La Comunicación En La Política

La comunicación humana es importante, pues logra que un individuo entre en contacto con los demás generando una transferencia de información, objetivo que se puede alcanzar cuando utilizamos signos para dejar entender nuestras ideas, emociones y sentimientos.

En la política intervienen muchos aspectos básicos: el cómo diseñar un mensaje para que logre un buen impacto en el pueblo, los medios por los cuales va a ser difundido dicho mensaje y hacia quiénes específicamente va dirigido, así como las características que posee el político, que se cruza junto con la imagen que el pueblo tiene de él y los estereotipos que hemos venido adoptando.

Desde tiempos pasados el dominio de las técnicas para la transmisión del mensaje persuasivo es la cualidad que distingue a quienes logran gobernar una actividad. En este sentido cabe mencionar que en la época de los griegos, el discurso era un instrumento político y el arte de hablar, un medio de conquistar y conservar el poder. La comunicación en la política utiliza la persuasión como arma para convencer a la opinión pública sobre un determinado planteamiento. Así, política y persuasión forman un binomio inseparable, ya que la comunicación política siempre tiene intencionalidad. Con la aparición de los nuevos medios de comunicación personalizada, como la telefonía móvil e Internet, se ha producido un gran impacto en el proceso informativo que ha influido de forma determinante en la comunicación política

Un político se encuentra siempre enviando mensajes sociales, pues tiene como objetivo principal incidir en grandes cantidades de sujetos, y a su vez que quede en la “memoria” de éstos, para que en un futuro no sólo se escuche de ellos por medio de los perceptores que estuvieron ahí al momento de ser emitido el mensaje, sino poder encontrarlo en diferentes fuentes de información.

Toda comunicación siempre tiene una intencionalidad. El político habla sólo de una parte de la realidad –aquella que le interesa destacar- e ignora la que considera que no favorece a sus planteamientos. El político no sólo dirige su atención hacia el mensaje que dirá sino también sabe cómo llegar a convencer por medio de las emociones con la que los perceptores contamos. Según Aristóteles: “Se persuade por medio de la disposición de los oyentes, cuando fueron conmovidos por el discurso; porque nos juzgamos de igual manera cuando estamos tristes que cuando estamos alegres… pues son las pasiones la causa de que los hombres difieran en su juicio”

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