Plan Nacional Federal de Recursos Hídricos
esmay5 de Mayo de 2013
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ICIOS
SECRETARIA DE OBRAS PUBLICAS
SUBSECRETARIA DE RECURSOS HIDRICOS
Plan Nacional Federal de Recursos Hídricos
El Plan Nacional Federal de Recursos Hídricos define las líneas de acción dirigidas a mejorar las oferta de agua, en calidad y cantidad, a influir o administrar sobre las demandas y a mitigar los impactos extremos, teniendo como premisa que el agua es un elemento vital para el desarrollo de la vida y estructurante para la implementación de políticas sectoriales. Este Plan fue presentado en el Congreso Nacional del Agua (CONAGUA) en San Miguel de Tucumán en mayo de 2007.
1. INTRODUCCION
Ha sido continua voluntad de la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación el llevar adelante los compromisos asumidos por nuestro país, llegando al cumplimiento de las metas del Milenio por todas las jurisdicciones, implementando los Principios Rectores de la Política Hídrica (PRPH) e incentivando el cumplimiento del Principio Nº 20 sobre planificación hídrica en cada una de las jurisdicciones.
Es así que el Consejo Hídrico Federal (COHIFE), integrado por las autoridades de agua de las Provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación (SSRH), consensuaron las bases para la elaboración del Plan Nacional Federal de Recursos Hídricos (PNFRH) durante el año 2006 y acordaron realizar acciones tendientes a su consolidación.
La Argentina enfrenta el desafío de insertarse en el mundo siguiendo el sendero del desarrollo sustentable. En este camino, el agua constituye el principal elemento estructurante y condicionante desde el punto de vista medioambiental. La asimétrica distribución espacial de este recurso vital, su variabilidad temporal y el compromiso de cumplir las metas del Milenio justifican ampliamente el desarrollar un Plan Nacional Federal de Recursos Hídricos entre todos los actores del País.
Este Plan se apoya sobre un acuerdo entre jurisdicciones y sectores para la definición de las líneas de acción dirigidas a mejorar la oferta de agua, en calidad y cantidad, a administrar o influir sobre las demandas, y a mitigar los impactos extremos. Parte de la premisa que el agua es un elemento vital para el desarrollo de la vida, y estructurante para la implementación de políticas sectoriales.
El PNFRH debe identificar un conjunto de acciones a implementar y especificar para qué, quiénes, cómo y cuándo se desarrollarán esas acciones. Se concibe como un conjunto de instrumentos para la acción, más que de normativas de planificación. Apunta, entonces, a identificar y priorizar los problemas que tienen relación con la administración de los recursos hídricos. Esta tarea se apoya sobre una visión integral de la problemática hídrica que le da sustento.
Como elemento que refuerza la necesidad de un Plan de Recursos Hídricos se puede citar al Plan Estratégico Nacional de Mediano Plazo en Ciencia, Tecnología e Innovación (Plan CTI) que elabora regularmente la SECTIP. Este plan indica que los resultados de la "Consulta sobre expectativas acerca de la investigación científica, tecnológica y la innovación en Argentina" muestran que la proyección de los sectores económicos más dinámicos, para los próximos años, está centrada en la explotación de los recursos primarios y algunos de sus derivados, además de dos áreas de servicios: informática y software, y turismo. Tanto los recursos primarios como el turismo están fuertemente ligados al agua como recurso básico. Por otra parte, la especialización productiva, una de las líneas recomendadas en el Plan CTI, está apoyada en cadenas de valor basadas en los recursos naturales, utilizados de manera sustentable.
Por otro lado, la lucha contra la degradación del medioambiente, contra el hambre y contra la pobreza, temas estrechamente vinculados con la gestión hídrica, está entre los ocho Objetivos del Milenio, a los cuales Argentina adhiere, ubicándose entre las primeras de la región en comprometerse con políticas claves para el desarrollo humano. El año 2015 se toma como un corte posible para la evaluación de resultados de mediano plazo, lo cual plantea el desafío de adoptar, en cada región y sector del país, las estrategias y las acciones necesarias para alcanzar esos objetivos. El PNFRH facilitará la implementación de esas estrategias y acciones.
Para su éxito, el PNRH necesita de una política que lo sostenga en el tiempo y que lo alimente permanentemente con las nuevas realidades. Ella debe estar basada en el federalismo y los consensos básicos de la sociedad, que permitan tanto una eficiente producción como una equitativa distribución de los bienes públicos.
2. CONTEXTO GENERAL E HISTORICO DEL RECURSO HIDRICO
La República Argentina, con sus 2.812.588 km2 de superficie continental sudamericana y con un desarrollo en latitud de aproximadamente 3.700 km, se caracteriza por poseer una gran variedad de climas y ecosistemas asociados.
Su extensión tiene la característica de reflejar la diversidad geográfica y de climas asociados: una extensa región costera atlántica, con riqueza marina; una cordillera —Los Andes— ubicada al oeste, que se destaca no sólo por su potencial minero y por poseer la mayor altura en el continente americano, sino también por tener glaciares permanentes y hielos continentales asociados; extensas llanuras templadas en el centro-este (la Pampa Argentina), aptas para la actividad agropecuaria; valles con agricultura bajo riego e importante actividad agroindustrial; mesetas áridas escalonadas sureñas, aptas para la cría de ovino, aprovechamiento de la energía eólica y explotación de petróleo y gas.
La gran variabilidad en eco-regiones, moldeadas por la abundancia o el déficit de los recursos hídricos, determinó a lo largo de la historia argentina los cambios en su distribución poblacional, dando origen a la aparición de grandes aglomeraciones. La distinta ocupación de las eco-regiones, como la Andina, la Puna, las Selvas de Yungas y de Misiones, el Chaco Seco y Húmedo, los Esteros del Iberá, los Campos de Pastizales, Montes de Espinillos, la Pampa, los Montes, Llanuras y Mesetas, la Estepa Patagónica, las Islas del Atlántico Sur, fueron testigo de ello.
El segmento poblacional originario arribó a nuestro territorio nacional hace más de 10.000 años por las migraciones internas que experimentó el continente americano. Estos pobladores originarios fueron cazadores, recolectores de frutos silvestres y agricultores. Desarrollaron, a lo largo del tiempo, un importante conocimiento empírico de los sistemas naturales y el respeto a la Naturaleza. En las diversas tribus, el agua formaba parte esencial de su cultura, usos y costumbres. Sus creencias y relación con el agua se mantuvieron inalteradas hasta el siglo XVI, cuando una nueva cultura trajo consigo sus propios valores y costumbres. Este encuentro alteró el acerbo cultural trasmitido de generación en generación sobre cómo convivir con el sistema hídrico, generando una nueva situación de dialéctica población-medio natural que se mantiene hasta el presente.
El crecimiento poblacional y económico comenzó a experimentarse con una marcada centralización en la capital de la Nación, Buenos Aires, que pasó de ser un apostadero colonial en la ruta del Alto Perú, a ser sede del Virreinato. Esto se debió al comercio Atlántico y al manejo del intercambio con Europa.
Al desplazar a otros puertos, las elites porteñas se aseguraron el control de la aduana, que durante el período de construcción de la Argentina moderna fue la principal fuente de ingresos del Estado. Las guerras civiles que sobrevinieron tras la independencia tuvieron como un objeto el control de esos ingresos fiscales. Del monopolio del comercio importador que ejercía Buenos Aires se derivó la extraordinaria concentración de actividades, funciones y poder que han hecho de esa salida a Europa lo que hoy es. En 1869 Buenos Aires era apenas una "gran aldea" sumamente austera de unos 200.000 habitantes, casas de una sola planta y calles polvorientas. En 1914, con cerca de dos millones, se había convertido en la "capital de un continente". El auge de Buenos Aires, con su infraestructura y sus servicios públicos (particularmente modernos en lo que refería a agua y saneamiento) data del gran período de asentamiento y valorización de la pampa húmeda (hecho posible, entre otras razones, por el aprovechamiento del agua del subsuelo).
Esta metrópoli de la "belle époque" era la vidriera del país. A tono con la euforia económica que conoció la Argentina, la Capital Federal no tiene nada que envidiarle, en lujos y comodidades, a las capitales europeas a cuya imagen se construyó. Los urbanistas más renombrados, los arquitectos más eminentes, los escultores más destacados viajaron desde Europa junto con el mármol, la piedra y la madera. Nada era suficiente para la "perla del Plata".
El lujo de los palacetes finiseculares simbolizaba la riqueza nacional. Esos monumentos encarnaron el proyecto transformador asociado al "triunfo" de la "civilización" europea sobre la "barbarie" americana.
En paralelo con el proceso de organización que encaraba la Argentina, comienzan a llegar al país inmigraciones masivas de origen rural que, paradójicamente, a pesar de la extensión territorial, se asientan en ciudades. La sobreurbanización de la Argentina y la hipertrofia de su capital a partir de principios
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