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Alcoholismo

yiyong23 de Septiembre de 2013

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¿Qué es el alcoholismo?

El alcoholismo es una enfermedad crónica, progresiva y a menudo mortal; es un trastorno primario y no un síntoma de otras enfermedades o problemas emocionales. La química del alcohol le permite afectar casi todo tipo de célula en el cuerpo, incluyendo las que se encuentran en el sistema nervioso central. En el cerebro, el alcohol interactúa con centros responsables del placer y otras sensaciones deseables; después de la exposición prolongada al alcohol, el cerebro se adapta a los cambios producidos por el alcohol y se vuelve dependiente a ellos. Para las personas que sufren de alcoholismo, el tomar se convierte en el medio principal a través del cual pueden interactuar con personas, trabajo y vida. El alcohol domina su pensamiento, emociones y acciones. La gravedad de esta enfermedad está afectada por factores de índole genética, psicológica, cultural y de dolor físico.

¿Qué causa el alcoholismo?

El tan sólo tomar de manera regular y consistente durante un transcurso de tiempo puede ocasionar una sensación de dependencia y síntomas de supresión durante los períodos de abstinencia; esta dependencia física, sin embargo, no es la única causa del alcoholismo. Los estudios con personas que sufren enfermedades crónicas que han tomado medicamentos contra el dolor por mucho tiempo, han mostrado que una vez la persona resiste el proceso de supresión física, a menudo pierde el deseo por las drogas que estaba tomando. Para que una persona se vuelva alcohólica, por lo general se deberán tener en cuenta otros factores biológicos, genéticos, culturales y psicológicos.

La química cerebral.

El deseo de alcohol durante la abstinencia, el dolor asociado con la supresión y la alta tasa de recaída se deben a la adaptación del cerebro y a la dependencia en los cambios químicos [cerebrales] causados por el uso de alcohol a largo plazo. El alcohol causa relajación y euforia pero a la vez también actúa como un depresivo en el sistema nervioso central. Inclusive después de años de investigación, los expertos todavía no saben exactamente cómo el alcohol afecta el cerebro. Parece ejercer efectos mayores en el hipocampo, un área en el cerebro asociada no sólo con el aprendizaje y la memoria sino también con la regulación de la emoción, el procesamiento sensorial, el apetito y el estrés. Un estudio reciente encontró que productos mayores descompuestos del alcohol, ésteres de etilo de ácido graso, estimulan el flujo de potasio en las células del hipocampo, el cual inhibe neurotransmisores importantes (mensajeros químicos). De especial importancia para los investigadores de alcoholismo son los neurotransmisores ácido gamma-aminobutírico (GABA), dopamina y serotonina, los cuales están muy asociados con, entre otras funciones, el comportamiento emocional y los antojos. El alcoholismo crónico causa depleción de la materia gris, tejido crucial en el sistema nervioso central.

Los factores genéticos.

En las personas que sufren de alcoholismo severo, los investigadores han identificado un gen que afecta la función de una estructura nervio-celular conocida como receptor de dopamina D2 (DRD2), el cual, a su vez, influye en la actividad de la dopamina. Este gen también se encuentra en las personas con trastorno de déficit de atención, las cuales corren un riesgo mayor de alcoholismo, y está también presente en las personas con el síndrome de Tourette y autismo. La asociación de este gen con estos problemas neurológicos conduce a algunos expertos a creer que el gen receptor de dopamina D2 no es una causa principal del alcoholismo, sino que las personas con este gen tienen una probabilidad mayor de tomar para medicar los síntomas psicológicos y conductuales de sus trastornos neurológicos. Además, un estudio mayor no encontró ninguna conexión entre el gen DRD2 y el alcoholismo. Se necesita llevar a cabo más investigación en esta área.

¿Quién se convierte en un alcohólico?

Los riesgos generales y la edad.

Una encuesta nacional realizada en 1996 reveló que 11 millones de estadounidenses son bebedores serios (cinco o más bebidas por ocasión en cinco o más días en un mes) en el mes anterior a la encuesta. Las personas con antecedentes familiares de alcoholismo tienen una mayor probabilidad de empezar a tomar antes de los 20 años y de convertirse en alcohólicos. Sin embargo, cualquier persona que empieza a tomar en la adolescencia corre un riesgo mayor; actualmente, 1.9 millones de jóvenes entre las edades de 12 y 20 años se consideran bebedores serios y 4.4 toman hasta embriagarse. Es alentador saber que en 1979 casi el 50% de los jóvenes estadounidenses entre las edades de 12 y 17 años consumían alcohol; en 1996 este porcentaje había descendido a 18.8%. Aunque el alcoholismo se desarrolla por lo general durante los primeros años de la adultez, los ancianos no están exentos. De hecho, en un estudio, 15% de los hombres y 12% de las mujeres sobre la edad de 60 años tomaban más que el estándar nacional de consumo de alcohol excesivo. El alcohol afecta el cuerpo viejo de manera diferente; las personas que mantienen los mismos patrones de consumo de alcohol a medida que envejecen pueden fácilmente desarrollar dependencia de alcohol sin darse cuenta. La depresión y la ansiedad pueden desempeñar una función importante en el desarrollo del alcoholismo entre los ancianos quienes a menudo están sujetos a cambios de vida no deseados, como la jubilación, la pérdida de un cónyuge o amigo y problemas médicos.

El género.

La mayoría de los alcohólicos son hombres, pero, no obstante, la incidencia de alcoholismo entre las mujeres ha estado aumentando durante los últimos 30 años. Cerca del 3.9% de los hombres son bebedores serios y el 1.9% de las mujeres; 22.8% de los hombres toman hasta embriagarse comparado con 8.7% de las mujeres. En general, las mujeres jóvenes con problemas de alcohol tienden a seguir los patrones de bebida de alcohol de sus padres. Las mujeres que son alcohólicas tienden a tomar seriamente durante el período premenstrual. Las mujeres tienden a volverse alcohólicas más tarde en la vida que los hombres; sin embargo, los problemas médicos que desarrollan debido al trastorno ocurren casi a la misma edad que los hombres, lo cual sugiere que las mujeres son más susceptibles a la toxicidad física del alcohol.

Los factores hereditarios.

El riesgo de alcoholismo entre los hijos de padres alcohólicos es de 25%. La asociación familiar es menor para las mujeres. No obstante, los factores genéticos contribuyen a esta enfermedad en ambos géneros. En un estudio, las mujeres que sufrían de alcoholismo tendían a tener padres que tomaban. Las mujeres que provenían de familias con antecedentes de trastornos emocionales, rechazadas por los padres o disolución familiar temprana no mostraron un riesgo mayor de tomar alcohol que las mujeres sin estos antecedentes. Una familia y salud psicológica estables no sirven de protección para las personas con un riesgo genético. Lamentablemente, no hay manera de predecir qué miembros de las familias de alcohólicos están a un riesgo mayor de alcoholismo.

Los estadounidenses de descendencia irlandesa e indígena corren un riesgo mayor de alcoholismo; los estadounidenses de descendencia judía y asiática corren un riesgo menor. (En general, no hay una diferencia en la frecuencia alcohólica entre los afroestadounidenses, los blancos y los hispanos). Aunque las causas biológicas en lo que respecta a las alteraciones de riesgo son desconocidas, ciertas personas en estas poblaciones pueden correr un riesgo mayor o menor debido a la manera en que metabolizan el alcohol. Un estudio reciente entre estadounidenses indígenas, por ejemplo, encontró que éstos son menos sensibles a los efectos de intoxicación del alcohol. Esto confirma otros estudios en los que los hombres jóvenes con padres alcohólicos presentaron menos señales de embriaguez y tuvieron niveles inferiores de hormonas de estrés que aquellos que no tenían una historia familiar. En otras palabras, tenían

una mejor resistencia al licor. Los expertos sugieren que estas personas pueden heredar una falta de esas señales de advertencia que por lo común hacen parar de tomar a las personas.

Algunos asiáticos, por otro lado, que tienen un gen inactivo del químico de hidrogenase, son más sensibles a los efectos del alcohol. Este producto químico es empleado por el cuerpo para metabolizar el alcohol etílico, y en su ausencia, se acumulan sustancias tóxicas causando rubores, mareos y náusea. Las personas con esta sensibilidad genética, tienen la probabilidad de experimentar reacciones adversas al alcohol y por lo consiguiente no volverse alcohólicas. (Este defecto no es por completo un protector contra el alcohol, sin embargo, en particular si se añade presión social, como entre los miembros de fraternidades en las universidades.) Es importante destacar, sin embargo, que, hereditario o no, a las personas que sufren de alcoholismo se les sigue considerando legalmente responsables de sus propias acciones.

Los rasgos de la personalidad y los trastornos emocionales.

Se está encontrando en estudios que el alcoholismo está altamente relacionado con comportamiento impulsivo, excitable y comportamiento que busca nuevas experiencias, y que dichos patrones son establecidos temprano en la vida, si es que no son heredados. Las personas que sufren de trastorno de hiperactividad de déficit de atención, una enfermedad a menudo hereditaria cuyos rasgos son los mismos, corren un riesgo mayor de alcoholismo. Los niños que posteriormente se convierten en alcohólicos o que abusan las drogas tienen una mayor probabilidad de tener menos temor a las situaciones nuevas, aunque exista un

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