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Julián Del Casal. La Herida Y La Nieve


Enviado por   •  1 de Julio de 2015  •  2.545 Palabras (11 Páginas)  •  395 Visitas

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Resumen

El presente trabajo propone abordar los poemarios Hojas al viento (1890) y Nieve (1892) de Julián del Casal para advertir de qué modo se construye el sujeto poético. En particular, nos detendremos en dos imágenes – la herida y la nieve – que funcionan como metáforas significativas y recurrentes que el autor cubano despliega en su corpus poético para abordar la sensibilidad en crisis de fin de siglo XIX.

Julián del Casal.

La herida y la nieve

En el presente trabajo me propongo abordar la construcción del sujeto poético en una selección de poemas pertenecientes a dos poemarios del poeta cubano Julián del Casal, Hojas al viento (1890) y Nieve (1892). Entiendo el modernismo latinoamericano como una estética en el que el (los) lugar (es) del yo poético es central para entender la construcción de una imagen de mundo en un contexto de crisis cultural. Intentaré rastrear las diferentes colocaciones en las que se posiciona el sujeto poético y las formas en las que reflexiona y deconstruye la subjetividad finisecular.

1.

Mi juventud, herida ya de muerte

empieza a agonizar entre mi brazos,

sin que la puedan reanimar mis besos,

sin que la puedan consolar mis cantos .

En el epígrafe, la herida – metáfora recurrente en Casal- aparece en estrecha relación con la muerte de la juventud; hay en el cuerpo y en el espíritu del sujeto algo incurable que lo condena: un destino fatídico, una herida de muerte, la espera inminente e irreparable de un final. Si bien hay alusiones recurrentes, y sobre todo en este poema, a determinadas cuestiones biográficas que podrían relacionarse al propio autor empírico – la muerte joven de los padres, por ejemplo - es necesario vincular esa enfermedad a la crisis de fin de siglo y a la relación que con ella establece la subjetividad poética.

En la poesía de Casal, el yo poético siempre está asociado a la figura del escritor como un sujeto con una sensibilidad especial, que le permite ver y conocer más allá de las superficialidades. Sin embargo, esa sensibilidad lo envuelve en una especie de contradicción permanente: la capacidad de percibir lo que los demás no advierten es aquello que, al mismo tiempo que lo condena a sufrir, le permite diferenciarse y distanciarse de la multitud.

A partir de esto, el sufrimiento y el desgano se vuelven signo de distinción y, por lo tanto, empieza a haber cierto goce del hastío que se evidencia en la estetización. En el epígrafe, eso se plasma a través del erotismo: los besos, los cantos, el consuelo, la agonía en brazos del sujeto configuran una escena trágica que engrandece el dolor y la muerte. Hay redención en el sufrimiento, a la vez, que una subjetividad que se constituye en el goce de rodear ese dolor.

2.

Oculta mi alma en su doliente seno

abismos insondables de tristeza,

como el fruto maldito su veneno

tras el vivo color de la corteza

La juventud – su juventud - que muere poéticamente no representa el paso del tiempo sino la pérdida de lo que simboliza esa edad: el entusiasmo, las ilusiones, incluso cierto asombro frente al mundo. La muerte de la juventud es la muerte de los ideales y ésta, a su vez, se convierte en una muerte interior: “como si dentro de mi ser llevara /el cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!” Llevar es equiparable a cargar: se carga con el peso del cadáver – los ideales perdidos – así como se carga con el peso del pecado original .

El interior es más un símbolo que un lugar. Aquello que antes constituía el refugio del sujeto romántico que le permitía recluirse y evadir la realidad se transforma ahora en el lugar mismo de la muerte y, a la vez, de lo verdadero. La figura del dandi como sujeto finisecular nos permite entender la nueva configuración del interior: la juventud, la elegancia, los placeres, son máscaras que lo esconden. Hay una clara distancia entre lo que se muestra y la verdad del sujeto que, en el caso del dandi y también del sujeto casaliano, es el hastío y el vacío. Así como en los espacios interiores se cubre la desnudez con la acumulación de objetos exóticos de colección, el dandi también reviste la muerte interior con lujo y elegancia.

La imagen de lo escindido, de lo que se encubre, es también una imagen de mundo. El desdoblamiento del sujeto en “Autobiografía” funciona como metáfora de ese mundo de apariencias y, al mismo tiempo, como una forma de distanciarse de esa subjetividad – encarnada en la juventud - que aún posee ideales. El mirarse desde afuera, por otro lado, se constituye como un mecanismo para autodevelarse y autoconocerse en el que hay, a la vez, una comprensión y un conocimiento de la propia subjetividad, y una sensación de pérdida y desilusión como consecuencia de ese conocimiento. La conciencia del vacío interior nuevamente como una herida que lo condena.

La sensación de vivir en un mundo de apariencias genera desconfianza. Y esto, en el caso de Casal, se traduce en una actitud de apatía extrema: “Indiferente a todo lo visible /ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasío” . Lo visible debe entenderse como sinónimo de lo aparente, lo superficial. A la juventud, a partir de esto, también se la podría pensar como símbolo: ser jóven en la poesía de Casal significa mostrar algo que no se es. La corteza, por más bella y viva que parezca, esconde un interior envenado, herido de muerte. Por lo tanto, ser indiferente a lo visible es ser indiferente a la apariencia, trascender con la mirada la superficie.

3.

No me habléis más de dichas terrenales

que no ansío gustar.

El poema abre con una prohibición. La sentencia establece una división entre lo terrenal y lo divino. El sujeto poético desdeña los placeres mundanos y evidencia una pérdida total del deseo. Hay indiferencia frente al deseo que se relaciona con la muerte del corazón como metáfora, nuevamente, de la muerte de los ideales. El interior es el recinto de los cuervos sepulcrales que nos permite pensar en la descomposición, la agonía, incluso en cierta aproximación al castigo de Prometeo.

La conciencia del vacío se traduce en un no deseo porque existe la conciencia de que nunca se llega a alcanzar lo

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