El comerciante de Bagdad

EL COMERCIANTE DE BAGDAD

     Algún tiempo atrás, vivió un comerciante exitoso en la ciudad de Bagdad, gracias a sus negocios logro adquirir una riqueza considerable, el, disfrutaba al máximo de ella, comprando animales exóticos vistiendo las mejores ropas y pasando de fiesta con sus amigos todo el día; lo tenía todo, pero había una gran inquietud rondan en su mente y era el hecho, que el día de su muerte tendría que desprenderse de sus vestidos y sus grandes banquetes, aquello que con tanto esfuerzo había logrado se esfumaría en un segundo cuando exhalara su último aliento.

     Un día cualquiera, el comerciante planeo una de sus grandiosas fiestas, muy emocionado salió dispuesto a realizar todas las compras con sus criados al mercado de la ciudad, estando ya en el lugar se topó con una persona que nunca había vista por el lugar y pensando que era algún mercader de tierras lejanas se acercó para hablar con él, y ver si lograba concretar algún trato con él, al estar frente al desconocido la expresión en el rostro del comerciante cambio por completo, frente a él se encontraba la mismísima muerte, ella levantando una de sus esqueléticas manos lo señalo, mientras no le quitaba de encima una mirada profunda y tenebrosa, tan pronto como el comerciante volvió en sí, se dio media vuelta y, corrió con todas sus fuerzas hacia su casa como si su vida dependiera de eso, literalmente.

El comerciante no paraba de dar vueltas por toda la casa temiendo por su vida, sus criados, angustiados, solo podían observar como su amo se encontraba más nervioso que nunca; al cabo de unos minutos se acercaron dos de sus criados a los que les tenía más aprecio, y con gran curiosidad le preguntaron ¿cuál era el pensamiento que agobiaba su mente?; él, con voz temblorosa les relato lo sucedido hace unos minutos en el mercado, una vez finalizado el relato les pregunto ¿qué era lo que él debía hacer?, ya que no pensaba dejar la fortuna que tanto le había costado; uno de ellos le respondió, “amo mío, lamento lo sucedido, pero si la huesuda ha venido a reclamar su alma no hay nada que usted pueda hacer, más que disfrutar al máximo su ultimo día y destinar su fortuna a los pobres que ni un pan tienen para comer”; al oír estas palabras el comerciante entristeció, pero, antes que una lagrima saliera de esos ojos tristes, el otro muchacho hablo de la siguiente manera, “amo mío, no se desilusione mas, hay una posibilidad de que usted se salve; hace unos meses le compro a un mercader de tierras lejanas un caballo de gran velocidad y con gran resistencia, si en este mismo momento se monta en él, y galopa a toda velocidad antes del anochecer se encontrara en Samara, tan lejos de esta ciudad que la muerte no lo alcanzara”; el amo guiado por el amor a su dinero emprendió su camino; no sin antes dejar una lista de compras a sus criados, ya que al regresar haría una gran fiesta celebrando que había escapado de las garras de la muerte, y sin perder tiempo galopo a toda velocidad, pensando en que tan cerca había estado de su final.

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