ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Tartufo. Jean Baptiste Poquelin Moliere


Enviado por   •  16 de Enero de 2013  •  Reseñas  •  2.308 Palabras (10 Páginas)  •  817 Visitas

Página 1 de 10

TARTUFO

(EL IMPOSTOR)

Jean Baptiste Poquelin Moliere

RESUMEN DE LA OBRA

Por lo visto Mariana tiene previsto ya el enlace con su amado, el joven Valerio. Pero he aquí que Orgón, un adinerado señor residente en París, padre de Mariana, pretende casarla con Tartufo, un personaje que destaca por su falsedad y por su hipócrita devoción y aparente virtud. Se lo comunica, lo cual, naturalmente desagrada a Mariana y a todos los demás, ya que Orgón y su madre son los únicos que creen verdaderamente que el señor Tartufo es persona de bien: el resto piensa que es un sinvergüenza muy peligroso. El caso es que Valerio se entera del futuro casamiento y, claro está, se enfada con su enamorada. Por suerte siempre está ahí Dorina, la doncella de Mariana, para arbitrar la situación. Ésta, a su vez, intenta persuadir a Orgón de su idea, sin éxito.

La noticia de la posible unión entre Mariana y Tartufo causa tal conmoción que Damis, hijo de Orgón, Cleanto, cuñado, y Elmira, esposa, también hablan con Orgón para convencerle, pero está tan entusiasmado con su querido amigo Tartufo que hace oídos sordos. Conscientes todos de que es imposible hacer que olvide su admiración por el perverso devoto, deciden montar una comedia, aprovechando que, casualmente, Tartufo había confesado su amor a Elmira, la mujer de su propio protector, haciendo gala de su bajeza. Cuando esto ocurrió, Orgón se apresuró a concederle a su protegido todos sus bienes, indignado por las acusaciones que Damis hacía del malvado y por la dramática actuación que realizó éste para parecer inocente.

Orgón pues, se esconde bajo la mesa a indicaciones de su esposa, y espera a que llegue Tartufo y vuelva a hacer sus desleales ofrecimientos. Elmira “tira de la lengua” del impostor, pero, astuto él, se muestra conservador y no hace caso al principio. Afortunadamente, y no sin ser necesario que Elmira llegue a provocarle, el innoble hace muestras claras de correspondencia. En vista de esto, por fin se convence Orgón, que se ve muy afectado y se da cuenta de su gran error cuando quiere echar a Tartufo.

Llega al rato pues el infame y pretende expulsar a todos de la casa por la vía legal, mas es detenido entonces por la autoridad, que al parecer, llevaba buscándolo desde hacía tiempo por fraudes como ese.

PRIMER ACTO (seis escenas).

Están reunidas las mujeres en la casa de Orgón, y éstas critican a Tartufo, percatadas desde hace tiempo de su falsa bondad y su hipocresía. Todas excepto Madame Pernelle, madre de Orgón, que, al igual que su hijo, tiene muy sobrevalorado a este personaje y le defiende.

En la siguiente escena se deja ver claramente la devoción que siente Orgón por Tartufo; mientras conversa con Cleanto, su cuñado, no para de repetir lo mismo: “¿y Tartufo?” o “pobre hombre”. Siempre preocupado por él, siempre encima de él. Precisamente Cleanto, que tampoco siente gran simpatía por este individuo, expresa a su cuñado lo maligno que le parece (“creo que estáis loco, hermano. ¿Os chanceáis de mí con tales discursos?), hasta se sorprende de hasta qué punto llega el otro para protegerlo de los ataques (“hermano, esas palabras huelen a libertinaje”). Esa es probablemente una de las muchas razones por las que Tartufo cae tan mal a la familia de Orgón, porque utiliza a menudo el recurso de acusar a la gente de anticristianos o de viciosos injustamente, cuando creen que él lo es mil veces más.

En resumen, este acto nos presenta los diferentes puntos de vista hacia la persona del impostor, sin aparecer él mismo, aunque de entrada nos debe parecer alguien efectivamente corrupto.

SEGUNDO ACTO (cuatro escenas).

En la primera escena nos traen una inesperada sorpresa, que sin conocer todavía a fondo a los personajes, se nos antoja desagradable. Orgón anuncia a su hija Mariana que se casará con Tartufo, dados sus histéricos deseos de introducirle en la familia (“¿por qué hacerme decir semejante impostura?”). Mariana no quiere ofender a su padre, pero muestra un palpable descontento que tiene que acallar por respeto. Dorina, criada y, suponemos, amiga de la joven, entonces interviene chocada por la noticia. Trata de convencer al cerrado Orgón para que desista, criticando a Tartufo ferozmente (“sí; es él quién lo dice, y esa vanidad, señor, no se compagina con la piedad”) y describiéndolo como alguien sencillamente malvado. Orgón se cabrea profundamente, ya que no soporta que su amigo sea despreciado de tal manera (“sí; mi bilis se revuelve con todas esas boberías, y quiero terminantemente que te cayes”); como he dicho, se cierra por completo a cualquier comentario no grato hacia su gran amigo.

Cuando se va el señor, Mariana charla con su doncella amargamente, sin encontrar solución al asunto, incluso planteándose el suicidio. Dorina busca su consuelo y preparan la nueva al amado, Valerio. Pero, lógicamente, cuando le cuentan la historia de su futuro casamiento con Tartufo, él se muestra indignado y los novios se pelean. Dorina, que ve natural la reacción de ambos y, haciendo gala de su nobleza (de espíritu, no de sangre), vuelve a entrar en escena y les junta de nuevo (“cesad esta chanza y venid aquí los dos”). Una vez que hacen las paces, les tiene que obligar a separarse durante un tiempo, el necesario para planear la posible salida a este problema.

En esta ocasión tampoco aparece el intrigante Tartufo, pero las circunstancias nos llevan a pensar peor de él: Dorina habla de él todavía peor que antes las otras mujeres. Se nos muestra con más claridad aún la gran admiración de Orgón por ese tío, hasta el punto de casarlo con su propia hija inconscientemente.

TERCER ACTO (siete escenas).

Dorina se queja a Damis, hijo de Orgón, de todo lo que está ocurriendo y éste parece compartir su enfado (como hemos comentado, a nadie, salvo Orgón y su madre, les gusta Tartufo).

Inesperadamente, la primera intervención de Tartufo en la obra es para confesar su amor a Elmira, ¡la mujer de su propio amigo y benefactor! (“ah, no porque sea devoto dejo de ser hombre; y cuando llega uno a contemplar vuestros celestiales hechizos, el corazón queda prendido en ellos y no razona”). Repito una vez más que Elmira siente antipatía por el que acababa de ofrecérsele, de modo que se lo dice a Damis, su hijo, que se enfurece al conocer los desleales propósitos del rufián y quiere plantarle cara de una vez y echarlo para siempre de sus vidas. De hecho lo hace cuando está delante Orgón: le acusa de pervertido y declara las ilícitas intenciones que tenía, pero cuando Orgón intenta callarlo,

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (13.7 Kb)  
Leer 9 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com