La Globalización Y América Latina
rufinopanta5 de Mayo de 2012
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La globalización y América Latina
Independientemente de que la globalización es un hecho irreversible y es necesario actuar de acuerdo con ella, se ha olvidado que para hacerlo resulta necesario cumplir con ciertos requisitos
Hace 15 días visitaron Venezuela 3 de los políticos más admirables, exitosos y sensatos de Iberoamérica: Ricardo Lagos, Fernando Henrique Cardoso y Felipe González. Expusieron su visión general de los problemas que afectan a los países de este continente y tuvieron el buen gusto de evitar referirse a las controversias políticas del día en Venezuela. En sus intervenciones destacaron la importancia de la globalización como hecho determinante para definir el enfoque que debería tener la acción pública entre nosotros, en contraste con la visión ideologizada de otras épocas, en las cuales se adoptaban posturas radicales.
Se pudiera decir que sus argumentos fueron impecables y lograron desmontar, sin decirlo abiertamente, las posturas extremistas de los protagonistas locales que se debaten en controversias superadas de otros tiempos, las de la Guerra Fría. Elevaron el diálogo a una altura que ya nos es extraña y produce nostalgia, condimentando sus exposiciones con la experiencia de cada uno de ellos como jefes de gobierno. Pero tal entusiasmo por la globalización entraña un peligro del que no nos hemos dado cuenta.
Independientemente de que la globalización es un hecho irreversible y es necesario actuar de acuerdo con ella, se ha olvidado que para hacerlo resulta necesario cumplir con ciertos requisitos. La inserción en la globalidad supone que quien se inserte tenga algunos rasgos de identidad, pues de lo contrario será absorbido y diluido por ella. Esto a su vez exige que los participantes en la globalización mantengan un mínimo de cohesión social que les permita ser interlocutores válidos.
Lamentablemente, en América Latina no se ha logrado suficientemente tal cohesión social.
Muchos de nuestros países han entrado en la globalización con posiciones encontradas y conflictos sociales. Los tres ex gobernantes que nos visitaron han contribuido de manera notable a superar tal situación. Quizás por ello no aprecian suficientemente que aún queda mucho camino por andar.
Varios países de América Latina, entre ellos Venezuela, no han logrado consolidarse como unidades nacionales firmes capaces de participar con una identidad propia en el concierto internacional. Sus rencillas internas y su falta de brújula los han llevado a peregrinar entre proyectos nacionales frustrados, que a veces han encarnado autócratas, en la mayoría de los casos militares, y en otras oportunidades aristocracias excluyentes, o una combinación de ambos. Lo que se puede observar en el curso tambaleante de los procesos de integración regional.
A falta de una cohesión nacional firme, incursionar en la globalización puede ser peligroso. Porque la gravitación de los grandes intereses globales puede destruir las bases con que se cuenta para construirla. Por ello resulta necesario que los venezolanos, y valga lo mismo para otros países de la región, nos afirmemos como tales.
Lo que requiere que dejemos de lado disputas subalternas y construyamos posiciones nacionales comunes capaces de ser contrastadas, presentadas y negociadas con los otros protagonistas de la globalización. Porque ésta última no es un proceso abstracto sin actores, sino tiene intereses muy concretos que se hacen valer y predominan si no hay interlocutores válidos.
Para aterrizar, mientras sigamos discutiendo solamente si el sucesor es Nicolás Maduro o Diosdado Cabello, o si ese no es el problema porque Henrique Capriles ya ganó, no seremos una nación sino un saco de gatos, Y en esas circunstancias toda aproximación a la globalización quedaría destinada al fracaso. Con el agravante de que
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