Desarrollo de Caperucita Roja

Desarrollo

Trata sobre una niña llamada caperucita roja por su distinguida caperuza roja hecha por su madre. Caperucita acostumbraba ir a la casa de su abuelita aunque viviera al otro lado del bosque, ya que la quería mucho y viceversa. Un día en la que estaba enferma, su mamá le pidió que fuera a visitarla para que viera como estaba por lo que decidió ir allá en ese mismo momento para regalarle unos pasteles recién horneados, una cesta de pan y mantequilla para que se recuperara de inmediato. Su mamá le había pedido que en el camino no se distrajera ni que le hablara a alguien que no conociera.

En el camino cantaba y saltaba como ella acostumbraba hacer cada vez que la visitaba. No había llegado muy lejos cuando se encontró con un lobo que le preguntó que a dónde se dirigía y Caperucita pensó en lo que le dijo su mamá pero como no sintió terror lo ignoró y le contestó que a la casa de su abuelita y el lobo le volvió a preguntar que en donde vivía y Caperucita volvió a contestar ya que no le había visto nada de malo responderle, le dijo que al final del bosque. El lobo ya había pensado que antes de comerse a Caperucita utilizaría a la abuelita como aperitivo aunque no estuviera tan tierna como Caperucita. Así que le dijo que fuera por unas flores y que le serviría como atajo por lo que Caperucita le obedeció.

El lobo engañó a la abuelita para que lo dejara entrar, haciéndose pasar por su nieta Caperucita para así podérsela comer. Minutos después de haber sido devorada la abuelita Caperucita llegó a la casa y tocó para que la dejara entrar pero la puerta ya estaba abierta por lo que se le hizo extraño pero no cuestionó nada, al llegar al cuarto de su abuelita la encontró pero estaba irreconocible por lo que le preguntó qué porque tenía unos ojos tan grandes y el lobo, haciéndose pasar por la abuelita, le respondió que para verla mejor, Caperucita volvió a pregunta que porque tenía unos ojos tan granes y el lobo le volvió a responder que para verla mejor y Caperucita, otra vez, le volvió a preguntar qué porque tenía una boca tan grande y el lobo, contento, le contestó que para comerla mejor.

Y la devoró de un solo bocado, lo mismo que había hecho minutos antes con la abuelita. Contento, el lobo se acostó en la cama ya que se sentía muy satisfecho y se quedó dormido. En ese mismo momento un cazador iba pasando y había escuchado un grito de una niña, el cual era de Caperucita, por lo que decidió entrar a aquella casa y para su sorpresa se encontró a un lobo tomando una siesta con una panza muy llena por lo que, con sospechas, pensó que era porque se había tragado a una persona o tal vez dos y para poder afirmarlo tenía que abrirle la panza a ese lobo satisfecho.

Ya lo había afirmado, se trataba de dos personas que habían sido devoradas y como castigo, para el lobo, le llenaron de piedras el estómago sin haberse enterado de nada ya que todavía seguía muy lleno. Al despertarse sintió un poco rara la panza pero no le tomó importancia, al regresar se sintió muy pesado y se acercó a un arroyo ya que sentía mucha sed y cayó ahí. Caperucita aprendió la lección de no hacerle caso a las personas que no conocía.

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