El sepultamiento del complejo de Edipo.

Abril Anahí Rodríguez Cuevas

El sepultamiento del complejo de Edipo

El complejo de Edipo es el fenómeno central del periodo sexual de la primera infancia, después es sepultado y sucumbe a la represión y es seguido por el periodo de latencia. Este se va a pique a raíz de las dolorosas desilusiones acontecidas. La falta de satisfción esperada y experiencias de denegación del hijo deseado hacen que los pequeños enamorados se extrañen de su inclinación sin esperanzas. También está la postura de que es un proceso que tiene que pasar para pasar a la siguiente etapa.

Cuando el infante descubre sus genitales y le es prohibido es cuando deviene el miedo a la castración y sucede que el varoncito moja la cama. La masturbación sustituye lo que en el complejo de Edipo era las posibilidades de satisfacción, una activa y otra pasiva. El hecho de que el varón se diera cuenta de la falta de pene de la niña hizo que tuviera miedo a la castración y renuncia a las dos formas de satisfacción. A causa de esto el yo del niño se extraña del complejo de Edipo. Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por la identificación. La autoridad de los padres se introyecta y se crea el superyó. Las aspiraciones libidinos del complejo son desexualizadas y sublimadas, inhibidas en sus metas y mudadas a mociones tiernas. Con ello viene la latencia e interrumpe el desarrollo sexual del niño.

Hay dos cosas para las que el niño debería estar preparado: para el retiro del pecho y la separación del contenido de los intestinos.

En la niña el clítoris es como el pene pero percibe con  el juego que es demasiado corto y lo siente como una razón de inferioridad, ahí se bifurca el complejo de masculinidad de la mujer. La niña acepta su castración como un hecho consumado a contrario del niño que tiene miedo. En la niña el complejo de Edipo se deja y se cambia el deseo de tener un pene por el de tener un hijo del padre en donde molesta la presencia de la madre.

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