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Cuando nació mi Tristeza


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2013  •  373 Palabras (2 Páginas)  •  188 Visitas

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CUANDO NACIÓ MI TRISTEZA

Cuando nació mi Tristeza, le prodigué mil cuidados, y la vigilé con amorosa ternura.

Y mi Tristeza creció como todos los seres vivientes, fuertes y hermosos y llena de maravillosas

Gracias.

Y mi tristeza y yo nos amábamos, y amábamos al mundo que nos rodeaba. Pues mi Tristeza era de

corazón bondadoso, y el mío también era amable cuando estaba lleno de Tristeza.

Y cuando hablábamos, mi Tristeza y yo, nuestros días eran alados y nuestras noches estaban

engalanadas de sueños; porque mi Tristeza era elocuente, y mi lengua también era elocuente con la

Tristeza.

Y cuando mi Tristeza y yo cantábamos juntos, nuestros vecinos sentábanse a la ventana a

escucharnos; pues nuestros cantos eran profundos como el mar, y nuestras melodías estaban

impregnadas de extraños recuerdos.

Y cuando caminábamos juntos, mi tristeza y yo, la gente nos miraba con amables ojos, y

cuchicheaba con extremada dulzura. Y también había quien nos envidiara, pues mi Triste za era un ser

noble, y yo me sentía orgulloso de mi Tristeza. Pero murió mi Tristeza, como todo ser viviente, y me

quedé solo, con mis reflexiones.

Y ahora, cuando hablo, mis palabras suenan pesadas en mis oídos.

Y cuando canto, mis vecinos ya no escuchan mis canciones.

Y cuando camino solo por la calle, ya nadie me mira. Sólo en sueños oigo voces que dicen

compadecidas: "Mirad: allí yace el hombre al que se le murió su Tristeza".

Y CUANDO NACIÓ MI ALEGRÍA...

Y cuando nació mi Alegría, la alcé en brazos y subí con ella a la azotea de mi casa, a gritar:

- ¡Venid, vecinos! ¡Venid a ver! Porque hoy ha nacido mi Alegría: venid a contemplar este ser

placentero que ríe bajo el sol.

Pero qué grande mi sorpresa porque ningún vecino mío acudió a contemplar mi Alegría.

Y todos los días, durante siete lunas, proclamé el advenimiento de mi Alegría desde la azotea de mi

casa, pero nadie quiso escucharme. Y mi Alegría y yo estábamos solos, sin nadie que fuera a

visitarnos.

Luego, mi Alegría palideció y enfermó de hastío, pues sólo yo gozaba de su hermosura, y sólo mis

labios besaban sus labios.

Luego, mi Alegría murió, de soledad y aislamiento.

Y ahora sólo recuerdo a mi muerta Alegría al recordar a mi muerta Tristeza. Pero el recuerdo es una

hoja de otoño que susurra un instante en el viento, y luego no vuelve a oírse más.

...

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