El evangelio según Marcos
Miao-Chan LinTrabajo3 de Octubre de 2025
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El título El evangelio según Marcos hace referencia de manera directa a uno de los evangelios de la Biblia, pero Borges toma una decisión muy llamativa: omite el “San” que, en la tradición cristiana, siempre acompaña el nombre de los evangelistas. Ese detalle, que puede parecer mínimo, cambia bastante la lectura. Al quitarle el “San”, Borges despoja al texto de su carácter religioso oficial y lo traslada a otro plano, más humano, más literario y simbólico. Es como si dijera: “no estoy contando una historia sagrada, sino tomando una vieja estructura para reimaginarla en otro contexto”, en este caso, el de la pampa argentina. De esta manera, el evangelio deja de ser un documento revelado por Dios y pasa a ser leído como un relato escrito por un hombre común y corriente. Y tiene sentido: el Marcos de la Biblia, en realidad, no fue apóstol ni estuvo entre los discípulos más cercanos de Jesús, sino un seguidor de Pedro, alguien que simplemente escribió lo que le habían contado. Al mostrarlo así, Borges nos recuerda que el género “evangelio” no deja de ser una forma literaria inventada en su tiempo, y que por lo tanto puede reinterpretarse y resignificarse.
Además, hay que tener en cuenta que Borges tenía sus modelos y fuentes de inspiración. Uno de los más importantes fue Rudyard Kipling, escritor británico nacido en la India en 1865 y muerto en 1936. Kipling fue un maestro del cuento breve y se hizo famoso por su estilo narrativo claro, directo, sin adornos innecesarios. Empezó a publicar sus relatos en 1885, cuando estaba en Lahore, y en 1890 ya había reunido varios en colecciones que se hicieron muy conocidas, como In the House of Suddhoo, Beyond the Pale y The Gate of the Hundred Sorrows. Borges admiraba en esos textos la concisión y la precisión, algo que él mismo buscaba para sus propios cuentos. Kipling, además de ser autor de El libro de la selva y otros textos memorables, ganó el premio Nobel de Literatura en 1907, y lo que lo distinguía era su capacidad de contar en pocas páginas experiencias intensas, muchas veces relacionadas con la vida colonial y con la condición humana en general. Borges encontraba en esos relatos un ejemplo de cómo un escritor joven y genial podía condensar tanto en tan poco, y pensaba que un escritor maduro, con el oficio ya afilado, podía imitar esa economía narrativa sin caer en la inmodestia. Por eso, cuando Borges escribe El evangelio según Marcos y otros cuentos, lo hace también bajo esa influencia: la de concebir relatos claros, breves y efectivos, que conmuevan sin necesidad de adornarse en exceso.
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