El príncipe Enrique Octavo envió a Tomas Moro
mariianiitha_77Trabajo8 de Agosto de 2011
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El príncipe Enrique Octavo envió a Tomas Moro como embajador a Flandes, en compañía del Guardián de los Rollos Cuthbert Tunstall; íba a tratar unos negocios y arreglar algunos problemas.
Al llegar a Brujas se vieron con las personas acordadas, quienes representaban al príncipe en esta situación. El jefe de la delegación con la cual tratarían era el Gobernador de Brujas, Jorge Temsicio y Margave de Cassel era su portavoz.
Ya que después de las dos entrevistas que se tuvieron no se llego a un acuerdo ellos se fueron a Bruselas a que su príncipe les diera instrucciones de cómo proseguir. Durante este tiempo yo decidí aprovechar para ir a Amberes.
En Amberes recibí varias visitas pero ninguna tan agradable como la del joven Pedro Egidio, oriundo de Amberes, una persona virtuosa, culta, sencilla, además de un excelente amigo quien ayudo a que sentir un poco menos esa tristeza que provocaba el estar lejos de mi casa y a hacer un poco menor ese gran deseo de ver a mi esposa y mis hijos después de estos cuatro meses que había pasado lejos de ellos.
Durante una visita de Moro a la iglesia de la Virgen María, se encontró con Pedro Egidio, quien estaba con un hombre, el cual a primera vista tenia facha de ser un Marino, aun que no lo era. Egidio le comento a Moro que estaba por llevar a dicho hombre a su casa; su nombre era Rafael Hitlodeo. Egidio le platico a Moro que Rafael era un hombre el cual se había dedicado al estudio de la filosofía, se unió con Américo Vespucio en se viaje por el mundo, ya que tenían en común sus ganas pos explorar el mundo. Américo abandono la exploración, pero Rafael siguió adelante conociendo varios paisas y en cada uno de ellos haciendo una gran amistad con gobernadores y habitantes, conocía desde lugares salvajes donde aun no había pueblos y habitaban animales salvajes, hasta pueblos y ciudades.
Rafael conocía las leyes de todos esos países, sus errores y sus virtudes como si hubiera vivido años en cada uno de ellos. Realmente le tenían afecto las personas de los países que había visitado por lo que era fácil para el seguir explorando pues le brindaban lo que necesitaba para que él y sus acompañantes siguieran su viaje por el mundo.
Después del encuentro y la presentación en la iglesia se retiraron a la casa de Moro, donde se sentaron a platicar los tres. Tanto Moro como Egidio comentaron como una buena idea el que Rafael fuera parte del Consejo de algún príncipe, pues agradaba a toda persona y conocía a la perfección las leyes, errores y aciertos de los países que había visitado. Sin embargo, para Rafael estar a Servicio de un príncipe era como ser un esclavo de ellos, el no creía que eso fuera una buena idea pues las personas no aceptaban los consejos de los demás y solo veían buenos los suyos, donde protegen su opinión diciendo que sería una falta de respeto cambiar lo que sus antepasados habían visto como lo correcto. El se daba cuenta de que los demás no querían ver los errores que estaba cometiendo el país y platicaba como ejemplo el comentario que había hecho un hombre que conocía bien las leyes sobre la muerte a los que se dedicaban al robo, el pensaba que el error no era del todo de las personas que hurtaban y por ellos eras ahorcadas sino del gobierno y la pobreza, de las guerras que en ocasiones dejaban a personas sin un miembro, lo cual les impedía volver a su trabajo y los obligaba a robar para no morir de hambre. Comenta que por la mala forma de gobernar, han provocado que la gente vaya cayendo cada vez en una pobreza más dura y que ha provocado que crezca el robo y el ver cada vez más personas pidiendo limosna. También le dice lo inconforme que esta, lo injusto que para él es castigar el robo con la muerte, pues desde su punto de vista en vez de ayudar perjudica. ¿Cómo puede ser posible que se castigue igual el robar una moneda que el matar a alguien? Rafael responde al
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