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LA VIDA, EL TIEMPO Y LA MUERTE

cecy201426 de Marzo de 2014

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El hombre tiene una pequeña idea acerca de cómo funciona el cerebro, de qué es el pensamiento, de cuál es la relación entre mente y realidad y hace muy poco que ha comenzado un balbuceo sobre la naturaleza de los lenguajes. Sin embargo, a pesar de la ignorancia ya hace muchos años que se comenzó a afirmar que los animales viven en un continuo presente. Descartes fue quien le dio disposición a esta idea, puesto que el afirmaba que los animales no eran más que autónomas sin alma. Aún es común encontrarse con gente que afirma que el sentido del dolor, del tiempo y de todas las facultades mentales que poseen los seres humanos apareció de pronto, cuando el hombre hizo su aparición en el planeta pero, ignoran que el cerebro humano es el producto de largas edades evolutivas.

En el siglo IV san Agustín declaraba que sabía lo que es el tiempo, a menos que alguien se lo preguntara y tuviera que explicarlo. Trece siglos después, el místico polaco Angelius Silesius afirmaba: “Tú mismo haces el tiempo. Tu reloj son tus sentidos.” Sin embargo, Silesius no dijo lo que es el tiempo ni como lo generan nuestros sentidos. Aún hoy, en los umbrales del siglo XXI, tampoco se puede explicar qué es el tiempo pero, ante la dificultad en llevar a cabo un experimento físico que demuestre el paso del tiempo, se va acentuando una sospecha: puede ser que el tiempo sea "hecho por nosotros mismos", es decir, que sería un atributo de nuestra mente.

El hombre del mundo occidental siente que su vida transcurre en lo que podemos llamar tiempo del sentido común, que fluye, según lo cree, de manera lineal del pasado al presente y de ahí al futuro; en esa idea están implicadas las nociones de irreversibilidad, duración y periodicidad. Sin embargo, el niño no posee al nacer este esquema temporal, sino que lo va adquiriendo durante los primeros años de su vida a través de su crianza, de las costumbres de su ambiente y del lenguaje, y a medida que es sometido a las normas, leyes y convenciones de la cultura.

El hombre se maneja con dos tipos de tiempo: el sagrado, perpetuamente cíclico y renovable cada vez que el sacerdote realiza ciertos ritos, y el profano, en el que el ser humano ve transcurrir las horas y los años y se da cuenta de los desgastes, de la decrepitud y de la muerte. En el último tiempo, que se suele designar como "tiempo cotidiano" se podría distinguir a su vez: un tiempo intelectual, concebido por los pensadores que indagan sobre la naturaleza del tiempo y sobre la forma en que lo percibimos un tiempo práctico, mediante cuyos parámetros se evalúan demoras, se establecen calendarios y se programan actividades, y que es el tiempo implicado cuando afirmamos.

Por más que desde los tiempos de Butschli y de Weismann se haya progresado muchísimo en la comprensión del envejecimiento y la muerte, quedan aún en pie la mayoría de sus interrogantes fundamentales, incluida su misma definición. Este fenómeno se suele estudiar de la siguiente manera: se toma una caja de cultivo en cuyo fondo las células en cuestión se han reproducido hasta recubrirlo, se las separa por medios enzimáticos, se hace una suspensión celular que se divide en dos mitades, y se siembra cada mitad en una nueva caja; como ahora las células tienen espacio de sobra para volver a dividirse y volver a cubrir el piso de las cajas, entran en mitosis y lo recubren.

El Hombre posee una identidad que lo particulariza respecto a los demás seres vivos: tiene nombre, historia, puede pensar y crear obras artísticas. Pero, pese a todo esto no puede vencer a la Muerte, a la que teme como un final inevitable. Freud, durante muchos años estuvo torturado por la enfermedad y la posibilidad de morir, no obstante, que el hombre no tiene una representación de la muerte, por lo que no puede temer a algo que no puede lograr.

Desde tiempos remotos,

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