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Los Valores


Enviado por   •  19 de Febrero de 2015  •  1.705 Palabras (7 Páginas)  •  255 Visitas

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El objetivo central de este trabajo investigativo es explorar la manera en que identificamos,

aprendemos y desarrollamos los valores en la vida diaria. Descubrir el alcance de los valores en

nuestra vida, nos requiere comprender la acción individual y social, para lo cual es necesario

prestar atención al transcurrir de la vida cotidiana.

“La vida cotidiana o la vida de cada día, es estudiada por las ciencias sociales como el discurrir

de un día cualquiera en la vida de las personas que interaccionan, recreando sus vivencias que

pasan todos los días, también transcurre la tierra y nuestras vidas.” Bridye, G.Y Watson, S.

(2002).

La cotidianidad en la vida de las personas es parte fundamental del sentido de la acción humana.

En el trascurrir del día a día, desde que nos acostamos y levantamos nuestra vida se convierte en

una rutina cotidiana que puede variar entre personas y grupos: suplir nuestras necesidades,

exponernos a diversas fuentes de información, dialogar, atender las expectativas que tenemos

sobre los demás, y las que versan sobre nosotros, entre múltiples otras. Nuestras acciones

individuales y sociales conllevan una responsabilidad.

Al cumplir con nuestros deberes, se deriva un grado de satisfacción. Pero hay veces que la vida

nos sorprende, planificamos y nos damos a la tarea de actuar; súbitamente, eventos o situaciones

inesperadas disponen lo contrario a lo que aspiramos. Las situaciones que trastocan nuestra vida,

pueden activar procesos difíciles. Ante los eventos que cambian nuestra vida cotidiana, es

importante analizar, y actuar oportunamente.

Para algunos, los retos pueden convertirse en adversidades inmanejables; y para otros

eventualmente pueden transformarse en oportunidades para crecimiento. Para unos y otros, las

situaciones inesperadas bien podrán representar retos, y cada uno lo manejara de diversas 2

maneras, en función de la identidad que le caracterice. Los retos siempre estarán presentes en

nuestra vida; nos corresponde aprender de estos, y con ello seguir hacia adelante.

Las experiencias adquiridas desde que nacemos hasta el fin de nuestros días, nos transforman y

pueden enriquecernos de manera extraordinaria; proyectar esa riqueza en el afecto y acciones

que llevamos a cabo, construye vivencias entre los seres humanos. Compartir nuestras

experiencias positivamente con las demás personas, es una parte crucial de la vida.

Hay todo tipo de actividades desde las cuales cada persona crea consciencia, se sensibiliza y

actúa en sus entornos. Lo anterior constituye un proceso significativo de aprendizaje, que debe

propiciar relaciones sociales, en las cuales cada individuo adopte diversos contenidos para

construir los conocimientos, sentimientos y acciones que sean relevantes para su vida. Desde

esta perspectiva, cuando se desea conocer una comunidad, se debe comprender cómo los

individuos y los grupos trabajan, se relacionan y actúan.

Las personas se relacionan en el lugar donde viven, y en los espacios donde interactúan.

Independientemente de los conflictos, y las buenas relaciones que puedan surgir en ese proceso

de intercambio, todos tenemos la capacidad para ofrecer lo mejor de nosotros mismos ante un

momento de adversidad individual o social.

Así las cosas, debemos reconocer la importancia de promover las prácticas de los valores y

concienciar a los individuos y los grupos sobre la realidad histórica actual, social y económica.

Hacemos lo que somos. Las experiencias formativas que tenemos a nivel familiar, y las que

resultan de las creencias que profesamos, al igual que la formación que recibimos en la escuela, y

las influencias de las amistades, el intercambio en los lugares de trabajo, son experiencias que

moldean nuestra identidad personal. Hacemos bien en recordar que proyectamos lo que hemos

aprendido a través de las actitudes que reflejamos ante las situaciones o eventos inesperados que

enfrentamos a diario.

Una casa necesita cimientos para sostenerse. De igual forma, los valores sostienen y nutren al ser

humano. Si faltan los cimientos, tampoco existe el fundamento que sostiene nuestras vidas, que

le añade visión, motivación y compromiso. Sin principios ni valores hay un vacío en el ser

humano. A medida que desarrollamos los valores en nuestro interior, también mejora nuestra

capacidad para relacionarnos armónicamente con el mundo en que vivimos, y aportamos a una

mejor calidad de vida.

Como afirmamos anteriormente, al interactuar socialmente, nos relacionamos a través de las

prácticas individuales y colectivas que experimentamos con las familias, las comunidades, las

instituciones educacionales, laborales, y religiosas, entre muchas otras. Para llevar a cabo los

propósitos que buscamos en el mundo de la vida cotidiana, tenemos que formar parte de la

misma: el mundo se hace una realidad posible por nuestras acciones en la cotidianidad.

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