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José Tomás Infante estaba de visita en Irlanda -donde se consumen más de 200 litros de cerveza por persona al año frente a los 37 de Chile-, cuando su interés por dicho brevaje despertó. Conoció al alemán Asbjorn Guerlach, que al igual que él no tenía muchos recursos, pero ambos tenían las ganas y la energía para emprender.

Al principio, hace unos nueve años, pensaron en aprovechar antiguas dependencias de la viña La Fortuna, propiedad del abuelo de José Tomás, pero no resultó. Lejos de desalentarse, invitaron al proyecto a Carlos Prochelle, dueño del bar Dublín y al primo de José Tomás, Rodrigo Infante. Su primera producción fue de dos mil litros, pero poco a poco fueron conquistando a los dueños de distintos locales que expendían cerveza.

"Hemos tenido un crecimiento potente. En 2011 vendimos un millón de litros. Eso es, unos US$2,5 millones", cuenta el gerente general de Kross, José Tomás Infante.

En 2007, los dueños de la microcervecería -que siempre han contado con el respaldo de la familia Schiess, del grupo Transocéanica- inauguraron su planta en Curacaví (US$500 mil), que tiene una capacidad instalada de 40 mil litros mensuales. "Los Schiess han jugado un rol de inversionista y nos han ayudado a que todo esté en orden. Cuando uno empieza no tiene la expertise. Han sido un gran apoyo", cuenta Infante en las oficinas de Transoceánica en Vitacura.

La distribución de los llamativos y elegantes envases de cerveza comenzaba a funcionar. "Empezamos a hablar con otros actores de la industria, para poder crecer y producir eficientemente. Necesitábamos a un socio que nos ayudara con la distribución", agrega.

EL INGRESO DE CONCHA Y TORO Así fue como conquistaron a otro importante grupo empresarial, Concha y Toro, ligado a las familias Guilisasti y Larraín Santa María, que a través de Peumo comenzó a distribuir la cerveza artesanal a nivel nacional.

Fueron cerca de tres años de trabajo conjunto hasta que la principal empresa vitivinícola del país dio el siguiente paso. "Nos dijeron que Kross estaba creciendo bien y que les gustaría ser parte del negocio para que siga creciendo", recuerda el empresario cervecero.

Fue una negociación muy amistosa que, tras el correspondiente due diligence, terminó en el acuerdo que llevó a Concha y Toro a adquirir el 40% de la propiedad de Kross el año pasado.

Ambas partes concuerdan en que el crecimiento debe ir de la mano de la calidad, compitiendo en el segmento premium de las cervezas artesanales.

"Vemos que en cinco años más, si hacemos bien las cosas, los microcerveceros deberíamos multiplicar hasta siete veces el volumen actual", afirma Infante, quien apuesta a ventas cercanas a US$15 millones hcia el año 2017.

El 70% de las ventas de Kross se hacen en Santiago y el resto va para regiones. Abarcan todo

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