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Visión De Anahuác


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2013  •  1.836 Palabras (8 Páginas)  •  268 Visitas

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Desarrollo

VISIÓN DE ANÁHUAC

En la era de los descubrimientos, aparecen libros llenos de noticias extraordinarias y amenas narraciones geográficas. La historia, obligada a descubrir nuevos mundos, se desborda del cauce clásico, y entonces el hecho político cede el puesto a los discursos etnográficos y a la pintura de civilizaciones. En sus estampas, finas y candorosas, según la elegancia del tiempo, se aprecia la progresiva conquista de los litorales; barcos diminutos se deslizan por una raya que cruza el mar; en pleno océano, se retuerce, como cuerno de cazador, un monstruo marino, y en el ángulo irradia picos una fabulosa estrella náutica.

Finalmente, las estampas describen la vegetación de Anáhuac. Deténganse aquí nuestros ojos: he aquí un nuevo arte de naturaleza. La desecación del valle desde el año de 1449 hasta el año de 1900. Tres regímenes monárquicos, divididos por paréntesis de anarquía, son aquí ejemplo de cómo crece y se corrige la obra del Estado, ante las mismas amenazas de la naturaleza y la misma tierra que cavar.

FRAY SERVANDO TERESA DE MIER

Las memorias de fray Servando de Teresa de Mier, del convento de Santo Domingo de México, y diputado al primer Congreso Constituyente de la República, son una mezcla de episodios trágicos y cómicos narrados en un estilo pintoresco y vivísimo. Nación en Monterrey, capital del estado de Nuevo León, en los últimos años de la dominación española; su vida puede dividirse en tres grandes periodos. Determinados por una larga ausencia de su patria.

En la historia política de México se le recuerda por cierto discurso llamado “de las profecías”, en que predijo muchos males que después han ido sobreviniendo. Representaba Mier un liberalismo moderado y fue partidario del gobierno republicano central. La herejía, o lo que fuere, en que Fray Servando incurrió es como una combinación caprichosa de dos leyendas mexicanas. En el año de 1795, ya con más de treinta años llega a Cádiz, desterrado de la Nueva España por un delito sin delito.

APUNTES SOBRE VALLE-INCLÁN

Cuántas tardes así, desde la terraza del Regina, hemos visto juntos, morir tardes, desmenuzadas en el telar de dos relojes públicos: uno, el de la Equitativa, célebre desde que un chusco lo rifó (teóricamente, ya sabe); el otro espectral, cogido por un milagro entre el tablazón que oculta las obras del Banco de Bilbao. A que medida que anochece, las dos esferas se van congestionando de luz; y es una gloria ver morir el tiempo bajo la danza de Longinos.

Valle-Inclán escribe y sueña con México. De su segundo viaje trae dos experiencias profundas, la primera persiste la lucha entre el indio y el encomendero, la pugna entre el individualismo europeo, y la segunda, México es un países vuelto hacia el Pacífico. Que huye en el Atlántico y se hincha de magnetismos asiáticos. Conserva el rastro espiritual de los juguetes sagrados que la Nao de China traía desde el Parián de Manila al Puerto de Acapulco, rumbo a Sevilla.

RUBÉN DARÍO EN MÉXICO

Cuando llega a México Rubén Darío, una generación de muchachos, forman la literatura imperante. Con Gutiérrez Nájera quedaban abiertos los nuevos rumbos; su órgano era la Revista Azul. Heredera de sus timbres, la Revista Moderno popularizó entre nosotros los modos de la poesía posromántica. Sus poetas tuvieron como cualidades comunes cierto sentimiento agudo de la técnica: técnica audaz, innovadora y que ha perpetuado a si manera la tradición romántica.

Entre las muchas manifestaciones que produjo en México la llegada de Rubén Darío a Veracruz, hubo una de carácter puramente literario. Algunos jóvenes escritores y poetas que, por no sentirse “animales políticos” o por malos de sus pecados, no habían querido hasta entonces unirse al grupo central, fundaron una sociedad la “Sociedad de Rubén Darío”, cuyo único objeto era recibir al poeta con honor; como si la llegada de un hombre hubiera de ser un hecho permanente. Cuando Darío llega de París a Veracruz, ya estaba en Santiago Argüello en México. Caído el gobierno que representaban, ambos quedaron sin función oficial. Al menos, así se decidió por tácito acuerdo.

RUIZ DE ALARCÓN Y EL TEATRO FRANCÉS

Cuando Corneille escribió Le Menteur creía firmemente haberse inspirado en una obra del gran poeta español Lope de Vega, el Fénix de los ingenios. A quien se adoraba el punto de adaptar el credo a su nombre. Pero, en verdad, el modelo de Corneille, según él lo averiguó a poco, La verdad sospechosa, era obra de un criollo mexicano, don Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza, émulo de Lope y célebre en sus días por sus infortunios, su espíritu delicado, su invariable cortesía, su pequeña talla y su cuerpo nada airoso y hasta deforme.

Hasta donde Ruiz de Alarcón era ya un mexicano, o cómo sea posible demostrar su existencia de un espíritu mexicano, más que desde el siglo XVIII, desde el mismo siglo anterior, o sea desde el día siguiente a la conquista española y a la creación de la Nueva España; y hasta qué punto los escritores peninsulares percibían en él una sensibilidad algo extranjera.

TRÁNSITO DE AMADO NERVO

Hace muchos años, por una metempsicosis que recuerda el Eso fue todo, Nervo se imaginaba ser un sátrapa egipcio, un sacerdote de Israel, un druida, un rey, merovingio, un trovero, un prior. Hoy, en Arcanidad, vuelve sobre el tema de su diversidad interior. No es la suya la diversidad antagónica o paradójica de Verlaine que pudo ser moda de otros tiempos. Nervo no cree ser ángel y vestiglo, sino que, como todos los hombres perciben que en él hay alguien que afirma, alguien que niega, y alguien, quizá, que a ambos espía.

Por cualquier página que lo abro, el libro me descubre al hombre. Al hombre que expresa

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