Anna Freud
juliana18064 de Julio de 2013
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La adolescencia en la teoría psicoanalítica
Retomo el tema de la adolescencia después de un intervalo de veinte años, durante los cuales mucho se ha logrado en la esfera del psicoanálisis para esclarecer los problemas que afectan las condiciones de vida de los jóvenes, tanto normales como anormales. Sin embargo, a pesar de los progresos parciales, los estudios analíticos de la adolescencia no han alcanzado una posición satisfactoria, en especial si se los compara con los vinculados con la temprana infancia. En este último aspecto nos movemos en terreno firme y contamos con una gran riqueza de material e información que nos permiten con fundada autoridad, aplicar los descubrimientos analíticos a los problemas prácticos de la educación. En cambio, cuando de la adolescencia se trata, nos sentimos vacilantes e incapaces de satisfacer las demandas de padres y educadores que esperan la ayuda que nuestros conocimientos les puedan ofrecer. Se oye decir con frecuencia que la adolescencia ha sido desatendida por la teoría analítica; que es algo así como su hoja olvidada.
Tal observación que proviene tanto de los padres como de los propios analistas, justifica la necesidad de profundizar la investigación de este período de la vida.
La adolescencia en la literatura psicoanalítica
el estudio psicoanalítico de la adolescencia comenzó, como es bien sabido, en 1905, con el capitulo sobre este tema incluido en los Tres ensayos sobre una teoría sexual. La pubertad fue descripta entonces como la época en que se producen los cambios que dan forma definitiva a la vida sexual infantil; se mencionaron como sus acontecimientos principales la subordinación de las zonas erógenas al nivel genital, el establecimiento de nuevos objetivos sexuales, diferentes en varones y mujeres, y el encuentro con nuevos objetos sexuales fuera de la familia. Aunque estos factores explicaron muchas de las características del proceso y la conducta adolescentes, el descubrimiento de la vida sexual infantil no pudo sino disminuir la significación de la adolescencia ante los ojos de los investigadores. Antes de la aparición de los Tres ensayos, se asignaba primordial importancia a este periodo, en su carácter de iniciador de la vida sexual del individuo; después del descubrimiento de la sexualidad infantil, en cambio, la adolescencia pasó a ser considerada como una etapa de transformación final o como un simple puente entre la sexualidad infantil difusa y la sexualidad adulta centrada en la genitalidad.
Diez y siete años más tarde, en 1922, Ernest Jones publicó Some Problems of Adolescence (Algunos problemas de la adolescencia) en el que se ocupaba fundamentalmente de la “correlación entre la adolescencia y la infancia”. Coincidiendo con la afirmación contenida en los Tres ensayos, en el sentido de que la fase madurativa que corresponde al período comprendido entre los dos y cinco años debe ser vista como un importante precursor de la organización definitiva ulterior, Jones demostró que “el individuo recapitula y amplía en la segunda década de vida el desarrollo que experimentó durante sus primeros cinco años…” (Pág. 398). Atribuyó la diferencia a “las circunstancias en que tiene lugar el desarrollo”, pero llegó a proponer como “ley general… que la adolescencia recapitula la infancia y que la manera en que una determinada persona ha de atravesar las necesarias etapas del desarrollo de la adolescencia está en gran medida determinada por la modalidad de su desarrollo infantil” (Pág. 399). en otras palabras, “un mismo individuo pasa por las fases del desarrollo en distintos niveles en la infancia y en la adolescencia, respectivamente, pero de manera muy similar en ambos períodos” (Pág. 399).
Anna Freud in Psicoanálisis Del desarrollo Del niño y del adolescente. Paidós, Buenos Aires, 1976.
La contribución de Jones, significativa pero aislada, coincidió con el auge que tuvieron en Viena las publicaciones de Siegfried Bernfeld, auténtico explorador de la juventud, que combinó la labor clínica y docente con el incesante estudio de la adolescencia desde las perspectivas de la conducta individual y grupal, la reacción ante las influencias sociales, las sublimaciones, etcétera. Su principal contribución a la teoría analítica consistió en la descripción de un tipo específico de desarrollo adolescente masculino (1923), que denominó “dilatado” en virtud de que excede largamente los límites temporales normales, y que se caracteriza por las “tendencias hacia la productividad artística, literaria o científica y por una marcada inclinación a los objetivos idealistas y los valores espirituales…” Como fundamento de sus hipótesis, Bernfeld publicó, en colaboración con W. Hoffer, abundante material compuesto por diarios, poemas y observaciones sobre la adolescencia, todo ello obra de los mismos adolescentes.
Mientras Siegfried Bernfeld atribuyó las elaboraciones del proceso adolescente normal al impacto de las frustraciones internas y de las presiones ambientales externas, August Aichhorn, también de Viena, abordó el problema desde el ángulo del desarrollo antisocial y criminal. Su interés recayó sobre aquellos jóvenes que, antes las mismas presiones, responden con falta de adaptación, desarrollo superyoico deficitario y rebeldía contra la sociedad. Su libro Woyward Youth (Juventud descarriada) (1925) ganó renombre mundial como uno de los primeros intentos de llevar la teoría analítica al espinoso campo de la delincuencia juvenil.
Conociendo los puntos de vista de Bernfeld y estando íntimamente vinculada con los estudios de Aichhorn, por mi parte presenté en 1936 dos artículos titulados “El yo y el ello en la pubertad” y “Ansiedad instintiva en la pubertad”.2 El punto de partida de estos estudios fue mi interés por las luchas que libra el yo para dominar los conflictos y presiones que se originan en los derivados instintivos; en los casos normales esas luchas llevan a la formación del carácter y en los patológicos, a la formación de síntomas neuróticos. Describí la tregua que se produce al comienzo del período de latencia en los enfrentamientos entre el yo y el ello, y la nueva eclosión del conflicto que tiene lugar al aproximarse la pubertad, cuando la modificación cualitativa y cuantitativa de los instintos altera la distribución de fuerzas dentro del individuo. Ante la angustia con que lo amenaza el desarrollo instintivo, el yo, tal como quedó formado en la infancia, comienza su lucha por sobrevivir, poniendo en juego con la máxima intensidad todos los métodos defensivos de que dispone. Los resultados, es decir los cambios que se producen en la personalidad, son variables. Normalmente, la organización del yo y del superyó se modifican para dar a las nuevas formas de sexualidad adulta. En algunos casos menos favorables, el yo excesivamente rígido e inmaduro inhibe o distorsiona la maduración sexual; en otros, los impulsos del ello crean una situación caótica en el yo, que durante la latencia se caracterizó por el orden y la orientación social. Más que cualquier otra época de la vida, la adolescencia, con sus típicos conflictos, ofrece al analista cuadros que ilustran el interjuego y la secuencia de peligros internos, ansiedades, defensas, formación de síntomas permanentes y transitorios y colapsos mentales.
En los años de posguerra aumentó el interés por este tema y se publicaron numerosos trabajos, especialmente de autores norteamericanos. En 1951, Leo A. Spiegel publicó una exhaustiva “Reseña de las contribuciones a la teoría psicoanalítica de la adolescencia”; aunque no cabía esperar que lograra construir una teoría integrada sobre la base de estudios a menudo divergentes, su trabajo es de gran utilidad puesto que consigue resumir, revisar y clasificar los aportes de distintos autores, agrupándolos bajo los siguientes rubros:
“Clasificación de los fenómenos” (Bernfeld, Hartmann, Kris y Loewenstein, Wittels);
“Relaciones objetales” (Bernfeld, Buxbaum, H. Deutsch, Erikson, Fenichel, A. Freud, W. Hoffer, Jones, A. Katan, Landauer);
“Mecanismos de defensa“ (Bernfeld, H. Deutsch, Fenichel, A. Freud, Greenacre, E. Kris);
“Creatividad“ (Bernfeld, A. Freud);
“Actividad secual“ (Balint, Bernfeld, Bauxbaum, H. Deutsch, Federn, Ferenczi, S. Freud, Lampl-de Groot);
“Aspectos del funcionamiento yoico“(Fenichel, A. Freud, Harnik, Hoffer, Landauer); y
“Tratamiento” (Aichhorn, K. R. Eissler, A. Freud, Gitelson, A. Katan, M. Klein, Landauer, A. Reich).
La detallada bibliografía que el autor agregó a su revisión contiene cuarenta y un trabajos de treinta e cuatro autores, que cubren prácticamente todos los aspectos teóricos, clínicos y técnicos del tema.
No obstante la extensa lista de contribuciones, el nivel de nuestros conocimientos siguió siendo poco satisfactorio; tampoco aumentó nuestra propia fe, o la de los padres, en las posibilidades de brindar ayuda analítica a los pacientes adolescentes. De ahí que a pesar de las aparentes evidencias en contrario, la adolescencia siguió siendo, como lo había sido antes, la hija olvidada de la teoría psicoanalítica.
Algunas dificultades para el hallazgo de hechos en la adolescencia
En mi opinión, hay dos motivos que provocan la desorientación del analista que debe enfrentar las complejidades del proceso adolescente.
Para investigar los diferentes estados mentales, el analista cuenta básicamente con dos métodos: el análisis de individuos en quienes se encuentra
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