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TRAVAJO CIENTIFICO


Enviado por   •  6 de Julio de 2014  •  1.967 Palabras (8 Páginas)  •  314 Visitas

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La elaboración de un artículo científico

José M. Hernández

Departamento de Biología Animal I (Entomología)

Facultad Biología, Universidad Complutense, 28040 Madrid

Estas notas se deben al encargo realizado por la SEA para redactar una serie de consejos dirigidos a aquellos investigadores noveles que se enfrentan a la publicación de su primer trabajo científico. No es pecar de falsa modestia el indicar que la asociación cuenta con investigadores más cualificados que nosotros para abordar esta empresa, pero esperamos que gracias al apoyo bibliográfico, la serie de indicaciones que se presentan sea de utilidad para aquellos que se inician en el apasionante mundo de la ciencia y que, tras obtener sus primeros resultados, juzgan interesante comunicarlos a los demás.

¿Por qué y para quién escribimos?

El epílogo ineludible de una investigación es la publicación de sus resultados con el fin de que puedan ser compartidos y contrastados por el resto de la comunidad científica y, cuando sean convenientemente validados, se incorporen a la gigantesca enciclopedia del saber humano.

Dado el volumen actual de producción científica y el elevado número de investigadores en activo, los antiguos medios de comunicación tales como la correspondencia personal o incluso los libros, han cedido el paso a las revistas científicas de rápida y extensa difusión, que cumplen además con otro requisito indispensable: su depósito en instituciones públicas que pueden ser libremente consultadas. Todo esto hace que el medio habitual para comunicar los resultados de una nueva investigación sea el artículo científico, publicado en una revista especializada.

Se desprende de lo anterior un primer punto importante consistente en situarnos en el contexto adecuado: ¿estamos escribiendo un artículo de divulgación dirigido al público en general o, por el contrario nos encontramos comunicando a otros especialistas nuestros resultados y las conclusiones que sacamos de ellos?. Los métodos empleados son muy distintos en cada uno de los casos, ya que persiguen diferentes objetivos. Nosotros vamos a referirnos exclusivamente el segundo de los supuestos, es decir, al artículo científico dirigido a una revista especializada. Nuestros lectores serán, por lo tanto, otros especialistas generalmente de nuestro mismo campo de estudio. Todas las recomendaciones estarán determinadas por esta premisa.

Para muchos investigadores, el momento de ponerse a expresar en un papel los resultados de sus investigaciones representa un momento de verdadero temor, principalmente cuando se trata de su primer artículo científico. Toda disciplina posee una serie de tradiciones que son tácitamente respetadas, aunque en algunas ocasiones obedezcan más a determinadas modas que a razones de verdadera utilidad. La ciencia no se libra de poseer sus propias costumbres, cambiantes a lo largo de los años y que no representan más que convenios no escritos sin ninguna motivación práctica. Un ejemplo muy clásico es el empleo de la primera persona del plural, aun cuando la autoría de la publicación corresponda a una sola persona -nosotros lo estamos haciendo en el presente texto-. No obstante, la mayor parte de normas que rigen una publicación científica pretenden facilitar su comprensión; siempre deberemos tener en cuenta que no nos estamos dirigiendo a un lector ocioso que pretende pasar un rato agradable leyéndonos, sino a otro científico (seguramente bastante ocupado) que busca encontrar rápidamente y sin ningún tipo de ambigüedad los resultados de nuestro trabajo y las conclusiones a las que éstos nos han conducido. Debido a esto, deberemos intentar conseguir tres objetivos fundamentales: ser rigurosos, claros y concisos. Las largas peroratas sin estructurar y sin dividir en apartados, el empleo de lenguajes literarios y floridos, así como las disquisiciones filosóficas del autor pueden tener cabida en artículos de opinión o en revistas divulgativas, pero no deben ser empleados en una publicación científica, únicamente conducen a inexactitudes y al aumento innecesario de la extensión del artículo.

Se podría pensar, tras leer lo anterior, que no consideramos rigurosa la exposición de una teoría o la formulación de una hipótesis que no hemos demostrado, debiendo ceñirnos a expresar asépticamente datos observados. Nada más lejos de nuestra intención. El rigor de un trabajo científico obedece al método utilizado, no al tipo de resultados. Si una teoría es consistente, se encuentra basada en datos fidedignos, explica los fenómenos observados y encaja en su contexto disciplinar, será rigurosa; los futuros descubrimientos se encargarán de afianzarla o de abandonarla. Por el contrario, si lo que ofrecemos es una hipótesis que simplemente no puede ser rebatida por falta de datos, estaremos ante una elucubración sin ningún valor científico.

Quizá pueda parecer que todo lo expuesto hasta ahora es evidente para cualquier investigador por novel que éste sea, pero la experiencia demuestra que no se conoce o se olvida en más ocasiones de las que serían deseables.

Podemos, con todo esto, situarnos en el punto de partida habiendo definido los objetivos y los destinatarios de nuestra comunicación: dar a conocer de una manera rigurosa, clara y concisa nuestros resultados y conclusiones a otros especialistas del tema. A partir de aquí abordaremos cómo hacerlo.

El primer paso: el estilo

En cualquier documento escrito, y un artículo científico no es en absoluto una excepción, debe cuidarse el estilo de forma extrema, evitando la multitud de vicios del lenguaje que habitualmente utilizamos al hablar. Citando a Carreras (1994), la sociedad de nuestro tiempo emplea un lenguaje muy empobrecido, chabacano en ocasiones, pero en todo caso contaminado por numeroso barbarismos. Si es ridículo hablar como un libro, por lo que tiene de impersonal y afectado, no lo es menos escribir como se habla en la calle.

• Rigor

Como punto de comienzo, ya se han definido los tres pilares sobre los que tiene que basarse nuestro escrito. En primer lugar rigor, en el sentido de tratar todos los aspectos del problema, incluir todos los estudios conocidos hasta el momento, reflejar

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