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Enviado por   •  8 de Mayo de 2013  •  8.609 Palabras (35 Páginas)  •  324 Visitas

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Ensayo: El humanismo psicocorporal, un camino para el desarrollo personal en una relación de ayuda respetuosa

Claudia Patricia Perales Magdaleno

Westendorf, Tirol, Austria, enero de 2010.

Introducción

En el mundo de hoy, en los albores de la primera década del Siglo XXI, podemos los seres humanos tener acceso a una innumerable variedad de escuelas, métodos, corrientes, técnicas y formas de hacer psicoterapia. Algunas más puras en cuanto al apego a sus orígenes, otras que combinan diversos enfoques y líneas de intervención, sin embargo, pese a la diversidad de ofertas que se ofrecen y encuentran en la actualidad, es importante señalar que existe una tendencia a sobre-utilizar el término de terapia y hasta de psicoterapia, incluso de “manosearlo” y con ello de desvirtuar y desviar el sentido primigeneo que ésta alberga.

En el presente ensayo quiero referirme a un modelo en particular, que conozco ahora más de cerca, de “primera mano”, pues me encuentro casi culminando mi proceso de entrenamiento psicoterapéutico dentro de él, y he podido probar su efectivad, su completa y bien integrada propuesta de intervención, saberes, técnicas y metodología en mi experiencia de vida, y también en las personas que han acudido a mi para participar en un proceso terapéutico como clientes/pacientes, me refiero a la psicoterapia humanista corporal que he conocido a través del Instituto Humanista de Psicoterapia Corporal Integra.

Integrar en una propuesta psicoterapéutica los valores y actitudes de vida que dan sustento al humanismo, a la par de las técnicas, tecnologías y metodologías de la psicoterapia con enfoque en el cuerpo, incluyendo su visión caracterológica, junto con un abordaje holístico, trascendental y espiritual de la persona, ha dado como resultado la psicoterapia humanista corporal, para brindar un acompañamiento suave, gentil y respetuoso a quienes la necesitan.

Más que sustancial es que la psicoterapia humanista corporal concibe como una misma realidad integrada el cuerpo, la mente, el espíritu, los sentimientos y la voluntad, que son en sí la persona, revirtiendo y yendo a “contra corriente” de la tendencia separatista y divisionista que promueve el sistema económico, político e ideológico mundial que predomina. La unidad es nuestra esencia, la unidad cuerpo-mente-espíritu, unidad externa e interna, que desde esta perspectiva psicoterapéutica asume al cuerpo como la puerta de entrada al mundo interno y con ello comenzar a impulsar procesos de crecimiento y desarrollo personales, para estar aquí y ahora con mayor consciencia, libertad, vitalidad y amor.

Bien han señalado, algunos que se dedican a la psicoterapia, que muchas de las actitudes, estados y habilidades que son positivamente útiles y constructivas en la relación terapéutica más que aprenderlos, se adquieren “por contagio”, los/as aprendices de sus maestros/as, los/as clientes-pacientes de sus terapeutas, aspecto que ante todo habla de la necesaria congruencia de quienes facilitamos y acompañamos en la relación de ayuda.

Mucho de lo que yo he recibido y se ha generado en mi propio proceso lo he recibido en ese “espíritu del contagio” de parte del staff de Integra, de mi bello grupo, y quisiera con el presente trabajo poder también impregnar, contagiar al lector interesado con mi convicción de que el modelo de psicoterapia humanista corporal no es únicamente un camino más, sino un camino eficaz que acompaña pausada, rítmicamente y ante todo respetuosamente a quienes le dan acogida en su vida.

El humanismo psicocorporal, un camino para el desarrollo personal en una relación de ayuda respetuosa

Surge ya de entrada la pregunta, ¿qué es la psicoterapia humanista corporal?.

Antes de responderla, es imprescindible entender que un enfoque centrado en el cuerpo, trabaja a partir de él y con él, no quedándose únicamente en el trabajo del cuerpo, sino que éste es la puerta de entrada hacia niveles más profundos del ser: las emociones, los sentimientos, los pensamientos, las creencias, el alma y el espíritu de la persona.

¿Para qué? Para llegar hacia los aspectos “inacabados”, los “inconclusos”, los aspectos “no terminados” en la persona, para completarlos, nutrirle, cerrar ciclos -en términos terapéuticos- y lograr una mayor unicidad en su persona, en su vida, en sus relaciones.

Se necesita habitar cada uno/a nuestro propio cuerpo; sentirse vivo/a. Habitarse en el cuerpo permite hacer espacio para mi misma, para lo nuevo, para los/as otros/as, para todo lo nuevo que puede llegar.

A fin de poder ir respondiendo a esta cuestión, necesitamos acercarnos primero a un aspecto clave básico en el enfoque psicoterapético centrado en el cuerpo, tanto para quienes facilitan y acompañan los procesos como terapeutas, como para quienes acuden como clientes/pacientes, dicho aspecto es el arraigo, considerada como una herramienta personal a desarrollarse en el día a día y a la vez una técnica para el trabajo terapéutico.

La necesidad de arraigarse es vital para poder hacer espacio para habitarme.

ARRAIGO:

Es encontrarme en contacto conmigo misma, con la Madre tierra, con los demás, con mi planeta, con el resto de las criaturas.

Es estar vinculada a mi raíz, a la vida, cargándome de energía y descargando energía hacia la tierra (desde el nervio ciático hasta la planta de los pies, y con ellos hasta el centro mismo de la Tierra).

Puedo estar arraigada (o desarraigada) en varios niveles:

-Físico: a través de los pies y de las piernas, teniendo el nervio ciático como raíz; compartimos una energía en común en nuestro mundo y en el universo entero.

-Emocional: estar conectada con mis necesidades y sentimientos reales, pudiendo distinguir entre sentimientos del presente y del pasado.

-Mental: distinguiendo la veracidad de mis imágenes y creencias; y su actualización.

-Volitivo (de la voluntad): lograr el equilibrio de la voluntad interna y externa a fin de dirigirme hacia la vida y no contra la vida.

-Espiritual: aquí se integra el arraigo de todo mi ser y mi existencia. Estar aquí y ahora.

El arraigo una actitud de vida, una constante meta y a la vez, una herramienta para el trabajo psicocorporal que se combina y alterna con otras más que iré presentando.

Aquí se incorpora el concepto de energía a esta forma

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