Tocqueville

1. La historia que nos cuenta Tocqueville comienza en 1789, en un contexto de luchas de más de 30 años entre el antiguo régimen representado por la aristocracia, y una Francia renovada por la clase media.  Era periodo de revoluciones que concluye en la destrucción definitiva del antiguo régimen dominante. La victoria de la burguesía fue tal que los poderes políticos, privilegios y el gobierno entero se esconda o escape de los limites trazados por la burguesía triunfante y única dirigente de la sociedad ocupando cada cargo y aumentando su número, viviendo no solo de sus industrias, sino que ahora ocupaba el gasto público.

El espíritu de la clase media comenzó a dominar la administración y la política exterior, asimismo los factores internos con la industria viéndola como deshonesta, temeraria por su vanidad y orgullo, pero también ordenada y moderada, excepto el bienestar, y mediocre. Las características intrínsecas de la burguesía serían ideales mezcladas con el pueblo o la aristocracia, pero obrando por si solo gobernará sin valores ni grandes. Esta clase media pasará a ser llamada “clase gubernamental” haciéndose dueña de todo como nunca pudo ninguna aristocracia. Se limitó al poder concluyendo en el egoísmo viéndose como una industria privada porque todos los miembros no tenían en sus ojos los asuntos públicos sino que los utilizaba para asuntos de índole privada dejando de lado el bienestar del pueblo.

Desde el punto de vista administrativo, cada procedimiento de las compañías industriales que se llevaban a cabo era por mero beneficio propio  de los socios y que se puede obtener de ellos. Estos vicios, el deseo de poder y la corrupción proviene de la clase dominante, el rey Luis Felipe ayudó a acrecentar este pensamiento que no tuvo fin. Si bien este último era un hombre de costumbres normales, querían que todos observasen esas costumbres, amigo de la ley y estaba en contra de los excesos aunque no era moderado en sus deseos como ser codicioso, sin ser muy pasional.

En el país era habitual ver en luchas en las Cámaras con oraciones ingeniosas excluyendo la seriedad en las mismas oratorias de los partidos parlamentarios como centro, izquierda y oposición dinástica, un claro fracaso al no abrir a tiempo y de forma ordenada la participación política.

El país estaba dividido en dos partes o zonas desiguales, el de arriba era la que poseía y ejercía la vida política de la nación, y en la de abajo la vida política se manifestaba con irregularidades que generaban inquietudes, visible por Tocqueville imaginando una posible revolución.  

El rey Felipe podía estar tranquilo si no se metía en los asuntos del gobierno y lo dejaba actuar según sus reglas, solo mantenía el orden. Y la sociedad estaba en esa “maquina” llamada gobierno.

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