ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Indundaciones


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2013  •  1.515 Palabras (7 Páginas)  •  385 Visitas

Página 1 de 7

Una característica notable que distingue al agua de los otros recursos naturales es su capacidad de fluir sobre o bajo el terreno. Por lo cual, el uso de un río o de un acuífero en un determinado lugar afectará o se verá afectado por su utilización en otro punto, más o menos distante.

Asimismo, el agua está relacionada con todas las facetas de la sociedad incluyendo, entre otras, a la biología, la economía, la estética y la espiritualidad, siendo parte integral de los ecosistemas, en íntimo contacto con el suelo, el aire, la flora y la fauna.

Dentro de una cuenca todo está vinculado con las aguas superficiales y subterráneas, su calidad y su cantidad. La disponibilidad de agua varía mucho en el espacio y en el tiempo, haciendo más compleja su gestión, la cual debe estar al servicio de múltiples necesidades, armonizando intereses que compiten por los recursos hídricos.

Estos intereses –asociados a los hogares, los ecosistemas, la agricultura, la generación de energía, la industria, las actividades recreativas– a menudo se contraponen y la probabilidad de encontrar una solución aceptable a esa contraposición se reduce al aumentar el número de interesados. Si a esa diversidad de intereses se superponen fronteras que delimitan predios (terrenos, campos) o jurisdicciones (municipios, departamentos, provincias, estados, países), la posibilidad de acuerdo se complica aún más.

La relación entre dos vecinos que no se llevan bien, debido a que el que está aguas abajo le reprocha al de aguas arriba no dejar correr nunca el agua hasta su finca o de tirar basura a la acequia que los vincula, las pocas veces que la deja pasar, es un ejemplo a pequeña escala de conflictos por el agua que se repiten en distintas dimensiones en todo el mundo.

Este tipo de rivalidades por el agua se remonta a la revolución neolítica, entre 8.000 y 6.000 años a.C., cuando el ser humano se hizo sedentario y comenzó a cultivar sus alimentos. El lenguaje recuerda esas raíces antiguas: “rival” proviene del latín rivālis (de rivus, río), “dicho de una persona: que compite con otra, pugnando por obtener la misma cosa o superar a aquella”. Los territorios ribereños rivalizan a menudo por las aguas compartidas.

Aunque las controversias relacionadas con el agua pueden esconder numerosas razones, como luchas de poder e intereses de sectores que compiten por el recurso, todas las disputas por el agua pueden atribuirse a una o a varias de estas tres cuestiones: cantidad, calidad y disponibilidad.

La razón más evidente de cualquier conflicto relacionado con el agua es la competencia por un suministro de cantidad limitada. La posibilidad de que la asignación de caudales genere tensiones aumenta cuando el recurso hídrico es escaso. Pero incluso cuando la presión sobre el recurso es limitada, su asignación a determinados usos y a distintos usuarios puede ser conflictiva.

En el otro extremo, la abundancia excesiva de agua lleva a quien está afectado por ella a tratar de desprenderse del exceso, derivándolo hacia otro lugar, con el consiguiente probable perjuicio a un tercero.

En cuanto a la calidad del agua, su contaminación por aguas residuales provenientes de los diversos usos hace que no sea apta para beber, para la industria o para la agricultura. Las aguas contaminadas pueden implicar riesgos muy graves para la salud humana y el ecosistema. El deterioro de la calidad del agua puede convertirse, por lo tanto, en motivo de conflicto entre los que lo han provocado y los afectados.

También es importante el caudal de agua disponible en un momento determinado. Es frecuente que la regulación de los embalses sea conflictiva pues, por ejemplo, algunos usuarios pueden querer utilizar durante el invierno el agua embalsada para producción hidroeléctrica, mientras que aguas abajo los agricultores pueden necesitar el agua para riego durante el verano. Además, las variaciones de caudal a lo largo del año son vitales para el mantenimiento de los ecosistemas de agua dulce que requieren una inundación estacional.

Conflictos locales y nacionales

Los valores y prioridades de gestión del agua pueden ser diferentes en distintos sectores sociales de un mismo país. De hecho, la historia de enfrentamientos por el agua incluye incidentes entre distintos usuarios, poblaciones rurales y urbanas, municipios y provincias.

En todo el mundo las cuestiones locales relacionadas con el agua suelen girar en torno a valores fundamentales transmitidos de generación en generación. Es muy posible, por ejemplo, que los regantes, las poblaciones indígenas y los ambientalistas consideren el agua como algo unido íntimamente a su forma de vida, cada vez más amenazado por la demanda urbana, el desarrollo agrícola o los requerimientos de energía.

Una gestión deficiente o poco equitativa de los servicios de agua también puede provocar inestabilidad en el interior de un país. Los conflictos suelen estar relacionados con el abastecimiento a zonas suburbanas o rurales, con la responsabilidad por daños y, sobre todo, con los precios. El Estado es el responsable de suministrar agua potable en casi todos los países. Incluso cuando se transfiere a una compañía privada a través de una concesión, el Estado generalmente sigue siendo responsable del servicio de aguas. En consecuencia, los conflictos relacionados con la gestión del abastecimiento suelen enfrentar a las comunidades con las autoridades estatales.

Conflictos internacionales

Las cuencas internacionales que afectan al territorio de dos o más países ocupan el 45,3% de la superficie de la Tierra, albergan alrededor del 40% de la población mundial y representan, aproximadamente, el 60% del caudal total de los ríos del mundo. Superficies muy extensas de 145 países forman parte de cuencas internacionales, y el territorio de 33 países se encuentra casi íntegramente dentro de estas cuencas. El número de países que comparten cuencas internacionales ilustra claramente el alto grado de interdependencia.

El gran número de ríos compartidos y la creciente escasez de agua para una población en aumento han llevado a muchos políticos y titulares de prensa a proclamar un futuro de “guerras por el agua”. Estas advertencias generalmente aluden al árido y hostil Oriente Medio, donde la lucha por este recurso precioso ha movilizado ejércitos y provocado enfrentamientos armados.

Sin embargo, los antecedentes históricos parecieran inferir lo contrario. Por ejemplo, ningún Estado ha declarado una guerra por los recursos hídricos desde que, en 2500 a.C., las ciudades-Estado de Lagash y Umma lucharon entre sí por la cuenca del Tigris y del Éufrates, si bien el suministro de agua y las infraestructuras hidráulicas han constituido frecuentemente instrumentos y objetivos militares.

Asimismo, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entre los años 805 y 1984 se firmaron en el mundo 3.600 tratados sobre las aguas. Aunque la mayoría de los acuerdos se referían a temas relacionados con la navegación, un número creciente ha empezado a abordar cuestiones de gestión del agua, incluyendo control de inundaciones, proyectos de energía hidráulica o asignaciones de caudales en cuencas internacionales.

Investigadores de la Universidad de Oregon, al analizar las interacciones entre dos o más países relacionadas con el agua, tanto conflictivas como de colaboración, concluyeron que la incidencia de conflictos graves en las cuencas internacionales es infinitamente menor al índice de colaboración entre las partes, a pesar del potencial desacuerdo en estas cuencas. Y asimismo que, a pesar de la retórica encendida de algunos políticos –la mayor parte de las veces dirigida a sus votantes y no a sus rivales– casi todas las acciones emprendidas para solventar problemas relacionados con el agua son moderadas, habiendo más ejemplos de colaboración que de conflictos entre las partes.

La historia demuestra también que los enfrentamientos internacionales por las aguas han sido resueltos incluso entre enemigos, aunque paralelamente hayan estallado conflictos por otras cuestiones. Algunos de los enemigos declarados más enconados han negociado acuerdos sobre el agua y han creado instituciones que demuestran una gran elasticidad, incluso en momentos de tensión entre las partes.

El Comité del Río Mekong, por ejemplo, establecido en 1957 por los gobiernos de Camboya, Laos, Tailandia y Vietnam como agencia intergubernamental, continuó intercambiando datos e información sobre el desarrollo de los recursos hídricos durante toda la guerra de Vietnam. Y la Comisión del Río Indo sobrevivió a dos guerras importantes entre India y Pakistán.

Si las aguas compartidas no generan conflictos violentos entre las naciones, entonces, ¿dónde está el problema?

En la práctica, algunos factores, como el tiempo que transcurre desde que se inicia un conflicto relacionado con el agua hasta que se alcanza un acuerdo, pueden complicar la cuestión y hacer que se enconen las posiciones.

Es frecuente que los países ribereños desarrollen proyectos dentro de su territorio de forma unilateral, para así evitar las complejidades que plantea compartir los recursos hídricos. En un momento determinado uno de los países ribereños (generalmente el más poderoso) puede iniciar un proyecto que afecte al menos a uno de sus vecinos.

Sin unas relaciones o instituciones adecuadas para la resolución de conflictos, una actuación unilateral puede aumentar las tensiones y la inestabilidad regional, tardando años o décadas en resolverse.

Cuando las iniciativas unilaterales de desarrollo provocan tensiones internacionales, la colaboración se hace difícil. Al aumentar la desconfianza entre países ribereños, estallan conflictos y amenazas a lo largo de las fronteras. La desconfianza y las tensiones, aunque no acaben en enfrentamientos, pueden entorpecer el desarrollo regional, impidiendo la realización de proyectos e infraestructuras conjuntas beneficiosas.

...

Descargar como  txt (9.9 Kb)  
Leer 6 páginas más »
txt