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Psicologia


Enviado por   •  4 de Febrero de 2014  •  463 Palabras (2 Páginas)  •  181 Visitas

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seguridad; piso prestado, abonos que le brindan un anhelo de

seguridad mensual con fraccionadores disolutos. Pero a pesar de

todo siente que su territorio es de él. Espacio mamado a rajatabla

pero a pesar de todo espacio vital. No es sustituible por

condominios americanos o por departamentos a la manera de

Canadá; este territorio tan debatido requiere un marco de agresión.

El cemento, la religión, los héroes cinematográficos, el programa de

radio y la imagen preferida, su caja tonta, la televisión, no son sino

profilaxia a su tragedia.

Ahí se le da una imagen diferida. “esperen un poco niños, el

drenaje puede esperar, vamos a ver a Pedro Infante” o a lo mejor

un programa de violencia. La frustración y la carencia engendran

violencia, policía, viajes a Europa o desesperación.

Frecuentemente coloca en la rama del pirú más próximo la

soga del ahorcado que va a enhebrar el policía para matar a su

hermano.

“Soldado, qué tienes tú, soldado, que no tenga yo”.

Todo el tinglado tiene que llenarse para encubrir su drama

de afeites, cabaret y danza ramplona. Carencias básicas, leche

ausente; sustituto, pulque, cerveza y hermandad. Apariencia de

convivencia, hermano querido a la luz del alcohol y la fritanga, a la

postre hermanos odiados; atrás de las fritangas odio, rivalidad,

recelo. Fritangas, fritangas, fritangas, fritangas, alimento sin

proteína, tristeza, dolor y hambre.

“Tres días sin verte mujer, tres días llorando tu amor, hace

tres días que no sé de ti.”

Cuando se logra sustituir la carencia se llega a lo cursi. Es

preciso ponerse un puente dental de oro, hacer baile de quince

años o adecuarse a la moda: tul, azahares, promesas, mentiras y

sillas prestadas. Perros que se ensartan en la calle enfrente del

beso fingido de los novios, dientes de oro con muchas caries.

Alguien nos indica cómo ser cursis, muy cursis y de la alta escuela;

lámpara, lugar y estilo. Somos maestros de lo cursi (la, la, ta, tá).

Desgraciadamente y con frecuencia, salimos de Beethoven para

caer en Tchaikovski. Viene la lista: el rapto, muy por debajo quedan

Capuletos y Montescos; llega la boda renacentista, en tela bordada,

realidad de Oaxaca, que no se sabe si es cortina carmesí o

sobrecama; después, padrinos de bautizo, confirmación, comunión

o excomunión. En el camino muchas cosas: “El Santo”, cuya

exclusión, sin máscara, nos obliga a pensar que somos incógnitos. Y

no existe pero seguimos dominando en el “Salón México”, antro de

nuestra disimulada masturbación; peseras y danzón. “Mi hijita, Le

bendigo, hazlo sin ganas y satisface tus carencias.”

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