La Concepción De Lo Patológico Sigmund Freud

Sobre la Concepción de lo Patológico

Es el hombre confrontado a sus conflictos fundamentales lo que funda la trayectoria freudiana de lo patológico. Ya sea se trate de la prematuración; de la dualidad pulsional; del Complejo de Edipo; del enigma del cuerpo; de la sexualidad y de la jouissance (goce), se torna posible observar cómo Freud refiere una preocupación que desborda ampliamente el campo etiológico cernido por la sola cuestión heredo-degenerativa. Es lo narcisístico, lo indiferenciado, lo primario, lo no ligado, aquello que vendrá a hacer de “norma absoluta e ideal” al momento de tomar al hombre en la confrontación de sus conflictos fundamentales. Es un decurso centrado en el sentido de una prolongación de tipo pulsional.

Si es también sobre el propio yo que la pulsión de muerte puede dejar sentir el curso de sus tendencias, se comprende que el yo pueda ser tomado como objeto, evidenciando así que si la afirmación última es la muerte y no la vida, el propio yo es motivo de una resistencia para el curso de esas tendencias. La vida se torna de esta manera posible bajo la acción de un diferimiento originario. Si la vida puede establecer lazos indisolubles con la muerte, es dando de este modo una idea de la consideración que el psicoanálisis posee para el estatus de la subjetividad en una atención de la vida anímica, es a partir de esa misma subjetividad que una discusión referida a lo patológico puede ser considerada. Y es la forma, que Freud hará suya, en su reflexión por los vínculos con lo enfermo. Se verá que la lectura que Freud desarrolla referida a lo patológico, no constituye un registro diverso al de la normalidad, como su estado opuesto y regresivo. Antes bien, implica ella una idea de la injerencia del deseo icc sobre las formas más expresas de la vida anímica, sin por ello señalar que la influencia de esta vida anímica icc, deba verse reducida a aspectos primitivos, olvidados y regresivos de etapas pretéritas del desarrollo anímico.

En los Tres ensayos sobre una teoría sexual, Freud advierte que en la infancia tanto de sujetos normales y enfermos opera una actividad sexual espontánea endógena, la que produce impresiones decisivas en la estructuración del sujeto. El autor plantea la perversión como constitutiva de la pulsión sexual y así todo comportamiento sexual en tanto norma biológica queda excluido.

Para esclarecer la pregunta sobre las bases primeras de la neurosis y del acontecer patológico aborda una tesis heredo-degenerativa, en la que articula factores accidentales y constitucionales de la vida sexual. Explica que existe una disposición constitucional anormal innata, sin un determinismo genético propia de todos los humanos y que puede tener distintos destinos: la perversión, la represión y la sublimación. También se distancia de la aproximación innato degenerativa nerviosa y aborda tesis de un vivenciar pasado arcaico propio de la especie humana, en ella piensa la herencia respecto a vida fantasmática. AquÍ se focalizan los fantasmas parentales los que serán determinantes de toda construcción posterior de la vida psíquica del sujeto.

La elección de neurosis es un punto fundamental al momento de ver factores implicados en el establecimiento de diversas formas clínicas de neurosis, Freud se pregunta cuál sería la fuente de los diferentes tipos de neurosis si responde a un complejo universal. Por ello, le da un papel preponderante a los objetos incestuosos en el desarrollo de la líbido y la elección de objeto, la lógica del deseo se articula en relación a esa herencia arcaica, de este modo ciertos sujetos podrían desviarse del curso considerado normal. Bajo esta perspectiva los aspectos accidentales quedan relegados y lo esencial es saber si el individuo reacciona o no frente a una práctica sexual espontánea con represión. A partir de ella se generaría la enfermedad como resultado de un conflicto entre la libido y represión sexual.

De esta manera, no existiría una causa única de la neurosis. Es la multiplicidad etiológica la que podría explicar, en cierta medida, la especificidad de aquella, respecto a la habrían relaciones de orden cuantitativo que serían determinantes. Frente al trabajo que el yo despliega frente a la emergencia de lo pulsional, se pueden desarrollar diferentes organizaciones subjetivas, dando cabida a un ejercicio individualizante, a partir de una metaforización y una apropiación de lo pulsional.

Por su parte, Adler propone la existencia de una etiología común y la reunión de todas las neurosis en un solo conjunto. En cuanto a las causas de la elección de neurosis, menciona la importancia de considerar la noción de inferioridad orgánica, además de otros factores como los de la pulsión de agresión y el de la hipersensibilidad. Estos tres factores muestran que el encuentro y la colusión de pulsiones son importantes en la elección de la neurosis, pero lo más importante sería el estadio del desarrollo del niño en el momento de la colusión.

Freud admite que la inferioridad orgánica pueda ser decisiva en la elección del síntoma, pero que la elección de la neurosis no depende del consentimiento somático. Propone una predisposición infantil de tipo psíquico, en la que los elementos innatos y adquiridos se fusionan para formar una predisposición de características irreductibles.

La noción de constitución y vínculos causales en la neurosis que Freud tiene, se aleja de la mera distinción entre agentes endógenos y exógenos, comprendiendo las vivencias de la primera infancia, las que se vuelven en un componente innato de la sexualidad.

Propone cuatro formas de desencadenamiento de la neurosis. La primera forma, tiene que ver con la frustración de la satisfacción dada por un objeto real del exterior, reteniendo la libido. La frustración pone en juego a los factores disposicionales que estaban inactivos, desencadenando su reactualización.

En la segunda forma para el desencadenamiento, se cae en enfermedad en el intento de adaptación a la realidad, operando una obstinación interna, tomando importancia el conflicto y la fijación previa de la libido.

La tercera forma

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