El Emilio

• Al principio de la vida, solo está atento el niño a lo que hace impresión a sus sentidos: y como estas sensaciones son los primeros materiales de sus conocimientos el niño quiere tocar todo, manejarlo todo; no nos opongamos a esta inquietud, que a ella a de deber el más indispensable aprendizaje.

• El niño tiende indistintamente la mano para coger el objeto pegado a él, o el que tiene a cien pasos, esto es a que los mismos objetos que al principio veía en su cerebro, y luego pegados a sus ojos, los ve ahora al cabo de su brazo, y no se figura otra extensión que hasta sonde puede alcanzar.

• Con signos se expresa la desazón de las necesidades cuando es necesario socorro ajeno para satisfacerlas. De aquí los gritos de los niños: lloran mucho, y debe ser así. Todas nuestras lenguas son obra de arte. Por espacio de muchos tiempos se ha indagado si había algún idioma natural y común de todos los hombres; sin duda que hay, y es el que hablan los niños antes de que sepan hablar. Y no es la significación de la palabra la que ellos entienden, sino el acento que la acompaña.

• Con el lenguaje de la vez se junta el de los ademanes, estos no están en las manos débiles de los niños, sino en sus semblantes. Asombra que de un instante a otro varía con gran rapidez.

• Son el primer estado del hombre, sus primeras voces son quejidos y llantos. El niño siente sus necesidades y no las puede satisfacer; implora con gritos el socorro ajeno, y aquí se construye el primer eslabon de la dilatada cadena que forma el orden social.

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