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La trama de la película Hachiko


Enviado por   •  9 de Abril de 2013  •  Reseñas  •  471 Palabras (2 Páginas)  •  748 Visitas

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HACHIKO

Ahora que dentro de poco se estrenará en España la última película de Richard Gere basada en la historia de Hachikō, puede ser bueno recordar a este entrañable y leal personaje. Hachikō fue un perro de raza akita nacido en 1923 en una granja cercana a la ciudad de Odate, Japón.

En 1924, Hachikō fue llevado a Tokio por su dueño, Hidesaburo Ueno, un profesor del departamento de agricultura de la universidad tokiota. El maestro lo cargó en sus brazos y notó que las piernas delanteras estaban levemente desviadas, por lo cual decidió llamarlo Hachi (ocho en japonés), por la similitud con una de las partes del Kanji (letra japonesa), que sirve para representar al número ocho.

Durante la vida de su dueño, Hachikō lo vio partir diariamente y se reencontraba con él al anochecer en la cercana estación de Shibuya. Ambos mantuvieron esta rutina diaria hasta mayo de 1925, fecha en la que el profesor Ueno no volvió en el tren de la tarde que solía coger, ya que murió tras sufrir una hemorragia cerebral mientras impartía sus clases.

Hachikō fue dado en adopción después de la muerte de su amo, pero volvía insistentemente a su antigua casa. Al poco tiempo, pareció darse cuenta de que el profesor ya no vivía en esa casa, así que fue a buscarlo a la estación de tren donde tantas otras veces lo acompañó. Cada día, hasta el que llegara el de su muerte, Hachikō esperó al profesor.

La presencia permanente en la estación de tren del perrito llamó la atención de viajeros y transeúntes. Muchos de ellos ya habían visto a Hachikō y al profesor juntos anteriormente, así que se encariñaron con él y comenzaron a traerle comida y a cuidarlo durante su espera.

Esta espera se mantuvo durante 10 años, con Hachikō apareciendo cada noche, justo cuando el tren que traía de vuelta a su profesor llegaba a la estación.

La lealtad a su dueño evocó en la gente de Japón un espíritu de lealtad familiar que todos deberían luchar por alcanzar. Padres y profesores usaban el ejemplo de Hachikō para que los niños lo siguieran. Un conocido artista japonés creó una escultura del perro y a lo largo del país creció el interés sobre la raza Akita.

Con el tiempo, la legendaria fidelidad de Hachikō se convirtió en un símbolo nacional. En abril de 1934, una estatua de bronce con la forma de Hachikō fue erigida en la misma estación de Shibuya con el propio protagonista presente. Un año después, el leal perrito akita falleció; pero, a pesar de sufrir algún percance, su estatua permanece y es hoy en día un punto de encuentro famoso entre los tokiotas. Un amigo me comentó que, según la leyenda, quien espera junto a la estatua Hachikō, no puede abandonar nunca el lugar hasta que su cita aparezca…

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