El día a día en las PYMES

: “El día a día en las PYMES”

Pedro Triunfador siempre soñó con ser su propio jefe, desde pequeño le gustaba jugar al banquero, al vendedor o al comerciante. Cuando cumplió la mayoría de edad se puso a trabajar en el negocio de su padre, una microempresa ubicada en la ciudad de Santiago, comuna de Providencia, especializada en la limpieza de alfombras para el hogar y tapices de automóviles.

El padre de Pedro, Don David Triunfador, comenzó este negocio en los años 60 cuando una vecina le ofreció dinero a cambio de que limpiara la alfombra se su casa. Fue así como su excelente trabajo se fue promocionando en el barrio, hasta que necesitó contratar a un amigo para que le ayudara a satisfacer la demanda que tenía hasta ese entonces.

Hoy la empresa está en manos de Pedro, quién se hizo cargo después de que su padre decidiera jubilar a la edad de 65 años. El sueño de Pedro se cumplió: ser dueño de su propio negocio.

Pedro asumió la gerencia en el año 1983 e inscribió la empresa con el nombre de LAVAFEX.

En aquella época el negocio estaba en su plenitud, tenía una cartera de clientes que llegaba a las 368 personas y/o empresas, atendía entre 5 a 7 clientes diarios, trabajaba de lunes a domingo, tenía pedidos los 365 días del año (la época estival era la que exigía mayor demanda), firmaba contratos de negocio trimestrales, gerente y trabajadores celebraban todas las festividades del año en conocidos restaurantes, compró 3 nuevas camionetas de trabajo, su cuenta corriente (la misma que usaba para su negocio) se hacía más y más acaudalada, pagaba sus deudas al día y se daba el lujo de salir de vacaciones con su familia en invierno, primavera y verano, mientras su empresa crecía y crecía. Todo este auge empezó a empeorar en el año 1998, desde esta fecha hasta hoy el negocio de Pedro ha ido en decadencia.

Primero comenzaron los desperfectos técnicos de maquinaria, las “lava-alfombras” y las camionetas ya no funcionaban como antes y estos desperfectos se convertían en trabajos mal realizados; luego vinieron los problemas internos en la organización, los trabajadores no estaban contentos, creían que estaban trabajando en exceso y lo hacían notar frente a los clientes.

Felipe, Oscar y Victoria eran los jefes de operaciones, finanzas y ventas respectivamente, todos decidieron renunciar el mismo año: Felipe consiguió un nuevo empleo en una multinacional, Oscar decidió continuar sus estudios y, una vez titulado, le ofrecieron un mejor trabajo en Concepción y, por último, Victoria se casó con un extranjero y se fue a vivir a Canadá. Pedro llamó a todos sus contactos para buscar lo antes posible las personas que ocuparan los cargos vacantes.

Además de estos problemas internos, Pedro debió luchar contra una nueva y más eficiente

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