El Emilio

El Emilio

Juan Jacobo Rousseau

En la actualidad muchas son las corrientes pedagógicas, que se conocen para la educación del niño como un sujeto capaz de construir su aprendizaje con la ayuda de un guía del conocimiento, sin duda Rousseau en la obra objeto del presente análisis no contradice dichas posturas modernistas, sino que desde su particular punto de vista las respalda, como un precursor en la materia.

La obra de Rousseau, se ha convertido en la actualidad en uno de los clásicos de la pedagogía, sin la pretensión de ser un formulario de reglas para la educación del infante y mucho menos un método pedagógico que se pueda aplicar de manera mecánica. Ésta es un conjunto de reflexiones en un marco ideal del niño, en donde el amor y respeto a la individualidad del mismo constituyen el marco central de los planteamientos del autor.

El planteamiento central de la obra radica en la importancia que tiene la naturaleza del niño desde el momento de su nacimiento hasta su conversión en adulto, a través de los libros que componen la obra nos muestra el aprendizaje como un proceso experimental, en donde los saberes deben incorporarse de manera paulatina en los constructos mentales del niño. Además sostiene que el niño no es un adulto y por tanto aprenden de modo diferente.

El Emilio, denuncia los excesos de la educación en el Siglo de las Luces, publicado en el año de 1761, centra la trama de la historia un tanto cuanto novelesca, los papeles principales de la misma en el preceptor y en el discípulo, tal pareciera en algunos casos que tiene un sentido autobiográfico de Juan Jacobo.

La trama desarrollada y por tanto los postulados pedagógicos de Rousseau se integran en esta obra, por medio de libros, mismos que desde la perspectiva del autor del presente trabajo, se le deben denominar etapas en la construcción del conocimiento del sujeto.

La primera etapa descrita por el autor, hace mención desde que el niño no articula lenguaje de manera adecuada el lenguaje de sus mayores, desde esta perspectiva el autor comienza la defensa de la máxima de toda su obra, en seguir la naturaleza como medio de la adquisición del conocimiento. Particularmente y desde un enfoque modernista, se debe considerar precisamente esta premisa del autor, debido a que el niño solamente aprende lo que es de su interés y le resulta de utilidad en su vida cotidiana.

La educación propuesta por Rousseau, con la finalidad de hacer del niño un hombre que sea dueño de sí mismo, deberá ser la educación que brinda la naturaleza, la de los hombres y la de las cosas. En donde la labor del preceptor es convertirse en el mejor amigo del discípulo para poderlo guiar en la adquisición de sus saberes. El conocimiento de la naturaleza del niño permitirá sin duda educarlo para la vida y a obtener las cosas por sí mismo, es decir, a aprender no por temor.

En una segunda etapa, considerada desde que el niño empieza a hablar hasta los doce años, se le estimula para que desarrolle sus capacidades sensoriales y a la ejercitación de su cuerpo; en esta etapa la educación de tipo moral debe consistir en predicar con el ejemplo y no solamente en un listado de reglas, que quizá le resulten intrascendentes; se debe pues respetar la naturaleza de la niñez, en esta época que para los niños tiene mayor importancia el juego y la activación física, que aprender a través de reglas y principios establecidos. Es por ello que Rousseau, deja de largo los libros

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