuvieron a favor, el decisivo apoyo del crédito externo; “la banca multinacional decidió que era menos riesgoso para sus intereses, apostar por la derecha golpista que apoyar a la república roja”.

El autor repara a lo largo del desarrollo del libro en tres cuestiones fundamentales: las causas de la guerra civil, los negociados que surgieron en base al conflicto y el rol de las potencias y el capital extranjero. Estos factores son comprendidos en el marco de una Europa que aún no había resuelto los graves problemas originados en la Primer Guerra Mundial; “Los desequilibrios consecuentes, el descontento y la perdida de confianza masiva en los sistemas democráticos liberales, fueron el alimento de la reacción fascista, una muralla levantada contra la ampliación de los derechos políticos”

Siguiendo la línea que se traza en el libro, fue fundamental el rol desempeñado por Hitler y Mussolini, según afirma Muchnik, dos ignorantes de la historia de España, quienes buscaron perjudicar los intereses coloniales de Francia y además veían en el suelo español, zonas aptas para proveerse de apetecibles minerales básicos para la industria bélica. Además resultó un escenario ideal para poner a prueba sus armas y nuevas tácticas de combate que pronto asolarían a Europa cuando se iniciara la Segunda Guerra Mundial. “El Fascismo y el Nazismo constituyeron alternativas a las democracias liberales y a la triunfante revolución soviética en un mundo en el que la democracia era una flor entre los cactus.” Es así que con el apoyo material del Eje y el guiño permisivo de un continente temeroso por el avance comunista, la derecha española emprendió su cruzada militar y religiosa. Chamberlain, Blum y Roosvelt decidieron la no intervención, en un vergonzoso acuerdo que también firmaron Italia, Alemania y la Unión Soviética, pero que nadie respetó.

También en Gallo Rojo, Gallo Negro, se puede encontrar una crítica a las izquierdas de aquella época, dependientes del posicionamiento soviético y de la figura autoritaria de Joseph Stalin. Según el autor, la actitud del Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética solo plantea incógnitas a los historiadores, ya que no quería ni ganar, ni turbar a occidente, pero tampoco deseaba perder esa guerra civil; el apoyo de Stalin a la república fue oscilante y se concretó solo a cambio de oro. Además, para Muchnik, el salto al vacío que pretendieron las izquierdas buscando la concreción de la utopía comunista, condujo no solo al enfrentamiento

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