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Acción Civil


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  Ensayos  •  1.356 Palabras (6 Páginas)  •  272 Visitas

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Acción Civil (A Civil Action, 1998 ) de Steven Zaillian y producida por Robert Redford es la adaptación de un caso real recogido del libro del mismo nombre de Jonathan Harr. Jan Schlichtmann (John Travolta) es un joven -relativamente – y exitoso abogado de la ciudad de Boston especialista en juicios de daños, casos simples con importantes indemnizaciones. Su pequeño estudio, del tipo que ahora se denomina boutique – dedicado exclusivamente a lidiar casos de daños extracontractuales-, le reporta fama y fortuna a pesar que una parte del gremio lo menosprecia y lo tiene por chupasangre (blood-sucking) y caza ambulancias (ambulance chaser). Todo va bien, hasta que tiene la mala suerte de tropezar, con un típico caso de contaminación de aguas y tiene el peor tino – para el desarrollo de su carrera - de aceptar la defensa. Dos curtiembres, subsidiarias de las corporaciones W.R. Grace & Co. y Beatrice Foods, en la jurisdicción del pequeño pueblo de Woburn en el estado de Massachussets, son sospechosas de contaminar el agua de los pozos de la localidad con vertidos de tricloroetileno (TCE), se cree que este toxico es el causante de la leucemia que ocasionó la muerte de cinco niños en el pueblo (1).

Zaillian pone el énfasis en los detalles, nos muestra lo costoso, tedioso y agotador que pueden llegar a ser los procesos civiles en los Estados Unidos. Son tantas las actuaciones y las declaraciones que terminan desgastando al más fiero, sólo quienes tienen la paciencia y el dinero suficiente resisten hasta el final. Bajo esta línea, la idea misma de la justicia está en entredicho (2).

Desde hace un tiempo el cine americano nos presenta de tanto en vez la historia de un proceso donde nuestro abogado o heroína en horas bajas, se enfrenta contra una gran corporación en una causa justa. El resultado es típico de Hollywood. Así tenemos a Frank Galvin en Veredicto final (The Verdict, 1982) de Sydney Lumet, quien en medio de su alcoholismo e incompetencia , logra defender con solvencia -y mucha suerte- un caso de negligencia médica. También encontramos a Jedediah Ward en Acción Judicial (Class Action, 1991) de Michael Apted el cual vence en juicio a una firma automotriz que mantuvo en el mercado un automóvil con un diseño poco seguro para los conductores por decir lo menos -explotaba en determinadas circunstancias-. En Causa Justa (Rainmaker, 1997) de Francis Ford Coppola, vemos como un abogado joven e inexperto supera todos los trucos que pone en su camino la parte contraria – más preparada y con importantes recursos – hasta alcanzar una indemnización fabulosa y con ello la quiebra de la compañía de seguros demandada. No podemos olvidar a Erin Brockovich en la cinta del mismo nombre (Erin Brockovich, 2000) de Steven Soderbergh, que gana un arbitraje a una firma de gas al encontrar que el tiróxido de cromo utilizado como anticorrosivo en unas torres de enfriamiento al filtrarse había contaminado las aguas subterráneas que utilizaban los vecinos a sus instalaciones.

A diferencia de estas cintas, todas ellas bajo el modelo de heroe en horas bajas que logra vencer a Goliat, tenemos en esta ocasión a un abogado en horas altas que no es capaz de medir sus fuerzas y termina como un pordiosero. Schlichtmann tiene que lidiar con un caso de dificil probanza, con dos importantes firmas de abogados – Foley, Hoag & Eliot con William Cheeseman (Bruce Norris) a la cebeza y Hale & Dorr representados por el viejo Jerome Facher (Robert Duvall)- y dos transnacionales con espaldas muy anchas. Schlichtmann sabe lo que estos contrincantes representan, la eterna lucha de David contra Goliat: “cuando eres un bufete pequeño y ellos uno grande empapado en historia y riqueza, como siempre es, con sus alfombras persas en el piso y sus diplomas de Harvard en las paredes es fácil sentirse intimidado. No lo permitan. Eso es lo que quieren, lo que esperan, como los pendencieros, así es como ganan”. Esta declaración esconde una evidencia que se presenta a cada instante, Schlichtmann es incapaz de medir su capacidad. Aprenderá la lección tarde. Pero no es sólo con jactancias

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