Crítica a la película "la sombra del cuadillo"

LA SOMBRA DEL CAUDILLO

Crítica por Saaid Alejandro Pacheco Cordova

Durante la revolución mexicana, a principios de los años 20, del siglo pasado, se disputaba el trono presidencial por 2 personajes de origen militar, cuya personalidad férrea y vil los había hecho de suficiente fama para ser considerados por los partidos políticos como posibles candidatos a la presidencia.

Cada que recuerdo la revolución mexicana pienso, a modo de síntesis, en la barbaridad de la misma. Lo defino propiamente como un periodo de desestabilización nacional; transiciones políticas en sinfín y un estado socioeconómico pésimo. Un dialogo -pienso, resume profundamente la situación de esos años- que se menciona, “la política mexicana no conjuga más que un verbo; el verbo madrugar”, muestra la canallería que se vivía por conseguir el poder y el triunfo de intereses personales y no comunales.

La trama de la película le da a la misma una gran fuerza política, siendo una representación, a cierto modo, de la confrontación entre Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón.

Otro de los elementos que es de admirarse es la buena actuación de los personajes, algunos auténticos como los soldados. También a la excelente ambientación y escenificación; no sé si hayan utilizado a la auténtica cámara de diputados, pero, esa y muchos de los otros escenarios, ¡se vieron excelentes!

El juego sucio era una herramienta común y quien mayor le sacara provecho, ¡mayor ventaja tenía! Quienes, a pesar de ser militares, rectos en la obediencia y hechos para servir a la patria, eran dirigentes de aquellas acciones para desestabilizar al contrario. Esa fue razón para que la película durara sólo 1 semana en cartelera y censurada 30 años; argumentaban que era una ofensa para el ejército mexicano verse representado de esa forma1.

Identifiqué desinformación sobre los asuntos políticos, de aquel entonces, y los desinformados era la clase baja. Se vio un gran número de semanarios en el filme, eso nos daría a entender una buena difusión de lo que acontecía, pero, estos eran leídos por quienes tenían interés en saberlo, al pueblo le disertaban ¡y ellos encantados!, tan era así que, hasta cartelones del candidato equivocado fueron publicados y ellos lo pasaron por desapercibido.  

En fin, la política, para mí, siempre se ha mal entendido en México -y en muchas otras partes, pero, tengo un mejor análisis del lugar en que vivo-. Más que lucir bien frente a los ojos del pueblo, debemos de centrarnos -como todo en la vida- en cumplir con nuestro deber, y el deber de un político viene a ser el de servir al pueblo, si así lo hace, engrandeceremos a la patria como es debido y como tanto anhela.

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