La Profecía
LunanteEnsayo19 de Mayo de 2012
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Profecía
Me lo contaron ayer
las lenguas de doble filo,
que te casaste hace un mes
y me quedé tan tranquilo...
Otro cualquiera en mi caso,
se hubiera echao a llorá,
yo, cruzándome de brazos
dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro
ni enredarme en maldiciones
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Que te has casao? -¡Buena suerte!
Vive cien años contenta
y a la hora de la muerte,
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los altares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi mare
que no te guardo rencor.
Porque sin sé tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
yo fui quien más te ha querío,
con eso tengo bastante.
Y haciendo un poco de historia,
nos volveremos atrás,
para recordar la gloria
de mis días de chaval.
-¿Qué tiene el niño, Malena?
Anda como trastornao,
le encuentro cara de pena
y el colorcillo quebrao.
Y ya no juega a la tropa,
ni tira piedras al río,
ni se destroza la ropa
subiéndose a coger níos.
¿No te parece a ti extraño?
No es una cosa muy rara
que un chaval de 15 años
lleve tan triste la cara?...
Mira que soy perro viejo
y estás demasiao tranquila:
¿Quieres que te dé un consejo?
Vigila, mujer, ¡vigila!
(Y fueron dos centinelas
los ojitos de mi mare):
-Cuando sale de la escuela
se va pa los Olivares.
-Y ¿qué es lo que busca allí?
-Una niña. Tendrá el mismo tiempo que él.
José Miguel, no le riñas,
que está empezando a querer.
Mi pare encendió un pitillo,
se enteró bien de tu nombre,
y te compró unos zarcillos
y a mí un pantalón de hombre.
Yo no te dije ¡te adoro!
pero amarré en tu balcón
mi lazo de seda y oro
de primera comunión.
Y tú, fina y orgullosa,
me ofreciste en recompensa
dos cintas color de rosa
que engalanaban tus trenzas.
-Voy a misa con mis primos.
-Bueno, te veré en la Ermita.
Y qué serios nos pusimos
al darte el agua bendita.
Mas luego en el campanario,
cuando rompimos a hablar:
-Dice mi tiíta Rosario
que la cigüeña es sagrá,
y el colorín, y la fuente,
y las flores, y el rocío,
y el romero de los montes
y el bronce de esta campana
y aquel torito valiente
que está bebiendo en el río,
y aquella cinta lejana
que la llaman horizonte.
¡Todo es sagrao: cielo y tierra,
porque too lo hizo Dios.
¿Qué te gusta más? ¡Tu pelo!
¡Qué bonito le salió!
-Pues, ¿y tu boca, y tus brazos,
y tus manos redonditas,
y tus pies fingiendo el paso
de las palomas zuritas?
Con la pureza de un copo
de nieve te comparé;
te revestí de piropos
de la cabeza a los pies.
A la vuelta te hice un ramo
de gerberas precioso.
Y luego nos retratamos
en el agüita del pozo.
Y hablando de estas pamplinas
que se inventan las criaturas,
llegamos hasta la esquina
cogidos por la cintura.
Yo te pregunté: -¿En qué piensas?
Tú dijiste: -En darte un beso.
Y yo sentí una vergüenza
que me caló hasta los huesos.
De noche, muers vimos por la ventana.
-¡Chis!... Mi hermanito está en la cuna,
le estoy cantando la nana.
"Quítate
...