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Simon Bolivar


Enviado por   •  16 de Marzo de 2014  •  2.045 Palabras (9 Páginas)  •  228 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela.

Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

U.E. Colegio: Antonio Rosmini.

9°Grado. Sección “B”

Cátedra Bolivariana de Venezuela.

Simón Bolívar

SIMÓN BOLIVAR.

Introducción.

Simón Bolívar (1783-1830), militar y político sudamericano de origen venezolano, presidente de Venezuela (1819), presidente y creador de la República de la Gran Colombia (1819-1830) y dictador de Perú (1824-1826), se convirtió desde 1813 en el máximo conductor de la revolución que culminó con la emancipación de Sudamérica frente al poder colonial español, por lo que es conocido como el Libertador.

El Libertador Simón Bolívar La figura del principal catalizador de la emancipación de los pueblos sudamericanos respecto del poder colonial español, el caraqueño Simón Bolívar, se engrandece a medida que se profundiza en la colosal empresa llevada a cabo con la ayuda de su empeño, la cual le llevó a recibir el sobrenombre del Libertador.

1.- Escudo de la familia de Bolívar.

Simón Bolívar

Significado del escudo de la familia de Bolívar.

En campo de azur una rueda de molino de plata. Los Bolívar-Jáuregui de esa misma casa, sustituyeron las primitivas armas con estas otras: En campo de plata, una faja de azur; cortado de sinople, cuatro panelas de oro puestas en dos palos.

Los del valle de Salcedo, en Sodupe, partido judicial de Valmaseda (Vizcaya) traen: En campo de plata, un olivo de sinople y dos lobos de sable empinantes atrallados de gules a él; bordura de gules, con ocho aspas de oro.

Los Bolívar de Zamudio dimanados de la casa de Puebla de Bolívar y los de Cartagena de Indias traen escudo cortado: 1º., en campo de oro, cuatro panelas de sinople puestas en dos palos; medio partido de gules, con una banda de plata cargada de una cotiza de gules, engoladas ambas en bocas de dragantes de sinople y acompañadas en lo alto de una estrella de oro, y 2º., en campo de plata, un árbol de sinople.

2.-¿Qué significa etimológicamente la palabra Bolívar?

El significado etimológico de esta palabra “Bolívar” es:

Pradera del Molino: un molino en la pradera vasca.

3.-Árbol Genealógico del Libertador.

Miguel Ochoa de Remetería y Bolívar se caso con Maria de Adeixce

Marti de Ochoa de Bolívar se caso con Magdalena y Barguen

Simón de Bolívar se caso con Ana Hernández de Castro

Simón de Bolívar se caso con Beatriz Día Moreno

Antonio de Bolívar se casa con Leonor Rebolledo

Luis de Bolívar y Rebolledo se caso con Ana Maria de Martines

Juan de Bolívar y Martines se caso Petronila de Ponte y Marín

Juan Vicente Bolívar y Ponte- Maria de la Concepción Palacios y Blanco - el tuvo Maria Antonia y a Juana Nepumucena

Juan Vicente y a Simón José Antonio

4.-Biografía del Libertador.

Nació en Caracas el 24 de julio de 1783. Su ciudad natal, capital entonces de la Capitanía General de Venezuela, provincia del Imperio Español, sería en 1810 la matriz del movimiento independentista hispanoamericano. El recién nacido, cuarto vástago del matrimonio formado por el coronel Juan Vicente Bolívar Ponte y doña María de la Concepción Palacios Blanco, criollos ambos, fue bautizado en la Catedral con los nombres de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad. Pero la historia lo llama Simón Bolívar, el Libertador. Su ejemplo, su acción, su pensamiento - su legado , en suma - están más vigentes que nunca. Pues él actuó, sintió, reflexionó y escribió para su época, y también para la posteridad.

Los Bolívar-Palacios, familias arraigadas desde hacía varias generaciones al suelo americano, pertenecían a la encumbrada y poderosa clase social de los "mantuanos", que dentro de la Provincia tenían la primacía en todo, excepto el pleno poder político. Simón vino al mundo "en cuna de oro" y, además, al poco tiempo un pariente suyo el padre Juan Félix Jerez-Aristiguieta y Bolívar instituyó en su favor un rico patrimonio, llamado "Vínculo de la Concepción".

Simón, cuya madre no podía amamantarlo, tuvo por nodriza a una vitalmente robusta y sana esclava de la familia, la negra Hipólita. Esta no sólo calmó con su seno el apetito del niño (sustituyendo a una amiga de doña Concepción, la dama cubana Inés Mancebo de Miyares, que lo alimentó unos días) sino que se ocupó luego de él, ya más crecido; sobre todo después de la muerte del coronel Bolívar, ocurrida cuando Simón tenía apenas dos años y medio. Junto con su veneración por doña Concepción, su "buena madre", y el cariño a doña Inés, Bolívar guardó siempre en su pecho un sentimiento de afecto, gratitud y respeto hacia la esclava que, en su tierna infancia, le sirvió de guía y cumplió para con él las funciones de un padre, después de haber sido su nodriza.

Alrededor de 1790 la señora Bolívar, con sus hijos María Antonia, Juana, Juan Vicente, Simón, con otros parientes y amistades, iba de paseo a sus haciendas, especialmente a la de San Mateo, en los valles de Aragua. La serena belleza del paisaje tropical despertaría entonces en Simón el amor a la naturaleza que nunca dejó de sentir y que expresó más tarde, ya adulto, en sus decretos conservacionistas.

El encanto se quebró el 6 de julio de 1792, al morir su madre, probablemente de tisis, en Caracas. Los Bolívar-Palacios quedaron huérfanos. Las dos hijas, aunque muy jóvenes, no tardaron en casarse. El abuelo materno, don Feliciano, fue tutor de Simón, quien contaba 9 años. Aquel mismo muchacho que sintió en su alma el frío y el vacío de la orfandad -aunque no el abandono ni las privaciones- fue el mismo que treinta años después dictaría un decreto para proteger a la infancia desvalida: "... un gran parte de los males de que adolece la sociedad, proviene del abandono en que se crían muchos individuos por haber perdido en su infancia el apoyo de sus padres", escribía en Chuquisaca en 1825.

El niño Simón que había aprendido a leer, escribir y contar con varios preceptores, asistió a la Escuela Pública, regentada por el educador venezolano Simón Rodríguez, hombre de originales y progresistas ideas pedagógicas y sociales, quien ejercería luego una profunda influencia sobre Bolívar. Entre tanto, murió el abuelo, y la tutoría recayó en Carlos Palacios, tío de Simón, con quien éste no se entendía muy bien. Don Carlos, soltero, pasaba mucho tiempo en sus haciendas, y Simón salía a pasear, a pie y a caballo, por Caracas y sus alrededores, en compañía de muchachos que no eran "de su clase".

Al cumplir 12 años, el niño, en ausencia del tutor, se fugó de su casa y fue a buscar calor de hogar en la de su hermana María Antonia y su esposo. Esto suscitó un pleito, que terminó cuando Bolívar, a pesar de su resistencia, fue conducido, en calidad de interno, a la casa de su maestro Simón Rodríguez.

La recia personalidad de aquel muchacho, que más tarde habría de convertirse en el Libertador y ser conocido por su firmeza y constancia, se puso ya de manifiesto en aquel momento. Cuando quisieron llevarle a la fuerza a otra casa, él se resistió, diciendo que de sus bienes podrían disponer, pero no de su persona, pues en ésta sólo mandaba él. Otra vez exclamó que si los esclavos tenían derecho a cambiar de amo por lo menos a él debía permitírsele vivir en la casa que mejor le acomodase. Sin embargo, tuvo que ceder.

En estas circunstancias, Rodríguez logró ganarse la confianza y se convirtió desde entonces en "El Maestro" de Bolívar. Entre ellos, durante esos pocos meses de 1795, se anudaron estrechos lazos de simpatía, que no cesarían sino con la muerte.

LA siembra afectiva en el espíritu del joven pupilo la hizo en caracas Rodríguez, no con teorías a la Rousseau, sino con tacto, comprensión, sensibilidad y firmeza. Le impartiría también conocimientos; pero más que éstos, lo importante fue cómo le abrió los ojos, la mente y el corazón a las perspectivas de una vida consagrada a un ideal. Por esto le escribía Bolívar a su antiguo maestro en 1824: "Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso..."

En 1799 viajó por primera vez a España, visitando de paso Veracruz y Ciudad de México y haciendo una corta escala en la Habana. En Madrid, bajo la dirección de sus tíos Esteban y Pedro Palacios y del sabio Marqués de Ustáriz, su mentor intelectual, Simón perfeccionó sus conocimientos literarios y científicos (el francés, la historia, las matemáticas, etc.) y su educación de hombre de mundo con la esgrima y el baile. La frecuentación de tertulias y salones en la corte pulió su espíritu, enriqueció su idioma y le dio mayor aplomo.

Conoció a María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, joven española con antepasados venezolanos, de la cual se enamoró. "Amable hechizo del alma mía", le decía en sus cartas. Pensaba en construir un hogar, tener descendencia y volver a Venezuela para atender al fomento de sus propiedades. Pero hubo un compás de espera: en la primavera de 1801, viajó a Bilbao, donde permaneció casi todo el resto del año. Hizo luego un breve recorrido por Francia que le condujo a París y Amiens. Le encantó ese país, su cultura y su gente. En mayo de 1802, estaba de nuevo en Madrid, donde contrajo matrimonio, el día 26, con María Teresa. Los jóvenes esposos viajaron a Venezuela, donde llegaron en julio; pero poco duró la felicidad de Simón. María Teresa murió en enero de 1803.

En una carta dirigida desde Caracas a un amigo suyo que vivía en Francia, Bolívar expresaba sus sentimientos ante la muerte de la esposa: "Yo la he perdido; y con ella la vida de dulzura de que gozaba mi tierno pecho conmovido del Dios de Amor... el dolor un solo instante no me deja consuelo". Era una emoción profunda y sincera, expresada en el lenguaje del romanticismo que entonces empezaba a tener boga en la vida real, antes de penetrar la literatura. El joven viudo regresó a Europa a fines de ese mismo año, pasó por Cádiz y Madrid, y se estableció en París desde la primavera de 1804.

Allí Bolívar llevó una intensa vida social, y disfrutó los placeres que brindaba la gran ciudad. Tuvo amores con una dama francesa que se decía su prima, Fanny Du Villars, cuyo salón frecuentaba, y al cual acudían políticos, militares, diplomáticos, científicos, negociantes y hermosas mujeres. Pero también leyó mucho, asistió a conferencias, y observó con sagaz mirada los acontecimientos políticos y militares que estaban cambiando al mundo. Era la época, en 1804, en que Napoleón se convertía en emperador. Este hecho impresionó mucho a Bolívar, quien admiraba el genio militar de Bonaparte, pero criticaba su ascenso al trono imperial. En sus conversaciones con los sabios Humbolt y Bonpland - sobre todo con el segundo, más receptivo - ya Bolívar tocaba el tema de la independencia suramericana.

Se encontró en Francia con su maestro Simón Rodríguez, un excelente compañero para la aventura intelectual, para la lectura y la discusión. Una misma pasión de saber y libertad les poseía. Juntos viajaron a Italia en 1805. Hicieron parte del recorrido a pie, al cruzar los Alpes. En Roma, un día de agosto de 1805, subieron a la cima del Monte Sacro, donde Bolívar, en tono solemne, juró no dar descanso a su alma ni reposo a su brazo hasta lograr que Hispanoamérica fuese libre del dominio español. Fue un hermoso gesto romántico, pero no sólo un gesto, pues Bolívar cumplió luego su juramento. Por eso es el Libertador: porque prometió... y cumplió su promesa.

Tras una visita a Nápoles, Bolívar regresa a París donde a comienzos de 1806 se afilia por breve tiempo a la masonería. A fines de ese mismo año se embarca en Hamburgo en un buque neutral que toca Charlestón en enero de 1807; recorre una parte de los Estados Unidos, y regresa a Venezuela a mediados del mismo año. Durante su permanencia en la República del Norte - según lo declaró más tarde - vio por primera vez en su vida el ejercicio de la "libertad racional".

Desde mediados de 1807 hasta comienzos de 1810, permaneció en Caracas y en sus haciendas, atendiendo al fomento de las propiedades que había heredado de sus padres. Durante ese tiempo sostuvo un pleito - que casi llegó a un enfrentamiento personal - con un hacendado vecino, Antonio Nicolás Briceño. Fue también nombrado teniente de justicia mayor en Yare. Pero no olvidaba el Juramento de Roma. En las reuniones que él y su hermano Juan Vicente celebraron con sus amigos en la quinta el recreo que poseían

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