Mascaras

Máscaras

En el presente ensayo quiero hablarles de las “máscaras” que todos nosotros siempre llevamos, esas máscaras que disfrazan nuestra verdadera personalidad, las que utilizamos de acuerdo a la ocasión y de acuerdo a la persona con quien estamos frente a frente. Situación que he observado en el libro de Rodrigo Muñoz Avía Psiquiatras, Psicólogos Y Otros Enfermos. Si miramos con cuidado nuestro comportamiento, nos daremos cuenta de que jugamos roles distintos a lo largo de nuestra vida, de hijo, de padre, de hermano, con un rol laboral, con un rol de amigo, en el caso de la novela el rol del maleante, o el niño de casa, pero en cada personaje nos desenvolveremos de una manera distinta. Por eso he llegado a indagar en ¿Qué son esas mascaras que utilizamos tan frecuentemente, acaso son una forma de complacer a el otro que nos rodea para poder obtener aquello que se desea? Y lo que me hace preguntarme que quizás otra razón por la cual podemos adoptar distintos personajes, es porque no tenemos en claro quiénes somos.

En cada situación nos desenrollaremos de una manera distinta, los roles son necesarios y existen para marcar jerarquía, marcan diferencia, cierto orden. Porque no podemos referirnos a un profesor de la misma manera con la que hablaríamos con nuestro compañeros. Nosotros desplegaremos distintos aspectos de nuestra personalidad para comunicarnos de determinada manera con nuestro interlocutor pero ¿Qué son esas mascaras que utilizamos tan frecuentemente, acaso son una forma de complacer a el otro que nos rodea para poder obtener aquello que se desea?

Es ahí cuando nuestras máscaras entran en acción, en vez de simplemente comportarnos como lo que queremos ser, comenzamos a ser lo que los demás quieren, desplazando por completo nuestros propios deseos. El problema surge cuando que nos convertimos en máquinas de brindarle satisfacción a los demás es que estas máscaras que nos confunden a nosotros mismos e intentan aplastar quiénes somos y entre más distante sea la máscara que utilizamos de lo que en realidad somos, menos libres nos sentiremos, llevándonos a vivir un estado de ansiedad y frustración permanentes.

“Antes de ir al psiquiatra yo era una persona feliz. Ahora soy disléxico, obsesivo, depresivo y tengo diemo a la muerte, o sea, miedo” (pág. 9).

En la adolescencia, es cuando vamos moldeando nuestra personalidad y experimentando cómo queremos ser, es usual ver a los jóvenes cambiando constantemente. En este caso es algo saludable, ya que están experimentando para sentirse más cómodos, intentando descifrar sus ideales, su carácter, empujados por la curiosidad y no por las demandas de los demás, pero quizás

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