EL TÍO PETROS Y LA CONJETURA DE GOLDBACH
dasl200512 de Noviembre de 2014
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El Tío Petros y la conjetura de Golbach es un libro que permite un acercamiento al mundo de las matemáticas y así mismo, de los matemáticos desde una perspectiva un tanto nueva y desconocida para un estudiante de ingeniería o a lo menos, para mí, como estudiante de ingeniería.
Al respecto de la lectura de este libro, se me ocurren tres opiniones sobre tres aspectos que encuentro relevantes en el relato:
1. El mundo de las matemáticas.
2. El mundo de los matemáticos.
3. La apuesta que decidimos hacer en la vida en pro de alcanzar los objetivos propuestos.
Mi primera opinión que parte de la perspectiva, - entendiendo perspectiva, como un enfoque general, un vistazo que para nada pretende tener un concepto profundo y exacto del asunto-, que ofrece el libro sobre el mundo de las matemáticas. Al respecto debo indicar que estoy de acuerdo y me sumo al planteamiento de la historia (o mejor decirlo del Tío Petros) en el cual se parte el área de las matemáticas en dos, por así decirlo, subgrupos: el subgrupo de las matemáticas aplicadas (por cierto, un tanto irrelevantes para el genio matemático, según el relato), y el subgrupo de las matemáticas teóricas o avanzadas, que no apuntan a la solución de problemas reales o físicos pero que sí constituyen la base fundamental para la solución de estas a dichos problemas.
Ahora, también es una muy buena conclusión, recordar que para dominar uno u otro subgrupo de las matemáticas, se requiere dedicación, aplicación, lápiz, mucho papel y tiempo de trabajo en el tema; por supuesto si las matemáticas aplicadas requieran una gran dosis de lo anteriormente mencionado, las matemáticas teóricas requerirán un nivel muy superior de dicha dosis.
Mi segunda opinión, que se enfoca en el mundo de las matemáticas, me lleva a adelantar una primer y gran conclusión: “Nunca podría ni querría ser un matemático teórico”.
Existen razones de sobra para la anterior conclusión:
La primera y más importante de ellas, es “mathematicus nascitur non Fit”. Se requiere nacer con el don, puesto que es difícil obtenerlo, al menos al nivel necesario para triunfar en el campo de las matemáticas teóricas, sin embargo, creo firmemente que dicha premisa no se aplica para el campo de la matemáticas aplicada a la ingeniería en donde es posible obtener ese don a través del estudio disciplinado y juicioso.
Una segunda razón poderos es que no puedo imaginar toda una vida sustraído del mundo que me rodea y privado de todo aquello que puede y ayuda a mejorar mi existencia personal al punto de hacer que la expectativa de vida sea substancialmente mayor y mejor a la de un matemático teórico consagrado. No es para nada agradable ni deseable saber que a un matemático teórico consagrado le espera la locura o la muerte – en varios casos suicidios- a los escasos 40 años de edad.
Pareciera que sumergirse en las profundidades de la teoría matemática (al nivel de genios), trae consigo una muerte prematura o una vejez desprovista de tranquilidad y alegría.
Por último, mi tercera opinión, ya un poco lejos del tema matemático, tiene que ver con algo que seamos matemáticos o no matemáticos, debiera caracterizarnos: esto es, determinación, pasión por lo querido, disciplina y algo de ambición al momento de trazar metas y objetivos; a este punto de la lectura debo decir que comparto la admiración del autor del libro y sobrino del Tío Petros, por su tío. Quisiera de paso, pensar como tácitamente lo expresa el autor sobre el fin de Petros Papachristos, que en sus últimos momentos de existencia logró su tan anhelado sorbo de gloria personal al resolver la esquiva conjetura de Goldbach. No pudo haberse seleccionado otro epitafio más adecuado para Petros, sin lugar a dudas su vida giró en torno a la siguiente frase: “Todo entero par mayo que dos es igual a la suma de dos
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