Mascara de sonrisas.

Mascara de sonrisas.

Dicen que si adelantas capítulos de tu vida a la edad que tendrías que estar haciendo otras cosas, más adelante tu vida se torna aburrida, dicen que es porque has experimentado muchas cosas que ya nada te sorprende.

Alejandro un muchacho atractivo con una estatura promedio, complexión media y bien parecido. Él sabía hablar con una mujer, el sabia apasionarla que ella se interesara en su persona, su voz era firme y grave, su voz era seductora aun así el dijera una simple oración.

Alejandro empezó a tener una vida social a muy temprana edad, el asistía a lo que sus amigos más grandes lo invitaran. Era muy común ver a Alejandro y a sus amigos debajo de aquel puente, fumando marihuana y consumiendo alcohol, a sus 17 años a él se le conocía como un muchacho “vivido” o sea que había hecho de todo, eso era lo que todos pensaban.

Como era de esperarse el no sabía hacia donde quería ir, no sabía que hacer con su vida, para él las fiestas, las mujeres y el alcohol lo era todo.

Cuando el fue creciendo se vio en situaciones mas escandalosas, un par de veces había ido a prisión, peleas en bares, sexo sin protección, al cabo el era un seductor y nada lo podía bajar del trono que había construido.

Llego el verano y le dieron la noticia de que tenia que ir a cuidar a su abuela al pueblo donde el había nacido. - ¿Por qué tengo que ir? Le pregunto a sus papas. – Alejandro eres el único que no hace nada, creemos que puedes ir y hacerte cargo de ella- .

Lo menos que quería Alejandro era que a sus 24 años perderse un verano pero no le quedaba opción, tomo su auto y emprendió su viaje.

La llegada.

Por fin después de 4 horas de trayecto Alejandro había llegado a la casa de su abuela Fabiola, una anciana de 79 años con problemas para trasladarse de un lado a otro. Se paro enfrente del pórtico viejo y toco el timbre.

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