Explicando La Inflación
jjlabrador5519 de Septiembre de 2012
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EXPLICANDO LA INFLACIÓN: UN FENÓMENO, DOS ESCUELAS
La divergencia de puntos de vista en economía, sobre todo entre los propios economistas, es motivo de broma, y desesperación, entre muchos de aquellos que tienen que lidiar con cuestiones económicas –por supuesto aquellos responsables de la política económica ante los ojos de la población, como son los políticos (independientemente de si son, o no, economistas de profesión). Harry S. Truman, presidente de los Estados Unidos entre 1945 y 1953, decía que quería un economista manco (con un solo brazo), para tener sólo una opinión. Winston Churchill, primer ministro británico en 1940-45 y 1953-55, era más cáustico:
Si uno tiene a dos economistas en un cuarto, se tendrán dos opiniones, a menos que uno de ellos sea Lord (John Maynard) Keynes; en ese caso, se tendrán tres opiniones.
La queja de Truman y Churchill, entre la de muchos dirigentes políticos, se aplica perfectamente a las causas de la inflación. El hecho mismo de que la gran mayoría de países hayan sido afectados por un problema a nivel macroeconómico parece implicar dificultad para su control. Así es, y una de las explicaciones de los fracasos en tratar de controlar el fenómeno es que, por muchos años, existió una enorme divergencia para explicar las causas de la inflación. Pueden distinguirse por lo menos dos grandes escuelas de pensamiento al respecto, con explicaciones diametralmente distintas: el estructuralismo y el monetarismo.
El origen de la inflación según la escuela estructuralista
Quizá la exposición más sólida y lúcida, y en su tiempo original, de la perspectiva estructuralista sobre la causa de la inflación fue presentada por Juan Francisco Noyola Vázquez (habitualmente conocido como Juan F. Noyola) en una conferencia pronunciada en la Universidad Nacional Autónoma de México alrededor de 1956.
Las perspectivas que se presentan a continuación provienen íntegramente de la transcripción publicada de dicha conferencia (Noyola,1958).
La inflación no es un fenómeno monetario; es el resultado de desequilibrios de carácter real que se manifiestan en forma de aumentos del nivel general de precios. Este carácter real del proceso inflacionario es mucho más perceptible en los países subdesarrollados que en los países industrializados. La inflación es un problema específico y distinto dependiendo de cada país, aun cuando puedan encontrarse una serie de rasgos comunes entre todos ellos.
Semblanza
Juan F. Noyola
¿Cuáles son los elementos que deben introducirse en el análisis de la inflación? En rigor, todos los que sean capaces de dar origen a desequilibrios en el sistema económico. Entre ellos existen elementos de carácter estructural, como la distribución de la población por ocupaciones y las diferencias de productividad entre los diversos sectores de la economía. Existen también elementos de carácter dinámico, tales como las diferencias del ritmo de crecimiento entre la economía y su conjunto y algunos sectores específicos: las exportaciones, la producción agrícola, etc.
Finalmente, hay elementos de carácter institucional, sea en la organización productiva del sector privado –grado de monopolio, métodos de fijación de los precios, grado de organización sindical–, sea en la organización y el funcionamiento del Estado y en el grado y orientación de su intervención en la economía.
¿Cómo combinar todos estos elementos en un esquema teórico fácil de manejar? Primero, distinguiendo dos categorías fundamentales: las presiones inflacionarias básicas y los mecanismos de propagación. Las presiones inflacionarias básicas se originan comúnmente en desequilibrios de crecimiento localizados casi siempre en dos sectores: el comercio exterior y la agricultura. Los mecanismos de propagación pueden ser muy variados, pero normalmente se pueden agrupar en tres categorías: el mecanismo fiscal (en el cual hay que incluir el sistema cambiario), el mecanismo del crédito y el mecanismo de reajuste de precios e ingresos.
En definitiva, la intensidad de una inflación depende primordialmente de la magnitud de las presiones inflacionarias básicas y secundariamente de la existencia de mecanismos de propagación y de la acción que éstos desempeñan. Por lo tanto, para analizar la inflación en diversos países es preciso identificar en cada uno de ellos las presiones inflacionarias básicas y determinar su intensidad, y en seguida observar si existen condiciones favorables a la aparición de mecanismos de propagación, descubrir cuáles son éstas y cómo actúan.
Finalmente, Noyola planteó tres afirmaciones con respecto a la inflación:
Si la alternativa a la inflación es el estancamiento económico o la desocupación, es preferible optar por la primera, es decir, por la inflación;
Lo grave de la inflación no es el aumento de precios en sí mismo, sino sus consecuencias en la distribución del ingreso y las distorsiones que trae aparejada entre la estructura productiva y la estructura de la demanda.
Es posible no contener, pero sí mitigar, las presiones inflacionarias mediante una política fiscal muy progresiva (esto es, gravando más a aquellos con mayores recursos) y mediante controles de precios, de abastecimiento de productos y reajustes de salarios. Estas alternativas de política económica son una alternativa infinitamente preferible a la política monetaria (esto es, aumentar las tasas de interés), que sólo empieza a ser eficaz en el momento en que estrangula el desarrollo económico.
El origen de la inflación según la escuela monetarista
Una de las frases más conocidas del economista Milton Friedman fue escrita en 1968:
La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario en el sentido de que es y puede ser producida sólo por un aumento en la cantidad de dinero mayor al de la producción.
Semblanza
Milton Friedman
Esto es, exactamente la postura opuesta de la corriente estructuralista que, como expuso Noyola, considera que:
La inflación no es un fenómeno monetario; es el resultado de desequilibrios de carácter real que se manifiestan en forma de aumentos del nivel general de precios.
La corriente monetarista propone como una forma de sintetizar que la inflación será causada por aumentos en la cantidad de dinero lo que se conoce como la ecuación cuantitativa del dinero, que fue originalmente expuesta por el economista Irving Fischer:
M x V = P x Y
Se asume que tanto Y (el PIB) como V (la velocidad del dinero) son constantes. De ocurrir así, entonces un aumento en M (dinero) trae consigo, en la misma proporción, un aumento en P (precios).
¿Es así de sencillo? No en la vida real, porque el PIB real habitualmente crece, y con éste la demanda de dinero (como ya vimos). Pero independientemente de las variaciones que la velocidad del dinero o el PIB puedan tener, la escuela monetarista aduce que existe una fuerte relación entre la cantidad de dinero en una economía y los precios. Este argumento es ampliamente aceptado.
Recordemos que la demanda de dinero la dictan las personas en su conjunto: lo que quieren y pueden permitirse traducido en dinero. El gobierno, habitualmente por medio del banco central, se encarga de “surtir” esa demanda. ¿Cuál es el problema, si el banco central se está encargando de satisfacer la demanda de dinero? El problema es si el banco central aumenta la oferta monetaria con todo propósito, sea por decisión de sus directivos o por orden del gobierno cuando carece de autonomía (el tema de autonomía del banco central será analizado más adelante). Esto ha ocurrido en muchas ocasiones, habitualmente para financiar gastos del gobierno.
Si el gobierno tiene un déficit fiscal (esto es, gasta más de lo que ingresa), una forma de rellenar el hueco es sencillamente creando dinero. Ese dinero le permite, por ejemplo, cubrir los sueldos de la burocracia o pagar por una obra pública.
El problema es que entonces puede traer consigo inflación. ¿De qué manera? Si aumenta la oferta de dinero más allá de lo que aumenta la oferta de bienes y servicios (el PIB) entonces tenemos que existe hay más dinero “persiguiendo” los mismos bienes. El resultado es que éstos aumentan de precio.
¿Es un déficit del gobierno siempre inflacionario? No. Un ejemplo extremo lo tenemos en estos momentos (2009-11) en Estados Unidos. La administración de Barack Obama ha aumentado mucho el gasto, incrementando fuertemente el déficit del gobierno. Pero no lo está financiando con impresión de dinero, sino con deuda. Esto es, emite bonos del Tesoro, y los ahorradores los compran. Con ese dinero se está financiando el déficit estadounidense. Ello no quiere decir que ese déficit no sea potencialmente problemático, pero inflacionario, al menos por el momento, no lo es.
¿Por qué hay países que crean dinero directamente, en lugar de deuda, para financiarse? ¿Por qué no hacen lo mismo que Estados Unidos? Porque no tienen mercados financieros o bien éstos no son lo necesariamente sofisticados: sus mercados de deuda son menos avanzados (o inexistentes) y no hay tantos compradores potenciales de deuda. Por ejemplo, los Certificados de la Tesorería de la Federación, los Cetes, aparecieron en México en enero de 1978. Hasta entonces, el gobierno se financiaba
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