El desmantelamiento de PEMEX

El desmantelamiento de PEMEX

Pemex ha sido un pilar fundamental de la economía durante años, pero en la medida en que se ha convertido en un instrumento equilibrador de corto plazo del presupuesto público y cuentas externas, ya no logra impulsar el crecimiento, el desarrollo, la industrialización y la capitalización nacionales, así como, el abastecimiento de energéticos baratos a la economía y contribuir a una adecuada balanza de pagos. Al contrario, ahora el abasto doméstico de energéticos proviene principalmente de importaciones de gasolinas, gas y productos petroquímicos. Todo ello debido a la ausencia de una estrategia energética a largo plazo en las políticas públicas de desarrollo y de seguridad nacionales, así como, la exacción indiscriminada de las rentas petroleras para equilibrar las finanzas públicas, sin considerar que la producción de hidrocarburos requiere de importantes inversiones en exploración y desarrollo a fin de hacer frente a la declinación natural de los yacimientos y en la refinación o petroquímica para añadir valor agregado. Sin embargo, la “solución” de privatización de Pemex realmente no es una solución de fondo sino simplemente consiste en obtener recursos para aliviar las finanzas del Gobierno Federal por un tiempo, pero con alta probabilidad de que a largo plazo los problemas se sigan recrudeciendo (Ibarra, 2008).

1. Los problemas productivos.

Lo primero que se debiera tener en cuenta es la capacidad y posibilidad para sostener ahora y en los próximos años la producción petrolera, para lo cual es necesario determinar y contrastar la política de extracción (la cual se ha priorizado en los últimos años a fin de suplir el cumplimiento obligaciones macroeconómicas) con la de reconstrucción de reservas, exploración, reaprovechamiento de campos viejos y desarrollo de nuevos campos (fundamental dada la disminución de las reservas probadas, las cuales sólo cubren un periodo de diez años). Cabe señalar que, en el caso del gas se tiene una situación semejante, con reservas probadas que sólo cubren un periodo de una década, además de que, su comercialización, distribución y explotación se ha cedido en gran medida a particulares y los intereses de éstos (Ibarra, 2008).  

La crítica de ineficiencia que se le hace a Pemex en los trabajos de exploración no toma en cuenta que en gran medida es producto de la canalización de corrientes insuficientes y fluctuantes de recursos, provocando un lento avance de los trabajos exploratorios con imperfecciones de la información geológica, impidiendo evaluar con rigor la abundancia real de recursos petrolíferos explotables y el grado de dificultad de pasar de reservas probables y posibles a reservas probadas. Esto a pesar de que México ocupa el onceavo lugar a nivel mundial de recursos petroleros potencialmente aprovechables. De manera que, es imprescindible realizar inversiones para la modernización de operaciones productivas-distributivas y la reconstrucción de la capacidad administrativa y de gestión de grandes proyectos con el objetivo de compensar los rezagos acumulados en materia de investigación y tecnología, así como, acrecentar la capacidad de refinación y equilibrar las líneas internas de producción, ya que la importación de productos petrolíferos ha dejado un fuerte déficit comercial, por ejemplo, sólo la importación de gasolinas asciende ya a cerca de 40% del consumo nacional. Sin embargo, es verdad que este rezago acumulativo en la capacidad de renovación productiva, la exploración y desarrollo de nuevos campos petrolíferos, y la ampliación y modernización de las plantas de proceso requiere impulsar proyectos aplazados de maduración prolongada y de inversión elevada. Además, se debe tomar en cuenta que, hay un deterioro en las capacidades técnicas de Pemex para concebir, controlar y ejecutar proyectos de inversión. Pero tampoco cabe duda de que, es importante para una correcta solución a esta situación, llevar a cabo una estrategia (con participación estatal y privada nacional) que prolongue las cadenas productivas y optimice el valor agregado de los derivados de la refinación y de las plantas criogénicas del gas. Esto permitiría que México dejara de sólo exportar materias primas petroquímicas e importar productos elaborados, como hasta ahora (Ibarra, 2008).

1. El comercio exterior.

A pesar de que la balanza petroquímica sigue siendo favorable para México debido no al aumento en volumen sino al crecimiento de los precios, las importaciones están creciendo a un ritmo mayor que las exportaciones, lo que irá aumentando el déficit que existe en la balanza comercial. Además de que también estamos en presencia de un agotamiento natural de los yacimientos maduros en conjunción con obstáculos para el desarrollo del sostenimiento productivo y la renovación modernizadora de Pemex, lo que pone en riesgo estas altas ganancias en el comercio exterior de los hidrocarburos (Ibarra, 2008).

1. La situación financiera y fiscal.

De 1995 a la fecha el gran patrimonio consolidado de Pemex prácticamente ha desaparecido en tanto que, el endeudamiento se ha disparado con un incremento de casi diez veces. La descapitalización de Pemex ha sido brutal y ha ocurrido de manera sistemática y deliberada. La empresa ha cedido la totalidad de las rentas petroleras al fisco cubriendo elevados impuestos mientras que, la inversión anual sigue siendo inferior a la de hace veinticinco años. Esta situación ha limitado a Pemex en la modernización de sus instalaciones y la sustentabilidad de la producción petrolera, de petrolíferos y petroquímicos.  A pesar de ello, el papel de Pemex en el equilibrio del mercado externo es decisivo, ya que no sólo contribuye significativamente a los ingresos de la balanza de pagos, sino que, aporta recursos más que suficientes al servicio de la deuda pública.

De cualquier manera, como dice Ibarra (2008), la utilización de los excedentes del petróleo debe apoyar al gasto social y de inversión a través del sector público (como ha ocurrido históricamente), pero esto no debiera traducirse en la muerte por inanición de la empresa más importante y rentable del país. Impedir a Pemex la reconstitución de reservas, forzarla con exageración al endeudamiento y estorbar en la renovación de sus instalaciones, constituyen políticas contrarias al verdadero interés nacional. ¿Pero por qué ha sido así, por qué esa falta de autonomía presupuestal de Pemex?, porque la élite nacional y extranjera se opone a tributar, por la falta de audacia republicana, por la sujeción de los partidos políticos a los poderes fácticos y por la renuencia de los gobiernos estatales a ceder participación en las rentas de Pemex. Es decir, el obstáculo fundamental a la despetrolización de la economía y a toda reforma fiscal significativa ha sido política.

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