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Utopia Tomas Moro


Enviado por   •  1 de Agosto de 2011  •  7.874 Palabras (32 Páginas)  •  4.467 Visitas

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Introducción:

La última gran propina de Moro no fue para su verdugo, sino para la humanidad. ¿Hizo este hombre algún aporte substancial al mundo jurídico? Una catarata de tinta ha bajado en más de una tesis, ensayo o libro. ¿Es uno de los precursores de la Criminología? ¿Un contribuidor a la imagen bucólica del colonizado? Lo han cuestionado, sospechado o aplaudido tanto a él como a su obra más famosa: Utopía ¿Es esta una disgresión literaria intrascendente? ¿Una obra maestra? ¿En qué época vivió este buen cristiano? ¿Cuándo escribió su relato sobre el mundo del nunca tal vez y por qué?

Ser patrono de los abogados puede ser un oficio duro y como la Iglesia no pudo canonizar a Alberdi alguien tenía que cubrir el puesto. Estas y tantas preguntas llevaron a la conclusión de que si bien había ciertos tópicos que, por extensos y profundos no podría abarcar, habría otros que sí. Otros, que permitirían hallar las lecciones que un Moro vivo y actual podría donar.

Oración del buen humor:

Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir.

Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.

Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.

Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO.

Dame, Señor, el sentido del humor.

Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás.

Así sea.

Beatificado por SS León XIII el 29 de diciembre de 1886 y elevado a la santidad por el Papa Pío XII el 10 de febrero de 1935 ha de decirse que Sir Thomas no fue un perfecto jurista. Alguna vez mal aconsejó a Erasmo sobre un tema de cambio que le costó sus buenos pesos. No fue un perfecto político, alguna vez durante un discurso fustigó duramente a Wolsey, el canciller saliente; Sir Thomas fue un hombre, un hombre que acertó, se equivocó, sufrió y amó. Un hombre de carne y hueso cuyo mérito fue vivir en, por y para Cristo; fue el santo de esa tan olvidada cuestión del "deber de estado"; fue el buen pater romano pero elevado al plano sobrenatural por la Gracia de Dios. El hombre cuya vocación se realizó entre la caridad divina y la solidaridad humana.

Segundo de cuatro hijos nació un 7 de febrero de 1478, en Londres, en el seno de una familia que hoy podríamos llamar de clase media, o como él mismo la describiera "honrada sin ser célebre" y no muy lejos de la casa natal de Thomas Becket. Su padre fue John Moro, caballero y juez y su madre Ana Granger. Inició sus estudios en la escuela San Antonio de Threadneadle Street donde concretó el trivium de los estudios medievales (latín / retórica /lógica).

Siguiendo una costumbre de la época, aproximadamente a los doce años ingresa como pupilo en la casa del Arzobispo Juan Morton, Canciller de Enrique VII. De su estancia en el palacio de Lambeth recordará en Utopía que: "su conversación" (por Morton) "era pulcra y exacta, sus conocimientos profundos, su capacidad no tenía comparación y su memoria admirablemente retentiva: sus aptitudes naturales habían sido mejoradas por sus estudios y por la práctica". Después de su padre, el Arzobispo se convertía en su gran maestro y amigo. De esta época se presume su afición al teatro.

A los catorce (1492) continúa sus estudios en Oxford por un par de años. Fue allí donde conoció a Guillermo Grocyn, quien fue su director espiritual y seguramente quien lo inició en el Griego. Por esos lares trabó amistad con Colet, Tunstall, Colt, Lily y otros pensadores que formarían un movimiento humanista real, aunque variado en matices. En 1494 y por insistencia de su padre vuelve a Londres a estudiar leyes en el New Inn, escuela jurídica menor dependiente de la Lincoln's Inn, para pasar luego a esta.

Cuatro años se tomó en la Cartuja para probar su vocación. La meditación y mortificación que entonces practicara serían para él prendas invaluables que lo acompañarían por siempre. Profundizando el Common Law hallará en la obra de Bracton De legibus et consuetudinibus Angliae y en la de Fortescue la base de su criterio jurídico y político. En 1499 conoce a Erasmo con quien mantendrá una amistad enriquecedora. Alrededor de 1501 decide iniciar el Utter-Barrister (especie de práctica para ejercer la abogacía en todos los niveles). En 1504 es elegido diputado; contaba por entonces con veintisiete años.

En 1505 contrae matrimonio con Juana Colt a quien instruyó en música y literatura. De este matrimonio tuvo cuatro hijos: Margarita, Isabel, Cecilia y Juan. Su mujer muere probablemente al dar a luz al último hijo; en su epitafio Moro escribirá con una dulzura inusual para aquellos tiempos: "Aquí descansa Juana, la amada mujercita de Tomás Moro". Al tiempo vuelve a contraer matrimonio con Alicia Middleton, viuda, siete años mayor que él.

Ejerciendo la profesión en Londres, Moro se especializa en derecho comercial y marítimo.

En 1510 es designado Under-Sheriff de Londres, funcionario con poderes administrativos y judiciales. Completa por entonces sus estudios clásicos bajo la tutoría de Juan Colet. Un par de años más tarde sería designado embajador para resolver problemas comerciales en Flandes o políticos en Calais. En 1517, se produce un gran tumulto contra los mercaderes extranjeros, Moro lo sofoca con habilidad diplomática sin par. El joven rey Enrique que ya sentía un inestimable aprecio por Thomas le reclama y hasta prácticamente lo conmina a ponerse a su servicio. El ascenso será tan rápido como dramático: Consejero primero, Vice-tesorero de Exchequer, High Steward de Oxford, de Cambridge, Speaker ante los Comunes, Canciller de Lancaster.

Nombrado Canciller en 1529 defendería como pudiera la posición de Catalina (por quien sentía respeto y veneración). Pero ya el incendio ha comenzado. En 1531 se rompe con la Iglesia de Roma por el "Acta de Supremacía" y en 1533 se agotarán los eufemismos designando al rey "Cabeza de la Iglesia de Inglaterra". No se hizo esperar entonces el "Acta de Sucesión" que declaraba ilegítimos a

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