Medico A PAlos
DJLL2317 de Febrero de 2015
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Médico a Palos
Moliére
La obra inicia cuando Bartolo se encuentra en el bosque cortando la leña. Cansado de darle a un tronco que no se parte, se sienta a descansar y a fumar un cigarrillo. A los pocos minutos aparece Martina, su mujer, quien comienza a llamarle la atención. Holgazán, borracho, poltrón, haragán y otros insultos son recibidos con paciencia por parte de Bartolo, quien le muestra a su mujer que ha parado a descansar un rato. Hasta “hombre sinvergüenza” llama Martina a su marido. Este, ya un poco enojado le encara el hecho de que ella debe sentirse afortunada por tener un marido como él; un leñador experto, con experiencia en medicina, ya que sirvió de ayudante a un médico durante seis años.
Martina prosigue hostigando a su marido, quien exasperado, coge un palo y le da una golpiza. Después Bartolo arrepentido, quiere reconciliarse con su mujer. La abraza y la llena de besos intentando eliminar la golpiza dada pero la Martina quiere vengarse. Bartolo toma su hacha y unas alforjas y se va por el monte. De regreso a su casa, Martina se encuentra con Ginés y Lucas, hombres al servicio de don Jerónimo. Estos le cuentan que la hija de este, se encuentra enferma, que ha perdido el habla, y que su amo les ha enviado a buscar un médico, ya que los que han visto con anterioridad no han podido curarla. A Martina se le ocurre una forma de vengarse de su marido. Dice a Lucas y a Ginés que en el monte hay un hombre extravagante y lunático, que se viste como un patán y que hace empeño en parecer ignorante y rustico, no queriendo manifestar el talento maravilloso que Dios le ha dado. Les dice que Bartolo es un eminente medico; pero que no confesara su capacidad a menos que no le muelan el cuerpo a palos. Bien informados, Lucas y Ginés parten en busca de Bartolo. Como era de esperar, Bartolo niega ser médico. Entonces Lucas y Ginés arremeten con sendos palos sobre Bartolo, quien ante tal situación, admite ser un eminente médico. Bartolo es llevado ante don Jerónimo. Andrea allegada a don Jerónimo, manifiesta a este que su hija doña Paulita no tiene necesidad de un medico sino de un marido, y que es menester mandar llamar a Leandro, para que se case con ella. Don Jerónimo se niega a esta unión alegando que el mencionado novio es un muerto de hambre. Bartolo hace gala de ser un sabelotodo hablando cosas incoherentes. Cuando se pone a enamorar a Andrea, la mujer de Lucas, este trata de apalearlo pero Bartolo logra calmarlo.
Ya frente a la enferma, las incoherencias sobre la medicina por parte de Bartolo, cobran exageraciones abismales, como cuando afirma que el corazón se encuentra a la derecha, que el tímpano comunica al metacarpo los jugos gástricos y que el hígado está a la izquierda.
Cuando don Jerónimo, cuya ignorancia no era tan notoria como la de todos que están presentes, le interroga sobre lo que ha dicho sobre el corazón y el hígado, Bartolo se ofende, le llama ignorante, y le dice que ya la medicina ha cambiado de lugar dichos órganos. Arreglado el impase y después de aceptar las disculpas de don Jerónimo, Bartolo, receta que le den a Paulita sopa de vino cada media hora, ya que como vino empapado en pan hace hablar a los loros, con las indicaciones que él ha dado para la enferma, está en poco tiempo hablara más que siete papagayos. Cuando Bartolo queda solo se aparece Leandro quien le dice que está enamorado de Paulita. Bartolo se ofende porque cree que el muchacho lo ha tomado por alcahuete. Bartolo se calma, cuando Leandro le dice que la muchacha no está enferma, y que finge estarlo, porque su padre no quería casarla, por no soltar la dote. Bartolo le dice que se quede por las inmediaciones, que se haga pasar por boticario, y que él lo casara con Paulita, Bartolo no deja en su intento de enamorar a Andrea, pero una vez más es sorprendido por Lucas, quien le da un ultimátum; solo así, Bartolo desiste en sus intenciones.
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